Justo en momentos en que se resiste a los llamados a renunciar después de haber sido multado por la policía esta semana por las fiestas ilegales en Downing Street durante los confinamientos por la pandemia, el primer ministro británico Boris Johnson anunció este jueves un controvertido plan de control de la migración clandestina, que incluye enviar a los solicitantes de asilo a Ruanda, país africano a 7.000 km de distancia, y confiar a la Armada la vigilancia de las llegadas ilegales por mar. El plan suscitó rápidas críticas de los opositores y de organizaciones benéficas.

“A partir de hoy, la Royal Navy asumirá el mando operativo en el canal de la Mancha (...) para garantizar que ninguna embarcación llegue a Reino Unido sin ser detectada”, anunció Johnson, durante una visita a Dover, en la costa del sur de Inglaterra, por donde ha llegado en los últimos meses un número creciente de embarcaciones con migrantes. “Debemos asegurarnos de que la única vía de asilo en Reino Unido sea segura y legal”, dijo el premier en su discurso.

“Quienes intenten saltarse la fila o abusar de nuestros sistemas no encontrarán una vía automática para instalarse en nuestro país, sino que serán expulsados de forma rápida y humana a un tercer país seguro o a su país de origen”, aseguró Johnson. Cualquier persona que haya llegado a Gran Bretaña de forma ilegal desde el 1 de enero podría ser reubicada en Ruanda, lo que desbarataría el modelo de negocio de las bandas de traficantes de personas, agregó.

Miembros de la Fuerza Fronteriza de Gran Bretaña remolcan hacia el Puerto de Dover un bote inflable utilizado por migrantes que fueron rescatados mientras cruzaban el Canal de la Mancha. Foto: Reuters

El Ejecutivo británico dedicará 50 millones de libras (US$ 65 millones) a más personal y nuevo material como helicópteros, aviones y drones, precisó. Al mismo tiempo, llegó a un acuerdo con las autoridades de Ruanda para enviar a ese país africano, con un “lamentable balance en materia de derechos humanos” según Amnistía Internacional, a personas que entren ilegalmente en Reino Unido.

Pero Johnson dijo que Ruanda, donde en 1994 los extremistas hutus mataron a más de 800.000 tutsis y hutus moderados, era “uno de los países más seguros del mundo”, añadiendo, sin embargo, que el riesgo de acabar en el país sería un “factor disuasorio considerable” con el tiempo.

La ministra del Interior británica, Priti Patel, firmó el acuerdo de asociación en Kigali el jueves, y lo presentó en una conferencia de prensa conjunta con el ministro ruandés de Asuntos Exteriores, Vincent Biruta. Biruta dijo que la historia reciente de Ruanda le había dado “una profunda conexión con la difícil situación de quienes buscan seguridad y oportunidades en una nueva tierra”.

Ruanda recibirá en un primer momento 120 millones de libras (US$ 157 millones) “para acoger a demandantes de asilo y migrantes y darles una vía legal para la residencia” y para “establecerse de forma permanente, si así lo desean” en ese país situado a 7.000 km de Reino Unido, informó Biruta, quien dijo que con el acuerdo -que duraría inicialmente cinco años- “se trata de garantizar que las personas sean protegidas, respetadas y capacitadas para promover sus propias ambiciones”.

Miembros del Ejército británico ayudan a los oficiales de la Fuerza Fronteriza de Reino Unido mientras se ayuda a los inmigrantes a desembarcar en el puerto de Dover. Foto: AFP

El plan podrá aplicarse a todos los migrantes o refugiados llegados a Reino Unido de forma clandestina, independientemente del país o continente del que procedan, informó AFP.

El gobierno británico también creará centros específicos para ingresar a quienes lleguen de forma clandestina, similares a los existentes en Grecia, para sustituir a los actuales alojamientos hoteleros. “Nuestra compasión puede ser infinita, pero nuestra capacidad para ayudar a la gente no lo es”, afirmó Johnson, deseoso de mejorar su popularidad antes de unas elecciones municipales en mayo que pueden resultar cruciales para su futuro político.

“Una idea mal concebida”

Pero opositores y grupos de refugiados en Reino Unido consideraron la medida como inhumana, inviable y un desperdicio de dinero público. El proyecto de Johnson suscitó la “firme oposición” del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). “Las personas que huyen de la guerra, el conflicto y la persecución merecen compasión y empatía. No deben ser comercializadas como mercancías y trasladadas al extranjero para su procesamiento”, dijo Gillian Triggs, Alta Comisionada Adjunta de la Acnur para la Protección Internacional, en un comunicado.

Nadia Hardman, experta en protección de asilados y migrantes en la oenegé Human Rights Watch, advirtió de las consecuencias para refugiados como los sirios. “Los refugiados sirios están desesperados por establecerse en un lugar seguro”, dijo AFP, y “el acuerdo de Reino Unido con Ruanda sólo complicará esta búsqueda”. “Llegarán con la esperanza de ser tratados según los valores fundamentales que Reino Unido dice defender, pero en su lugar serán trasladados a kilómetros de distancia a otro país en un continente totalmente diferente”, denunció.

Un pájaro pasa volando junto a los migrantes que esperan para desembarcar en el Puerto de Dover después de ser rescatados mientras cruzaban el Canal de la Mancha. Foto: Reuters

Mientras Amnistía Internacional calificó la iniciativa como “una idea escandalosamente mal concebida” que “provocará sufrimiento y malgastará enormes sumas de dinero público”, Tim Naor Hilton, director general de la oenegé Refugee Action, denunció el nuevo plan como una “forma cobarde, bárbara e inhumana de tratar a las personas que huyen de la persecución y la guerra”.

En tanto, los legisladores de la oposición británica dijeron que Johnson estaba tratando de distraer a la opinión pública tras las peticiones para que dimita, tras ser multado por la policía el martes por asistir a una reunión por su cumpleaños en junio de 2020, cuando la interacción social estaba casi prohibida por la pandemia. El escándalo ha hecho temer una nueva crisis dentro de su Partido Conservador.

La preocupación por la inmigración fue un factor importante en la votación del Brexit en 2016, y Johnson ha estado bajo presión para cumplir su promesa de “recuperar el control” de las fronteras británicas. Pero los números no dejan de aumentar: 28.500 personas realizaron en 2021 en precarias embarcaciones la peligrosa travesía del canal de la Mancha, una de las rutas marítimas más transitadas del mundo, frente a 8.466 en 2020 y 299 en 2018, según cifras del Ministerio del Interior.

Los migrantes han utilizado desde hace mucho tiempo el norte de Francia como punto de partida para llegar a Gran Bretaña, ya sea escondiéndose en camiones, transbordadores o en pequeñas embarcaciones de contrabandistas.