No es nada fuera de la tradición, pero, al menos en redes sociales, el anuncio de su retiro de Chile -como ocurre con todos los cuerpos diplomáticos estadounidenses cuando hay un cambio de mando- generó pesar. Luego de dos años y medio, Bernadette M. Meehan dejará el puesto de embajadora en nuestro país el 10 de enero próximo, pero se va contenta por haber intentado “redefinir la forma en que un embajador se relaciona con el país”, dijo en entrevista con La Tercera.

Su paso por el país no pasó desapercibido por ningún sector político. Desde un activo trabajo de memoria, especialmente por el papel que tuvo su nación en el marco del golpe de Estado de 1973, hasta una estrecha relación con el Congreso, su labor fue destacada por este último órgano este martes, cuando le hicieron un inédito homenaje.

Para iniciar, me gustaría preguntarle sobre la impresión que se lleva del pueblo chileno. En redes sociales se vio pesar por su salida. ¿A qué cree que se debe esa impresión?

Siento que soy la persona más afortunada del mundo por ser la embajadora de Estados Unidos en Chile, porque amo a mi país, es un honor representarlo, y creo que Chile es el mejor país del mundo para ser socio. Estoy abrumada, realmente, con la calidez y la generosidad que mi familia y yo hemos recibido. Me he esforzado mucho por redefinir el papel de un embajador, viajando por todas partes, a pueblos pequeños, haciendo hincapié no solo en las interacciones con el gobierno, sino también con la sociedad civil, con las universidades, con los estudiantes, con los jóvenes, con los periodistas, y espero que, al intentar redefinir la forma en que un embajador se relaciona con el país, eso haya aportado cercanía (lo dice en español) con la gente.

El ahora expresidente de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy, quien dijo que retirar a Chile del programa de exención de visados permitiría a las autoridades estadounidenses comprobar los antecedentes penales de los viajeros.

Un tema constante en estos últimos años fue el Programa Visa Waiver. ¿Sigue peligrando, o peligrará con la entrante administración de Trump y la nueva distribución del Congreso en EE.UU.?

Chile mantiene su estatus en el Programa de Exención de Visado. No hay ningún cambio que anunciar en este momento. Creo que en los dos años y medio que llevo aquí he tratado de ser muy directa y franca, no solo con el gobierno, sino con el pueblo chileno, en el sentido de que Chile corría el riesgo de perder el programa, y que necesitaba tomar algunas medidas realmente drásticas para permanecer en el programa. Todo lo que hemos pedido al gobierno que haga, lo ha hecho. A veces ha sido un poco lento, pero han cumplido. El tema es que Chile ha estado en el programa durante 10 años, y hemos estado trabajando en los últimos dos años y medio para hacer las mejoras. Aun así, es muy difícil en dos años y medio compensar las desatenciones de los primeros ocho años. Por eso lleva tiempo ver los resultados del trabajo que hemos hecho juntos, pero como han ido aumentando estos robos y los delitos en Estados Unidos -que para ser claros, son un número muy pequeño de chilenos, pero los delitos son muy graves-, la pregunta es ¿todavía hay tiempo suficiente para continuar el buen progreso que la administración Boric ha hecho antes de que algo se agote? Ahora, no puedo hablar de las políticas del nuevo gobierno, pero me imagino que centrarse en la Visa Waiver será una prioridad para la administración entrante y para el nuevo embajador.

¿Cómo pronostica que seguirá la cooperación entre Chile y EE.UU.? En la anterior administración del expresidente Trump, no tuvimos embajador durante casi toda su presidencia.

En esto, soy muy optimista. El presidente electo ya ha nombrado a un candidato para sustituirme aquí, y creo sinceramente que en EE.UU. se aprecia profundamente la importancia de esta relación y se entiende que se trata de una asociación estratégica. Chile es uno de nuestros socios más cercanos en la región. Nuestra relación militar, creo que es la más fuerte de toda la región. Nuestro comercio, inversiones y lazos comerciales son cada vez más fuertes, con la aprobación del tratado fiscal bilateral como ejemplo. Si nos fijamos en su aprobación, es el único tratado fiscal que se ha celebrado en muchos años en Estados Unidos, y fue con Chile, y participaron republicanos y demócratas. No fue una cuestión política, lo que habla de la importancia de cómo ambos partidos ven la relación con Chile. Así que soy increíblemente optimista de que la cooperación y el progreso avanzarán incluso cuando cambiemos de gobierno.

