Un día tras otro, Rusia castiga la región ucraniana del Donbás con fuego constante de artillería y ataques aéreos, en un avance lento pero continuado para tomar el corazón industrial de su país vecino.

El conflicto ya está en su cuarto mes, y la lucha por el Donbás podría decidir el rumbo de la guerra que partió el 24 de febrero con lo que Moscú denominó una “operación militar especial” en esa zona.

Si Rusia se impone, Ucrania perderá no sólo territorio, sino quizá el grueso de sus fuerzas armadas más capaces, lo que abriría camino a que Moscú capture más territorio e imponga sus términos a Kiev. Un fracaso ruso podría sentar las bases para una contraofensiva ucraniana, y quizá causar turbulencias políticas para el Kremlin.

Cambio de estrategia

Tras los intentos fallidos de capturar Kiev y la segunda ciudad más grande del país, Járkiv, al comienzo de la invasión, sin coordinación ni planificación adecuadas, Rusia dirigió su atención hacia el Donbás, una región de minas y fábricas donde separatistas con apoyo ruso combaten con fuerzas ucranianas desde 2014.

Rusia ha aprendido de sus errores previos y opera con más cautela allí, apostando por bombardeos desde mayor distancia para erosionar las defensas ucranianas.

El sistema parece estar funcionando. Las fuerzas rusas, mejor equipadas, han avanzado en las dos regiones que forman el Donbás, Luhansk y Donetsk, y controlan en torno al 95% de la primera y la mitad de la segunda.

Situación “extremadamente difícil” para Kiev

Ucrania pierde entre 100 y 200 soldados al día, según dijo a la BBC el asesor presidencial Mykhailo Podolyak, ya que Rusia “básicamente ha lanzado todo lo que no es nuclear en el frente”. El presidente, Volodimir Zelensky, había dado antes una cifra diaria de muertos de hasta 100 personas.

El ministro ucraniano de Defensa, Oleksii Reznikov, describió la situación de combate como “extremadamente difícil” e hizo referencia a una antigua deidad asociada a los sacrificios al decir que “el Moloch ruso tiene muchos medios de devorar vidas humanas para satisfacer su ego imperial”.

Cuando la guerra iba mal para Rusia, muchos pensaron que el presidente, Vladimir Putin, proclamaría una victoria tras algunos avances en el Donbás y después pondría fin a un conflicto que ha asestado un duro golpe a su economía y mermado sus recursos. Pero el Kremlin ha dejado claro que espera que Ucrania reconozca todos los avances que han hecho las fuerzas rusas desde el comienzo de la invasión, algo que Kiev ha rechazado.

Fuerzas rusas controlan toda la costa del Mar de Azov, incluido el estratégico puerto de Mariúpol, toda la región de Jersón -un punto de acceso crucial a Crimea- y buena parte de la región de Zaporiyia, desde donde podría adentrase más en Ucrania, y pocos esperan ahora que Putin se detenga.

El presidente ruso, Vladimir Putin, comparó el jueves el conflicto en Ucrania y las guerras del siglo XVI que libró Pedro el Grande contra Suecia. Como en la época zarista, dijo Putin, “lo nuestro es recuperar y consolidar” tierras históricas rusas. Hace tiempo que Moscú considera a Ucrania como parte de su esfera de influencia.

A diferencia de sus reveses iniciales en batalla, Rusia parece emplear ahora tácticas más conservadoras. Muchos esperaban que intentara rodear a las fuerzas ucranianas en un inmenso movimiento de pinza dese el norte y el sur, pero en lugar de eso ha hecho movimientos a menor escala para forzar una retirada y no tensar demasiado sus líneas de suministro.

Keir Giles, experto en Rusia del grupo de estudios Chatham House de Londres, dijo que Rusia “concentra toda su artillería en un único tramo del frente para abrise paso allanando todo a su paso”.

Funcionarios occidentales siguen elogiando la capacidad de las fuerzas ucranianas para defender su país, contraatacar con fiereza y también recurrir a ataques de artillería y retiradas en algunos lugares en una estrategia de contraofensivas frecuentes.

“Ucrania ha adoptado una política de defensa flexible, cediendo terreno donde tiene sentido hacerlo en lugar de resistir en cada centímetro de territorio”, dijo Giles.

Un alto funcionario occidental que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a comentar el tema de forma pública, dijo que la campaña rusa “sigue teniendo profundas complicaciones a todos los niveles”, y señaló que las tropas de Moscú tardan “semanas en alcanzar incluso objetivos tácticos modestos como tomar poblados sueltos”.

