El primer contacto europeo con los indígenas maoríes terminó con la muerte de cuatro marineros y una retirada precipitada. Pero dio lugar a una identidad para este país del Pacífico Sur: Nieuw Zeeland, en holandés, o Nueva Zelandia, cuando más tarde se convirtió en parte del Imperio Británico.

Ahora, algunos legisladores quieren que los neozelandeses eliminen un nombre que se remonta a una era de colonización y adopten otro: Aotearoa, una palabra maorí que se refiere a las nubes que, según la historia oral indígena, ayudaron a los primeros navegantes polinesios a llegar hasta aquí.

En todo el mundo, varios países están repensando sus identidades para abordar el resentimiento por su pasado colonial y forjar un nuevo futuro. En algunos casos, eso implica cambiar el jefe de Estado, como la ruptura de los lazos de Barbados con la monarquía británica. En otros, ha significado cambiar su nombre oficial, como lo hizo Esuatinien en 2018, cuando su gobernante absoluto decidió que ya no debería ser conocida como Suazilandia. En los últimos años, Australia modificó su himno nacional, porque no reflejaba su historia aborigen.

La primera ministra de Nueva Zelandia, Jacinda Ardern, durante un reporte sobre la respuesta al Covid-19 y la actualización de la vacuna en Wellington, el 26 de agosto de 2021. Foto: AP

En Nueva Zelandia, el problema está llegando a un punto crítico, porque una petición para cambiar el nombre del país a Aotearoa obtuvo más de 70.000 firmas y será considerada por un comité parlamentario que podría recomendar una votación en el Parlamento, someterlo a referéndum o no emprender ninguna otra acción.

“Es un realineamiento de dónde estamos como nación”, dijo Rawiri Waititi, colíder del Partido Maorí, un pequeño partido en el Parlamento que apoyó la petición. “No hay nada que temer”.

Durante varias décadas, Aotearoa se ha vuelto más común en el habla cotidiana. Aparece en billetes de banco y pasaportes, y con frecuencia en documentos gubernamentales, ya sea solo o combinado con Nueva Zelandia. Cuando EE.UU. y Nueva Zelandia emitieron una declaración conjunta luego de una reunión de sus líderes en mayo, se refirió a Jacinda Ardern como primera ministra de Aotearoa Nueva Zelandia. El maorí es uno de los tres idiomas oficiales de Nueva Zelandia, pero la fluidez se ha desplomado, un legado de las políticas de la era colonial que restringieron su uso.

Ardern acoge con satisfacción el uso más amplio de Aotearoa, pero el gobierno no está explorando un cambio de nombre formal, dijo una portavoz de la primera ministra. Entre los que están a favor de un referéndum está Christopher Luxon, líder del opositor Partido Nacional, quien cree que es un tema que no debe ser decidido por el gobierno.

Las encuestas de opinión sugieren que los defensores de una nueva identidad enfrentan una batalla cuesta arriba. Más de la mitad de los encuestados quiere quedarse con Nueva Zelandia, según una consulta realizada por la empresa de investigación de mercado Colmar Brunton. Aún así, Aotearoa solo o Aotearoa Nueva Zelandia cuentan con un apoyo combinado del 40%.

El estudiante de derecho Ralph Zambrano se encuentra entre los que apoyan un uso más amplio de Aotearoa. “Usar Aotearoa como nuestro nombre realmente refleja nuestra historia y reconoce nuestro pasado, pero también cómo podemos avanzar juntos”, dijo Zambrano, presidente de la asociación de estudiantes de la Universidad Victoria de Wellington.

Si bien los exploradores holandeses fueron los primeros europeos en avistar Nueva Zelandia en 1642, pasaron otros 127 años antes de que tuviera lugar el siguiente encuentro registrado entre europeos y maoríes. Fueron los británicos, en 1840, quienes reclamaron Nueva Zelandia y negociaron un tratado con docenas de jefes maoríes. Ese documento, el Tratado de Waitangi, es ahora la base legal para corregir los agravios que surgieron del conflicto con los colonos europeos, el despojo de la tierra y el capital de los maoríes y la alienación de la cultura y el idioma.

El personal de la Fuerza de Defensa de Nueva Zelandia realiza un haka tradicional maorí durante una ceremonia en Arawa, Papúa Nueva Guinea, el 30 de junio de 2003. Foto: AFP

Los defensores del cambio argumentan que el nombre oficial del país tiene solo un vínculo superficial con su historia y menos conexión con su evolución desde mediados de la década de 1970, cuando un cambio en la ley estableció un marco para compensar a los maoríes iwi -grupos tribales- y ayudó a marcar el comienzo de un renacimiento cultural maorí.

Algunos opositores creen que Aotearoa es un invento moderno, popularizado por un libro de historia de finales del siglo XIX. Sin embargo, aparece en los periódicos de Nueva Zelandia desde mediados del siglo XIX, lo que apunta a sus orígenes anteriores.

“Creo que es divisivo”, dijo el concejal de la ciudad de Whanganui, Charlie Anderson, un piloto de ambulancia aérea jubilado que hace una década hizo campaña para mantener el anglicismo de Wanganui como el nombre de la ciudad. “No podemos seguir cambiando la historia por el simple hecho de hacerlo”.

Dentro de la sociedad maorí, Aotearoa no se acepta en todo el país. Cuando se traduce al maorí, Nueva Zelandia es Nu Tirene, que apareció por primera vez en la década de 1830, pero no forma parte de la lengua vernácula moderna.

Un manifestante con una bandera de Nueva Zelandia protesta frente a los edificios del Parlamento en el cuarto día de manifestaciones contra las restricciones por el Covid-19, en Wellington, el 11 de febrero de 2022. Foto: AFP

Las actitudes pueden cambiar lentamente en Nueva Zelandia, un país de unos cinco millones de habitantes. Los neozelandeses rechazaron una nueva bandera nacional en un referéndum hace seis años. Los ciudadanos han mostrado poco interés por destituir a la monarca británica como jefa de Estado, a pesar de que la reina Isabel II reside a casi 19.000 km de distancia, en Londres, y visitó Nueva Zelandia por última vez hace dos décadas.

Como alcalde de Queenstown, Jim Boult es parte de una campaña del consejo para que las empresas locales cambien Wakatipu, el pintoresco lago de la ciudad turística alpina, a Whakatipu, para que sea correcto en maorí. La campaña ha enfrentado pocos retrocesos, dijo.

Aún así, a Boult le preocupa que cambiar el nombre del país dañe la industria del turismo, porque Nueva Zelandia es una marca sólida y establecida a nivel internacional.

“Sería similar al cambio de marca de BMW como Bavarian Motors”, dijo.