Rescatistas continuaban recuperando este lunes cuerpos entre los escombros de lo que fuera un hotel de lujo en La Habana que explotó y dejó al menos 40 muertos, más de 90 heridos y miles de toneladas de escombros.
Cocineros, camareras, cajeras, personal de mantenimiento, dependientes, escolares de un centro educativo aledaño, vecinos y hasta una joven turista española que paseaba con su novio se encuentran entre las víctimas fatales o los heridos del estallido en el Hotel Saratoga.
Las labores de retiro de escombros y residuos no cesaron desde la explosión ocurrida el viernes cerca de las 11 de la mañana presumiblemente por una falla en la operación de un camión cisterna de gas que servía al hotel.
El lunes por la tarde, el jefe del departamento de servicios hospitalarios del Ministerio de Salud actualizó la cifra de víctimas. Precisó que entre los 94 heridos hay 18 hospitalizados. Se informó que la cifra de muertos incrementó debido al hallazgo de víctimas entre los escombros, no porque alguna de las personas rescatadas hubiera fallecido en una clínica.
Previamente, el gobernador de la provincia, Reinaldo García Zapata, informó que 19 familias habían reportado la desaparición de seres queridos pero que se desconoce la cantidad exacta de personas que no han podido ser ubicadas.
“Estaba parado fuera del hotel, no sentí el ruido de la explosión pero sí el polvo ese grandísimo y mucha sangre que me corría por el cuerpo”, dijo Juan Carlos Rodríguez, un trabajador de la empresa Gaviota -la operadora cubana del hotel- a medios de prensa locales desde el hospital donde fue atendido.
Guillermo Díaz, jefe de seguridad del Saratoga, participaba de una reunión para poner a punto los detalles de la reapertura del hotel cuando ocurrió la explosión.
“Todo fue muy rápido, cuando volví en mí estaba bajo los escombros, no tenía idea de lo que estaba pasando”, recordó Díaz. “Me di cuenta de que tenía heridas en la frente, en la cabeza. No tenía fuerzas, había muchos compañeros al lado mío y yo intenté ayudarlos, pero era en vano”.
Frente al hotel, en una escuela primaria, 300 niños estaban en clase cuando se produjo el sacudón de la onda expansiva. Cinco resultaron con lesiones leves.
“El estallido me levantó automáticamente del asiento. Y quedé aturdido”, comentó Kamil Llanez, un estudiante de sexto grado. “Después todo se volvió confuso”. Los niños fueron sacados por una maestra y recogidos por los padres, muchos de ellos vecinos.
El lunes en la escuela había trabajadores levantando escombros y retirando cristales rotos, constató The Associated Press. Los menores fueron reubicados en escuelas cercanas donde retomaron sus clases.