El Presidente Joe Biden anunció el lunes el cese de la “misión de combate” de Estados Unidos en Irak para fines de año, cuando comenzará una “nueva fase” de cooperación militar con ese país.
“No estaremos a fin de año en una misión de combate” en Irak, pero “nuestra cooperación contra el terrorismo continuará incluso en esta nueva fase, que estamos discutiendo”, dijo Biden tras recibir al primer ministro iraquí, Mustafá al Kazimi, en la Casa Blanca.
Explicó que el “papel” del ejército estadounidense en Irak sería “entrenar” y “ayudar” a las fuerzas iraquíes contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), sin dar un cronograma o elementos concretos sobre el número de efectivos.
“Nuestra relación es más sólida que nunca”, dijo Kazimi, quien llegó a Washington para buscar una señal política que le permita consolidar un poco su muy precaria posición, tres meses antes de las elecciones legislativas.
A la cabeza de un país devastado por la corrupción, la pobreza y la pandemia de coronavirus con más de 12 mil casos en las últimas 24 horas, Kazimi se debate entre el aliado estadounidense y las poderosas facciones pro Irán.
De hecho, los expertos no esperan ningún cambio importante, ya que la presencia militar estadounidense en Irak ya no se considera una fuerza de intervención activa.
La mayoría de las tropas estadounidenses enviadas en 2014 como parte de una coalición internacional para ayudar a Bagdad a derrotar al EI fueron retiradas bajo el mandato del presidente Donald Trump.
Los cerca de 2.500 soldados estadounidenses que siguen desplegados en el país, oficialmente, no combaten sino que tienen tareas de “asesoramiento” y “formación”.
Con este anunciado fin de la “misión de combate”, el primer ministro iraquí espera recuperar un poco el dominio sobre las poderosas facciones pro-Teherán reunidas dentro de Hachd al Chaabi, una coalición paramilitar pero que está integrada al Estado.
Estos últimos, que exigen la salida total de los estadounidenses, han multiplicado los atentados contra los soldados norteamericanos destacados en Irak. Pero los expertos no prevén una retirada total, mientras las células residuales del EI sigan activas.
Evitar el regreso del EI
La semana pasada, el EI reivindicó un ataque suicida en un mercado de Bagdad que dejó 30 muertos, según datos oficiales.
“Lo último que quiere Estados Unidos es salir de Irak y encontrarse en unos años en la misma situación, con el regreso del EI”, dijo una fuente diplomática occidental.
A tres meses de las elecciones legislativas, Kazimi espera recuperar territorios de su país que están en manos de facciones pro-Irán hostiles a la presencia estadounidense.
Irak es un vínculo estratégico para Washington, que lidera una coalición internacional que combate al EI en Siria.
Dejar a Irak a merced de la influencia de Irán está fuera de discusión para Estados Unidos debido a sus renovadas tensiones con Teherán.
Ramzy Mardini, especialista en Irak del Instituto Pearson de la Universidad de Chicago, cree que la reunión entre Biden y Kazimi fue diseñada para ayudar al líder iraquí a aliviar las presiones domésticas “pero la realidad en el terreno reflejará el status quo y una permanente presencia de Estados Unidos”.
Lo que más temen los especialistas regionales es, sin embargo, una continuación, o incluso intensificación, de los ataques de los proiraníes.
Un dron atacó el viernes una base militar en el Kurdistán iraquí que alberga tropas estadounidenses pero no se reportaron víctimas.
El denominado Comité de Coordinación de la Resistencia Iraquí amenazó el viernes con continuar con los ataques hasta que se retiren todas las tropas estadounidenses y termine la “ocupación”.