Colombia volvió a recordar hoy las dantescas imágenes que dejaron 50 años de conflicto armado con las FARC y décadas de violencia producto del narcotráfico. Muchos las habían guardado en el lugar más profundo de su memoria, como si se tratase de un mal sueño. Hoy volvieron a ser tangibles.
Alrededor de las 09:30 un vehículo marca Nissan -modelo 1993- se aproximó a las inmediaciones de la Escuela de Policía General Santander, en el sur de Bogotá. El dispositivo de seguridad del portón intentó detenerlo, pero fue entonces cuando el conductor aceleró y tras recorrer unos 200 metros y estrellarse contra una pared, detonó un artefacto explosivo, compuesto por 80 kilos de pentolita, que dejó al menos 21 muertos y 68 heridos.
"Fue un estruendo tremendo, que dejó pitando los oídos. Los cristales de los comercios cercanos saltaron por los aires. Hay gente que sigue queriendo guerra en este país", relató a La Tercera el dueño de un comercio cercano, que no quiso revelar su nombre. El miedo ha vuelto a Colombia, con el atentado con autobomba más letal en 15 años.
Los efectos del atentado eran palpables en las inmediaciones de la Escuela de Policía. Las ventanas de los edificios aledaños quedaron rotas. Centenares de efectivos de la Policía y el Ejército custodiaban el lugar, metralleta en mano, mientras los vecinos caminaban en silencio. Hasta anoche ningún grupo había reivindicado el atentado.
El conductor del vehículo fue identificado por la fiscalía como José Adelmar Rojas Rodríguez. Se trata de un hombre de 57 años, cuya muerte no fue confirmada de manera inmediata. Según las investigaciones, solía moverse por varios municipios de Boyacá, Tolima y Arauca, un departamento cercano a la frontera con Venezuela.
Ese territorio es una de las principales zonas donde opera el Ejército de Liberación Nacional (ELN), guerrilla que se mantiene activa en Colombia, con entre 1.500 y 2.000 efectivos armados en las selvas del país.
Sobre esa guerrilla se centraba el interés de los analistas. Al ELN y su entorno se le responsabiliza por los últimos atentados. La guerrilla se atribuyó un ataque producido en febrero de 2017 en las inmediaciones de la Plaza de Toros Santa María, que dejó dos civiles muertos.
El último atentado en Bogotá tuvo lugar en junio de 2017. Esa vez, una bomba explosionó en un baño del Centro Comercial Andino, dejando tres mujeres muertas y fue atribuido al grupo subversivo Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), una unidad que podría tener vínculos con el ELN.
Según los analistas, sólo esa guerrilla, además de grupos disidentes de las FARC y la organización narcoparamilitar conocida como el Clan del Golfo, contarían con medios para realizar un atentado como el que tuvo lugar en Bogotá. Ese último grupo ha adelantado varios "planes pistola" contra la Policía en los últimos años.
La acción de hoy, además, se produce dos años y medio después de la firma del tratado de paz con las FARC. Los antiguos comandantes de la extinta guerrilla, que se han convertido en congresistas tras su desmovilización, condenaron el atentado. Consideran que la acción es una estratagema para dañar las negociaciones que el ELN mantiene con el gobierno colombiano desde hace dos años. El Presidente colombiano, Iván Duque, le había dado un ultimátum a la guerrilla justo este miércoles.
"Acto demencial"
"El atentado es una provocación contra la salida política al conflicto. Busca cerrar posibilidades de acuerdo con el ELN, deslegitimar las movilizaciones sociales y favorecer a sectores guerreristas. Nuestra solidaridad con los familiares de los policías", escribió "Pastor Alape", excomandante de las FARC, en Twitter.
"Este demencial acto terrorista no quedará impune", dijo el Presidente Duque, que se personó en el lugar del atentado para liderar las pesquisas de las autoridades. "Ni un paso atrás para quienes atacan a la sociedad. Debemos apoyar a la fuerza pública para capturar a los autores de esta barbarie", señaló.
También se pronunció el izquierdista Gustavo Petro, líder de la oposición colombiana. "Es aberrante el atentado a la policía, un atentado contra la mujer y contra el país. Nos devolvimos a algo que debimos abandonar como sociedad: la violencia y el odio. Honor a las personas muertas y sus familias", expresó.
Los esfuerzos de las autoridades se centraban ahora en descubrir al autor intelectual de un atentado que podría hacer tambalear el proceso de paz en Colombia.