Austen Ivereigh estuvo en Irlanda durante la reciente visita del Papa Francisco a ese país. El autor de El Gran Reformador -considerada la biografía más completa del Pontífice- también visitó Chile en enero pasado y ha seguido de cerca los poco más de cinco años del pontificado de Jorge Mario Bergoglio. A la luz de esa experiencia y de su conocimiento del Papa Francisco, este periodista británico y fundador de Voces Católicas, intenta poner en perspectiva los últimos sucesos que han revelado las crecientes tensiones internas que enfrenta la Iglesia Católica.
¿Qué efectos cree que puede tener la carta en la que el arzobispo Carlo Maria Viganò pide la renuncia del Papa?
El efecto principal de la carta ha sido aumentar la demanda por una investigación de las circunstancias detrás del ascenso del cardenal (Theodore) McCarrick en el pontificado de Juan Pablo II. Es imposible saber qué es verdad y qué no es verdad dentro de la carta. Es una carta compuesta de muchas cosas, acusaciones, insinuaciones, chismes. Es evidente que la carta está escrita por un hombre que no está en un buen lugar desde un punto de vista personal y espiritual, tiene mucha rabia, mucho rencor, mucho resentimiento. Por eso, los motivos de la carta tienen que formar parte de nuestro juicio sobre ella.
¿Qué opina de la reacción del Papa frente al tema?
Me parece importante que el Papa no haya respondido directamente a la carta. En lugar de eso les ha dicho a los periodistas: vayan ustedes a investigar. Confía en que lo importante aquí es la verdad y que salga todo a luz, pero que no le corresponde a él tratar de desmentir o de confirmar la carta. Su respuesta me parece hábil, correcta y diseñada para producir los mejores frutos posibles y la reforma de la Iglesia.
¿Qué cree que hay detrás de la carta? ¿Cree que se puede llegar a un quiebre en la Iglesia como algunos han sugerido?
No creo, porque el Papa es un líder espiritual de mucha experiencia que sabe enraizar la Iglesia en el Pueblo de Dios y no dejarla arrastrar por disputas eclesiásticas internas.
El tema de los abusos parece haber monopolizado la agenda del Papa en el último tiempo. ¿Comparte esa percepción?
Era inevitable que en la visita a Irlanda el tema de los abusos dominara porque el dolor de ese país sigue siendo muy grande. Es importante para el Papa enfrentarse con ese dolor y el escándalo mismo de los abusos y seguir reflexionando sobre las raíces de la crisis. El ve en todo esto una corrupción y la pregunta es por qué parece haber monopolizado la agenda. Bueno, simplemente porque durante este pontificado han seguido rebrotando las consecuencias de esa corrupción que está muy enraizada como resultado de muchas décadas. Una cosa es enfrentarse al tema de los abusos e introducir protocolos necesarios para enfrentar este tema, pero eso no previene las consecuencias de la corrupción a nivel institucional e individual.
¿Qué medidas puede adoptar el Papa para hacer frente a esto?
Todo el mundo está pidiendo medidas, pero hemos tenido muchas medidas, muchos protocolos, muchos sistemas, pero como hemos visto en el caso de Chile, hay muchos países donde no ha sido suficiente. El Papa nos está pidiendo una conversión de la Cultura de la Iglesia, que deje de poner la institución al centro, deje de ser clerical. Todo lo que él ha dicho a Chile en estos meses es el plan universal para la Iglesia.
¿En qué medida el viaje a Chile marcó un cambio en la agenda del Papa?
El viaje a Chile fue un momento muy importante en este pontificado, porque es el momento en el que él decide conducir un proceso de conversión radical a nivel cultural e institucional de la Iglesia. En el fondo, él identifica un estado de corrupción en Chile y decide enfrentarse a esa cultura. Chile plantea las bases de su plan para la Iglesia universal.
¿Pero no cree que el Papa fue forzado a conducir ese proceso a causa de lo que pasó durante su visita a Chile? ¿Habría pasado lo mismo si el caso Barros no hubiera marcado el viaje?
Creo que la experiencia de enero en Chile marcó una nueva fase para él en la forma de enfrentar la corrupción eclesial.
¿Coincide en que el tema de los abusos ha debilitado la otra agenda del Papa?
Él ve esta crisis como el reto principal de su pontificado, simplemente porque es un tema tan complejo, tan enraizado, que está afectando la vida misma de la Iglesia. Entonces en ese sentido ha debilitado la agenda del Papa, porque ha debilitado la agenda de la Iglesia. Y ¿cuál es la agenda de la Iglesia? Bueno, dar culto a Dios, servir a los pobres y evangelizar y es muy difícil hacer esas cosas con esta crisis encima.