El lunes pasado, el Ejército de Myanmar anunció su golpe de Estado a través de un mensaje emitido por televisión. Los jefes militares decretaron estado de emergencia por un año y asignaron el mando al comandante en jefe Min Aung Hlaing. Arrestaron a todos los ministros y autoridades que pudieron, a algunos directamente en el palacio gubernamental, mientras que a varios los sacaron de sus casas.
Entre ellos se encontraban el Presidente Win Myint, con la líder “de facto” del gobierno, Aung San Suu Kyi. La premio Nobel de la Paz se encuentra una vez más bajo el escrutinio público. Los militares la condenaron por romper las leyes de importación y exportación del país, al poseer sistemas de radio ilegales -siete walkie talkies de sus guardaespaldas- que habrían sido encontrados en su hogar.
Nacida en junio de 1945, Suu Kyi es hija del héroe de la independencia de Myanmar y fundador del Ejército Birmano Moderno, el general Aung San. Fue asesinado en 1947 durante el período de transición del país, cuando su hija tenía tan sólo dos años.
Ya pasados 13 años de independencia birmana, la familia de Suu Kyi se trasladó a India en 1960, ya que su madre fue nombrada embajadora de su país en Nueva Delhi. Desde ahí, cuatro años más tarde, viajó a Inglaterra para comenzar sus estudios universitarios en Oxford. Cuando se especializaba en filosofía, economía y política, conoció a quien sería su marido y padre de sus hijos, el académico Michael Aris.
Después de pasar 28 años en el extranjero, regresó a su patria en 1988 para cuidar de su madre que estaba enferma. Myanmar se encontraba en medio de una revuelta política. A los pocos meses, pasó de ser una ama de casa a convertirse en la líder del movimiento contra el entonces dictador, general Ne Win.
Inspirada por la campaña por los derechos civiles en Estados Unidos de Martin Luther King y el impulso por la independencia de India de Mahatma Gandhi, Suu Kyi organizó movilizaciones alrededor del país que hacían un llamado a la reforma democrática y las elecciones libres, destaca la BBC.
Pero las marchas fueron brutalmente reprimidas por el Ejército, que llegó al poder mediante un golpe de Estado el 18 de septiembre de 1988. Suu Kyi fue enviada a cumplir arresto domiciliario al año siguiente.
Hace una década, Suu Kyi fue liberada luego de pasar varios años de arresto domiciliario. Le prometió al mundo dos cosas: que lucharía para que los presos políticos de Myanmar fuesen liberados y pondría fin a la lucha étnica que ha mantenido las fronteras del país en guerra durante siete décadas.
Pero ninguna de esas dos promesas fueron cumplidas, según The New York Times. Así, el icono más resplandeciente de la democracia perdió su brillo. Suu Kyi, de 75 años, “se ha convertido en una apologista de los mismos generales que la encerraron, minimizando su campaña asesina contra la minoría musulmana rohingya”, apunta el diario.
En agosto de 2018, Suu Kyi describió a los generales en su gabinete como “personas muy dulces”. Ahora, esos mismos militares -alegando fraude en las últimas elecciones, en las que el partido de Suu Kyi ganó por avalancha- decidieron sacarla del poder, “mostrando que el último capítulo en la vida de esta compleja mujer -considerada heroína y traidora al mismo tiempo- aún no está escrito”, dijo la BBC.