Barbadillo, la cárcel para expresidentes peruanos: Toledo se convierte en su tercer huésped tras extradición
Con la llegada del exmandatario a Lima durante la mañana del domingo, solo un destino estaba previsto para su reclusión luego de que Estados Unidos lo extraditara: la cárcel de Barbadillo. Pero no estará solo. El mismo penal es habitado por el recientemente destituido Pedro Castillo y Alberto Fujimori, rival de Toledo en las históricas elecciones de 2000. Ollanta Humala también cumplió prisión preventiva en ese recinto entre 2017 y 2018.
En silla de ruedas y mirando hacia el suelo. Así fue visto Alejandro Toledo (77) por última vez este sábado en San Francisco, California, antes de abordar el avión que lo llevaría a Los Ángeles, y después directo a Perú. El exmandatario (2001-2006) arribó este domingo en la mañana a Lima en un vuelo de Latam, tras ser extraditado desde Estados Unidos, luego de ser declarado prófugo de la justicia de Perú desde 2017.
Llegó a su país para enfrentar cargos de lavado de activos y colusión en el marco del polémico caso Odebrecht, constructora brasileña que habría beneficiado de manera ilícita con 35 millones de dólares en sobornos a Toledo por la licitación de los tramos II y III de la Carretera Interoceánica, razón por la que la fiscalía solicita 20 años de cárcel.
Las primeras imágenes de su vuelo desde el país norteamericano distaban mucho de las que se vieron a principios del milenio, cuando encabezó en el 2000 la histórica Marcha de los Cuatro Suyos, hecho que inició la caída de Alberto Fujimori. Poco tiempo después, este último viajaría a Japón para luego renunciar a la presidencia obtenida después de que Toledo se negara a competir en una segunda vuelta debido a las acusaciones de fraude electoral.
Así, en 2001, el ahora detenido Alejandro Toledo llegó al Palacio de Pizarro. Pero de aquellos años poco queda. Este domingo, en cambio, el exmandatario que inició la apertura económica del país vecino llegó a Perú escoltado por la policía, cabizbajo y preocupado por su futuro.
“Le pido a la justicia peruana que no me mate en la cárcel, déjenme luchar con argumentos”, dijo el jueves a la agencia EFE, luego de que su último intento para evitar la extradición desde Estados Unidos a Perú fallara. El procesamiento de Toledo se dio en medio de un cambio de mando en el gobierno de la actual Presidenta Dina Boluarte, quien cerca de las 14.00 de este domingo oficializó la llegada de cuatro nuevos ministros a su gobierno.
Desde temprano las autoridades admitían que el lugar donde el exmandatario probablemente pasaría los 18 meses de prisión preventiva decretados en su contra sería la cárcel de Barbadillo, en el distrito limeño de Ate, donde compartiría junto a otros dos expresidentes.
Una cárcel “republicana”
El recinto -único sin hacinamiento carcelario en Perú, aseguró El Comercio- es el lugar donde, durante los últimos años, los expresidentes condenados pasan de manera exclusiva sus días encerrados. Es en este espacio donde tanto el expresidente Pedro Castillo como el antiguo rival de Toledo, el expresidente Alberto Fujimori, se encuentran actualmente. Su llegada elevará a tres el número de los inquilinos de Barbadillo, pero el espacio no falta.
A las 7.10, hora en que Toledo arribó a la nación vecina, ya se preveía que su destino final sería Barbadillo. “Esa es la cárcel que le corresponde por haber sido presidente”, dijo a los medios peruanos César Nakazaki, abogado que ya ha defendido a tres expresidentes en sus respectivos procesos penales, donde dos de ellos han estado en Barbadillo, consignó el diario Gestión.
Coincidió en aquella declaración el jefe del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), Javier Llaque, quien aseguró en entrevista con Canal N que “no hay ningún problema para recibir” al expresidente Toledo. “Tenemos las condiciones para recibirlo; eso está fuera de dudas”, adelantaba. Tras tomar sus datos, el exmandatario fue trasladado en helicóptero a la cárcel.
Anunciada su construcción en mayo de 1981, se edificó sobre el terreno del antiguo fundo Barbadillo, pero fue recién en 2007 cuando se autorizó el inicio de su funcionamiento como recinto penitenciario transitorio, pues podía recibir a su primer interno: el expresidente Alberto Fujimori.
Mientras Pedro Castillo se encuentra en prisión preventiva desde diciembre de 2022, Fujimori es el único preso por delitos probados por un tribunal, quien se encuentra allí desde 2007. Fue sentenciado a 25 años de prisión como autor mediato por la matanza de Barrios Altos y La Cantuta, donde 15 personas fueron asesinadas en 1991, incluido un niño de ocho años, y otras 10 en 1992, respectivamente.