Los rusos perdieron casi un batallón entero el mes pasado en un intento fallido de cruzar el río Siverskyi Donets y establecer una cabeza de puente. Cientos de soldados murieron y docenas de vehículos blindados quedaron destruidos.

“Hay una sensación de improvisación estratégica o de desorden general”, dijo el funcionario, que señaló que en las tropas rusas podrían alcanzar en verano un “punto en el que en la práctica ya no pueden generar poder ofensivo de combate”.

Rusia tiene una clara ventaja de artillería en la batalla del Donbás gracias a que tiene más obuses pesados y lanzacohetes, así como munición en abundancia. Los ucranianos han tenido que economizar en su artillería, bajo ataques rusos constantes a sus rutas de suministro.

Ucrania ha empezado a recibir más armas pesadas de aliados occidentales, que han proporcionado docenas de obuses y ahora preparan la entrega de lanzacohetes múltiples.

Putin ha advertido que si Occidente proporciona cohetes de más alcance a Kiev que puedan llegar a territorio ruso, Moscú podría atacar blancos en Ucrania que ha evitado hasta aora. El ministro ruso de Exteriores, Sergey Lavrov, también dijo que Rusia podría responder tomando más territorio como margen de seguridad ante esas armas.

En los territorios que tomó antes Moscú en el sur, como la región de Jersón y buena parte de la vecina región de Zaporiyia, funcionarios rusos y los administradores que han nombrado a nivel local estudian planes para incluir esas zonas en Rusia o declararlas independientes como las autodenonimandas “repúblicas populares” de Donetsk y Luhansk.

Funcionarios ucranianos y analistas occidentales expresaron su preocupación porque Moscú pudiera intentar presionar su ofensiva más al norte, hacia la populosa e industrializada zona de Dnipro. Ese avance supondría el riesgo de divididr Ucrania en dos y plantearía una nueva amenaza para Kiev.

Los objetivos rusos en el contexto de esta guerra están cambiando en relación con la situación sobre el terreno”, dijo Eleonora Tafuro Ambrosetti, analista del Italian Institute for International Political Studies, con sede en Milán.

“Sus objetivos son en cierto modo lo bastante flexibles como para ser adaptativos al contexto sobre el terreno”, dijo, señalando que Rusia podría tratar de dañar la economía ucraniana tomando toda la costa para negarle el acceso al tráfico naviero.

Un importante general ruso ya ha hablado de planes para aislar a Ucrania del Mar Negro tomando las regiones de Mykolaiv y Odesa hasta la frontea con Rumanía, una maniobra que también permitiría a Rusia establecer una conexión terrestre con la región separatista de Transnistria, en Moldavia, donde hay una base militar rusa.

Esas ambiciones dependen del éxito de Moscú en el este. Una derrota en el Donbás podría poner a Kiev en una posición precaria, con nuevos reclutas sin las habilidades de los soldados experimentados que combaten ahora en el este, y unos suministros de armas occidentales insuficientes para hacer frente a una posible ofensiva rusa más profunda.

Apuesta al desgaste

Funcionarios ucranianos descartaron esas preocupaciones y se mostraron confiados en que sus fuerzas pueden frenar los avances rusos e incluso lanzar un contraataque.

“El plan de Ucrania está claro: Kiev está desgastando al ejército ruso, intentando ganar tiempo para más entregas de armas occidentales, incluidos sistemas antiáereos, con la esperanza de lanzar una contraofensiva eficiente”, dijo el analista Mykola Sunhurovsky del Centro Razumkov, un grupo de estudios con sede en Kiev.

Philip Breedlove, general retirado de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y que fue el máximo comandante entre 2013 y 2016, desaconsejó un cese el fuego que consolidara el terreno ganado por Rusia.

“Esto es como educar a un niño de dos años”, dijo. “Si se permite el mal comportamiento, o peor, si se recompensa el mal comportamiento, habrá más mal comportamiento”.

Cuando Rusia invadió Georgia en 2008, la respuesta de Washington fue inadecuada, y cuando Moscú tomó Crimea en 2014, “la respuesta de Occidente y Estados Unidos a eso fue inadecuada para la situación”, añadió Breedlove.

Ahora que Rusia ha vuelto a por más, afirmó, Occidente tiene otra oportunidad de responder. “Cómo terminamos esta guerra decidirá, en mi opinión, si vamos a ver más de esto en el futuro”, añadió.