El presidente electo de EE.UU., Donald Trump, y el senador Marco Rubio. Foto: Archivo

En línea con el tema económico, ¿cómo ve el clima de inversiones en Chile? ¿Ha sido el propicio o hay mejoras que hacer?

No creo que sea una cosa o la otra. Soy optimista (usó el término bullish, término que refiere a los inversores que tienen una actitud optimista respecto al mercado y están dispuestos a actuar) sobre la inversión estadounidense en Chile, pues hay un enorme interés en invertir en la extracción sostenible de minerales, en la inversión en energía limpia, hidrógeno verde, solar, eólica. El tratado bilateral de impuestos aumenta claramente el interés porque hay beneficios fiscales. Dicho esto, ¿hay áreas en las que recibo preocupaciones o quejas de la comunidad empresarial estadounidense? Por supuesto que sí. El tiempo que se tarda en obtener los permisos o el tiempo que se tarda en realizar las revisiones medioambientales son algunos. Todo el mundo está de acuerdo en que tiene que haber fuertes protecciones medioambientales, pero a veces, cuando se tarda cuatro o cinco años en aprobar un proyecto, no se puede esperar, y las empresas se llevan esa inversión a otra parte. El aumento de la inseguridad es una preocupación real para la comunidad empresarial, y se divide en dos formas diferentes. Una es que las empresas que tienen tiendas físicas u operaciones aquí están preocupadas por los robos en las tiendas, los atracos o los robos de sus camiones mientras los transportan a los puertos. Es una preocupación real. La segunda es más existencial, y es que Chile ha sido y sigue siendo uno de los entornos de inversión, democracia y seguridad más estables de América Latina. Pero cuando se compara a Chile consigo mismo año tras año, la inseguridad está aumentando. Y eso preocupa a la gente que está pensando en invertir millones o miles de millones de dólares.

Esos chilenos robando en Estados Unidos, ¿aumentan esa sensación de miedo a invertir aquí en Chile, o son dos cosas distintas?

No, yo diría que se ven como dos temas distintos. Los robos generan mucho miedo y rabia, como debe ser en Estados Unidos, pero eso no influye en la decisión de las personas que quieren invertir en Chile. Sus fundamentos macroeconómicos son muy sólidos, y esa es la principal preocupación de las empresas.

Considerando los vaivenes en la relación de las distintas administraciones estadounidenses con esta región, ¿cómo proyecta los vínculos entre EE.UU. y Latinoamérica?

Yo represento al presidente Biden, pero diré esto. El presidente electo, Trump, ha nominado a un nuevo secretario de Estado. Creo que la buena noticia para esta región es que el senador Marco Rubio es hijo de inmigrantes cubanos. Habla español y siempre ha sentido amor y pasión por esta región. Es la primera vez que en el Departamento de Estado tenemos a alguien con un vínculo cultural e histórico con la región. Y eso es algo positivo. La persona que ha sido nominada como subsecretario de Estado fue embajador del presidente Trump en México en su primera administración. Creció en diferentes países de América Latina, por lo que tienes a las dos personas más importantes en el Departamento de Estado con una conexión directa, lo que me da mucha esperanza.

La embajadora Bernadette M. Meehan en la Casa Barnes, residencia oficial de los representantes de EE.UU. en Chile. Foto: Mario Téllez/La Tercera.

Previo a su llegada a Chile, usted planteó que una de sus misiones sería contrarrestar el avance de la presencia de China en Chile y Latinoamérica. ¿Se cumplió esa meta?

