"Trump es un ejemplo para mí", declaró el año pasado en Boston, en un encuentro con un centenar de brasileños residentes en EE.UU. Frases como esa han llevado a que el ex diputado ultraderechista Jair Bolsonaro sea conocido como el símil brasileño del inquilino de la Casa Blanca. Siguiendo los pasos del republicano, el excapitán del Ejército y defensor del régimen militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, es el nuevo Presidente de Brasil.
El sociólogo y académico de la Universidad Presbiteriana Mackenzie de Sao Paulo, Rodrigo Augusto Prando, explica a La Tercera que las ideas conservadoras, de lucha contra la violencia, la corrupción y la posesión de armas por parte de los ciudadanos que impulsó Bolsonaro, "acabaron sin duda por crear un clima bastante propicio a su candidatura".
Con todo, Bolsonaro, de 63 años, se las ha arreglado para hacerse un lugar en la escena política brasileña. Electo diputado por Río de Janeiro siete veces consecutivas, desde 1991, en 2014 se convirtió en el diputado más votado de ese estado, con 464 mil electores.
"Bolsonaro consiguió, a lo largo de los años, instalar sus mensajes y crear una marca que contempla valores de extrema-derecha: combate violento a la criminalidad, homofobia, anti-feminismo, entre otros", dijo a La Tercera Mauro Paulino, director general de la encuestadora Datafolha. "Como hay un rechazo creciente a los políticos tradicionales y una fuerte crisis moral relacionada a ellos, e impulsada por la Operación Lava Jato, hay espacio para el crecimiento de nuevas alternativas. Bolsonaro está ocupando ese espacio de desencanto, de rebelión y deseo de soluciones inmediatas", agregó.
Y es que Bolsonaro dice y hace lo que quiere. Comentarios homófobos, racistas, machistas, todo vale. "Y, en parte, ésa es la clave de su éxito", sostiene el diario español El Mundo. Como cuando afirmó que "la única razón por la que no violó" a una diputada del PT fue "porque ella no se lo merecía" o cuando declaró que la homosexualidad se debe a "no haber recibido suficientes palizas". También ha dicho que los negros "no sirven ni como reproductores", que los analfabetos no deben votar y que los indígenas no tienen derecho a ocupar reservas. Además, consigna el diario El País, su discurso de que "el mejor delincuente es el delincuente muerto" engancha a millones de brasileños atemorizados por la violencia cotidiana.
Militar de la reserva, Bolsonaro, a quien sus partidarios llaman "el mito", afirmó en julio de 2016 que el "error" de la dictadura brasileña fue "torturar y no matar" a los adversarios del régimen, una frase similar a la que pronunció en 1998, cuando aseguró que "(Augusto) Pinochet debería haber matado más gente". En abril de 2016 ya había hecho noticia cuando votó a favor del impeachment de Rousseff en nombre del torturador de la exmandataria, el fallecido coronel Carlos Brilhante Ustra, el único militar brasileño acusado de tortura por la Justicia. Y esa no fue la primera polémica en la que se vio involucrado Bolsonaro por faltar el respeto a víctimas de la dictadura militar. Según consigna El Mundo, en una oportunidad colgó un cartel en la puerta de su despacho en el que aludía a las demandas de familiares para conocer el paradero de los cuerpos de algunos de los desaparecidos. El cartel decía: "El que busca huesos es perro".