En momentos en que su gobierno mantiene un tenso pulso con el Congreso, el Presidente brasileño Jair Bolsonaro no encontró nada mejor que iniciar la semana con un duro ataque al establishment político de su país, del cual él mismo forma parte desde hace 30 años. "El gran problema es nuestra clase política (...). Si la Cámara y el Senado tienen propuestas mejores que la nuestra, que las sometan a votación", lanzó en un discurso a empresarios en Río de Janeiro. Por la tarde, intentó enmendar sus dichos. "Valoramos al Parlamento brasileño, sí, que será quien tenga la última palabra en la cuestión de (la reforma de) las pensiones, tan rechazada en los últimos años", afirmó.

Pero, en opinión del diario El País, el vaivén del discurso del Presidente no altera, de momento, el plan A del bolsonarismo para esta misma semana: el Ejecutivo apuesta a presionar al Congreso desde la calle ante la falta de apoyo parlamentario. La organización de la manifestación oficialista programada para mañana surgió luego de que el mandatario publicara el viernes una carta de un militante en la que se afirmaba que apenas con "acuerdos espurios" se podía gobernar Brasil y que dejaba abierta una lectura sobre una posible renuncia.

Si bien el Mandatario llevaba días alentando las marchas convocadas por sus seguidores, el martes el portavoz de la Presidencia, general Otávio Rêgo Barros, descartó la asistencia de Bolsonaro a estos actos previstos en 50 ciudades brasileñas. El vocero negó asimismo el eventual apoyo del gobierno a demandas como el juicio político a los ministros del Supremo Tribunal Federal o el cierre del Congreso, que han sido mencionadas por algunos sectores de extrema derecha que organizan las manifestaciones.

La revista Veja apuntó que los partidarios del Presidente iniciaron ese llamado en las redes el pasado 16 de mayo, un día después del paro nacional de la educación en contra de los recortes de un 30% al presupuesto del sector, que según sus organizadores agrupó a un millón de personas en más 150 ciudades.

A pesar de que el gobierno, según el diario Folha de S. Paulo, va a utilizar recursos de la reserva presupuestaria para desbloquear parte del dinero para educación, los estudiantes universitarios ya tienen programada una nueva jornada de protestas para el próximo jueves.

"Veo los actos del día 26 como una manifestación espontánea de la población, que de forma inédita se ha convertido en la principal voz de las decisiones políticas que Brasil debe tomar", tuiteó Bolsonaro el miércoles. Sin embargo, dentro del propio oficialismo existen divisiones en torno a la estrategia de Planalto. "Una manifestación a favor no tiene sentido", dijo el presidente del oficialista Partido Social Liberal, Luciano Bivar. En cambio, el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del Presidente, defendió la manifestación: "Un apoyo espontáneo y gratuito no termina en cinco meses sólo porque parte del Congreso y la prensa quieren".

Para Rodrigo Prando, cientista político y académico de la Universidad Presbiteriana Mackenzie de Sao Paulo, el aliento que Bolsonaro ha dado a estas manifestaciones tiene una doble intención. "El primero es intentar mostrar, de manera fantasiosa, que el gobierno intenta gobernar y no lo consigue por cuenta de la 'vieja política'. En realidad, el gobierno no gobierna porque no hay liderazgo presidencial ni disposición para el diálogo, así como falta competencia administrativa", explica el experto a La Tercera.

"El segundo aspecto, el más preocupante, es el modelo de gobernar eligiendo enemigos: los medios, las corporaciones, los políticos, la universidad, las izquierdas, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal. Esta forma de gobernar mantiene al sistema político e institucional muy tensado y puede, incluso, llevar al agotamiento del tejido democrático, generando nuevas crisis, flirteando con la autocracia", advierte Prando.

Respecto a las marchas de los universitarios, Prando cree que "debilitarán al gobierno". "La manifestación no puede ser tomada como una fotografía sino como parte de una película. El gobierno tiene el peor comienzo de mandato de un Presidente desde el inicio de la Nueva República", asegura, poniendo como muestra de ello la caída en la aprobación.