Paso mucho tiempo hablando de esto, no solo con funcionarios del gobierno, sino también con el sector privado. No creo que sea algo que se pueda decir: “este es el objetivo”, y puedes marcarlo, ¿verdad? Lo que me preocupa es que históricamente el enfoque de Chile a la hora de tomar decisiones sobre quiénes serán sus socios comerciales y económicos, suele basarse únicamente en quién va a traer el dinero para invertir, o cuán barato es el proyecto para que tengamos un presupuesto bajo. Y es una postura peligrosa, porque a menudo la inversión más barata a corto plazo puede ser la más costosa a largo plazo. ¿Qué quiero decir con esto? La calidad de lo que obtienes de empresas occidentales es a menudo diferente de lo que obtienes cuando tratas con algunas empresas chinas. Por eso, a corto plazo, puede resultar más barato recurrir a una empresa de dicho país. Pero con el tiempo, el mantenimiento y la reposición son más costosos. Eso es un argumento comercial, y el comercio es una competencia.

¿Se ha planteado esa inquietud?

Lo que hemos dicho al gobierno de Chile es que queremos igualdad de condiciones. Y eso significa: no eliminar las protecciones de ciberseguridad que favorecen a las empresas chinas a expensas de la seguridad de Chile. No hay que fijar plazos tan poco realistas que cualquier empresa de calidad no pueda cumplir, porque las que puedan, que a menudo son solo empresas chinas, van a entregar un producto de calidad inferior. Pero cuando dependes en exceso de cualquier país, sea quien sea, es un peligro para tu economía. Con China, corres el riesgo de que quiera algo de ti políticamente y utilice la presión económica para intentar coaccionarte. ¿Por qué es una amenaza para la seguridad? Basta con mirar, por ejemplo, el porcentaje de su red eléctrica que es propiedad de empresas chinas. ¿Qué ocurrirá en el futuro si Chile dice “no queremos tener que elegir”, y el gobierno chino dice “bueno, les cortaremos la electricidad para ayudarles a pensar su decisión”? Por eso hemos dedicado mucho tiempo a animar a Chile a adoptar un mecanismo de selección de inversiones. Casi todos los países de la OCDE tienen uno, con modelos diferentes que se adaptan a sus propias necesidades, pero que permiten examinar cualquier entidad extranjera. No sé si durante mi mandato se lograron todos los avances que hubiera esperado, pero se trata de una discusión a largo plazo. Y no solo Estados Unidos plantea estas preocupaciones al gobierno de Chile. Hay muchos, muchos países de todo el mundo que también han compartido estas inquietudes.

Por último, ¿cómo pondera el avance de China y la UE en materia de energías verdes en Chile, especialmente litio? ¿Cómo se sitúa EE.UU. en ese escenario?

Las empresas estadounidenses siempre están dispuestas a competir, porque creemos firmemente que nuestras empresas suben la vara. Por eso hay que buscar empresas que apliquen medidas y políticas que protejan y cuiden el medioambiente. A menudo no se encuentra eso con la inversión china. Chile es un país muy preocupado por los derechos humanos y la protección laboral. EE.UU. y la UE también apoyan firmemente a los sindicatos y a los trabajadores. China tiende a no hacerlo y, de hecho, comete abusos contra los derechos humanos de su propio pueblo. También hay que buscar empresas que tengan sólidas protecciones de ciberseguridad, y que no solo vengan a llevarse los recursos, sino que inviertan en las comunidades. Y las empresas estadounidenses, europeas, japonesas, surcoreanas, australianas, neozelandesas, todas ellas quieren decir: “Somos parte de la comunidad”. Cuando miro los acuerdos que Albemarle ha establecido, en los que da un porcentaje de sus beneficios a las tribus atacameñas, cuando miro a las empresas estadounidenses que invierten en “becas” (lo dice en español), que buscan poner a las mujeres en posiciones de liderazgo, a las comunidades indígenas en posiciones de liderazgo, veo cosas que quieres en tus inversores. Porque quieres construir y que la sociedad se beneficie de la inversión, no únicamente el Estado.