Detrás del lugar que habita Castillo se encuentra la celda de Fujimori, detalló El Comercio. Allí, ambos cuentan con televisores con acceso a señal abierta, además de un patio al aire libre. Según Llaque, al contar con un régimen de carácter especial, los dos internos pueden salir entre dos y cuatro horas diarias, consignó la Agencia Andina.
Según El Comercio, Castillo fue captado dando órdenes a personal designado por la cárcel para que estos ayudaran a que el huerto del que dispone sea más acogedor, el que cuenta con papas, camotes y maíz entre sus cultivos. Además, suele leer libros de Derecho.
En cuanto a Fujimori, el mismo medio reveló en 2019 que su pieza en Barbadillo es de, aproximadamente, 15 metros cuadrados, además de poseer una pequeña cocina con estantes y acceso a baño privado. También cuenta con otro espacio que funciona como comedor y sala de visitas, de unos 20 metros cuadrados.
Al menos hasta antes del polémico indulto que el entonces Presidente Pedro Pablo Kuczynski le otorgó en la víspera de la Navidad de 2017 -el que luego fue anulado por un juez, debiendo volver en enero de 2019 desde la clínica en la que estuvo internado-, Fujimori contaba con una celda con tres ambientes, una cama ortopédica regulable, un tanque de oxígeno, cocina y una biblioteca.
Un cuarto mandatario también pasó por ahí. Entre julio de 2017 y abril de 2018, tanto el expresidente Ollanta Humala como su esposa estuvieron recluidos en prisión preventiva por el supuesto pago de aportes irregulares en campaña recibidos de las empresas brasileñas Odebrecht y OAS, en 2006 y 2011, para luego ser puestos en libertad por orden del Tribunal Constitucional.
El penal se convirtió, así, en el primero del mundo en albergar a tres exmandatarios nacionales al mismo tiempo, más un cuarto que pasó brevemente por sus celdas. Un quinto hubiera llegado, de no ser por el suicidio del expresidente Alan García en abril de 2019, luego de que la policía peruana llegara a su casa a detenerlo, prefiriendo dispararse en la cabeza antes que enfrentar el proceso judicial.
Esta cualidad de hogar de expresidentes condenados -o con prisión preventiva- le valió el título de un penal “republicano”. Así lo considera el periódico El Comercio, que calificó de este modo a la cárcel ubicada en el distrito limeño de Ate en su editorial de este domingo.
“El improbable récord de tener tres expresidentes presos debe motivar una profunda reflexión sobre la manera en la que elegimos a nuestras autoridades”, abrió el periódico, lamentando que “si antes nuestros proyectos de nación morían en guerras o en golpes de Estado, hoy acaban en Barbadillo, un recinto de menos de un kilómetro cuadrado que ha terminado siendo el depositario de las esperanzas de millones de peruanos”.
Existe un dato esclarecedor de la turbulenta política presidencial peruana. Cada uno de los seis presidentes escogidos vía elección desde 1990 está en la cárcel, lo estuvo o enfrenta una orden de detención -sin considerar la situación de Alan García-, consignó Gestión.
En conversación con La Tercera, Carlos Caro Coria, abogado penalista peruano, aseguró que la presencia de tres mandatarios en la misma cárcel “es algo bastante importante de resaltar”. Si bien es cierto que no es el primer caso en el mundo de corrupción asociada al presidente, algo positivo del proceso judicial de Toledo es que demuestra que en Perú se “han ido reduciendo, ya sea por medio de reformas legislativas, constitucionales o la interpretación de la jurisprudencia, todas las inmunidades y protecciones que emanan de las viejas Constituciones hacia los mandatarios”, señala.
Para Caro Coria, esto explica que “se haya procesado a (Alberto) Fujimori. Posteriormente, Alan García se suicidó antes de ser tomado preso, porque ya tenía un mandato de detención en su contra; luego el señor (Ollanta) Humala, el señor (Pedro Pablo) Kuczynski. El sucesor del señor Kuczynski (Martín Vizcarra) ha enfrentado un pedido de prisión preventiva. Francisco Sagasti no ha tenido imputaciones, y luego ha venido el señor (Pedro) Castillo, que ahora se encuentra en prisión”, lo que refleja “algunos pasos que está dando el Estado peruano en pos de la lucha anticorrupción y sobre todo la gran corrupción, la del más alto nivel, que es la que se produce en las circunstancias presidenciales”, cerró.
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