La muerte de Breonna Taylor no generó mucha atención mediática en marzo. El caso solo ganó notoriedad después de las masivas manifestaciones contra el racismo que atraviesan a EE.UU. luego de que el exguardia afroamericano George Floyd falleciera asfixiado bajo la rodilla de un policía en mayo, en Minneapolis. Pero a seis meses de su deceso en Louisville, Kentucky, tras un confuso procedimiento policial, la polémica sentencia contra los agentes involucrados en la muerte de la paramédica de 26 años encendió el debate otra vez.
Taylor murió poco después de la medianoche del 13 de marzo, después de que tres policías allanaron su departamento con una orden de registro especial que les permitía entrar al domicilio sin avisar, como parte de una investigación de drogas que involucraba al exnovio de Taylor, Jamarcus Glover, un traficante de drogas convicto.
Glover incluyó el departamento de Taylor como su dirección y lo usó para recibir paquetes, dijeron las autoridades. La mujer afroamericana -que vivía con su hermana- no tenía antecedentes penales y no se recuperaron drogas ni dinero durante la redada, según el documento de inventario de orden de registro obtenido por NBC News.
Pero el operativo tuvo un dramático desenlace. Esa noche Taylor estaba en su dormitorio viendo una película junto a su novio, Kenneth Walker. Creyendo que se trataba de ladrones, el hombre disparó un “tiro de advertencia” a la puerta principal que había sido derribada, impactando en la pierna al sargento John Mattingly, según la policía. Walker tenía licencia para portar armas de fuego, precisó NBC. Pero los agentes afirmaron haber anunciado su presencia antes de entrar, una versión confirmada por un testigo, según el fiscal general de Kentucky, Daniel Cameron.
Después del disparo de Walker, los agentes John Mattingly, Brett Hankison y Myles Cosgrove respondieron al fuego con un total de 32 disparos. Cameron informó que Taylor recibió seis tiros en la noche de su muerte, pero sólo uno de ellos fue fatal. Todos estos detalles se conocieron este miércoles, en el marco del pronunciamiento de un jurado investigador de Kentucky que se limitó a inculpar, y de manera indirecta, a solo uno de los policías involucrados en el tiroteo. Hankison fue imputado por poner en peligro la vida de los demás, en este caso tres vecinos de la víctima. Pero ni él ni los otros dos policías que efectuaron los disparos que acabaron con la vida de Taylor fueron inculpados por el homicidio de la enfermera.
Hankison disparó 10 balas, algunas de las cuales alcanzaron el departamento vecino al de Taylor, “poniendo a tres personas en grave peligro de heridas físicas o de muerte”, según Cameron. Los cargos de conducta peligrosa en primer grado son de Clase D, el nivel más bajo de delitos graves en Kentucky, lo que podría castigarse con una pena de entre uno y cinco años de prisión, en caso de ser hallado culpable. Los abogados de la familia de Taylor habían solicitado al menos cargos por homicidio imprudencial.
Según los medios locales, Hankison se presentó en una cárcel de la región y luego fue puesto en libertad tras el pago de una fianza de US$ 15.000, una suma muy baja en relación a casos similares. En tanto, Mattingly y Cosgrove, que habían sido destituidos en junio, no fueron inculpados de ningún cargo al haber, según el fiscal, actuado en estado de legítima defensa.
“Qué irónico y típico es que los únicos cargos presentados en este caso fueron por disparos contra el departamento de un vecino blanco, mientras que no se presentaron cargos por los disparos en el departamento del vecino negro o en la residencia de Breonna”, dijo Ben Crump, un abogado de la familia de Taylor, quien rechazó los cargos, diciendo que deberían haber sido un “asesinato con agravantes”.
“Esto equivale a la falta de respeto más atroz a los negros, especialmente las mujeres negras, asesinados por la policía en EE.UU., y es indefendible, independientemente de cómo el fiscal general Daniel Cameron busque justificarlo”, comentó Crump este jueves a CNN.
Para Dewey M. Clayton, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Louisville, “parece haber algunas discrepancias preocupantes en el caso”. “No estoy diciendo que haya racismo en esta sentencia en particular. Sin embargo, hay racismo en nuestro sistema de justicia penal: este país aparece ante un sistema de justicia penal para la policía, uno para estadounidenses blancos y otro para afroamericanos”, comentó a La Tercera.
“Este resultado es una vergüenza y una abdicación de la justicia. Nuestro sistema de justicia penal es racista. Ahora es el momento de un cambio fundamental”, tuiteó el senador Bernie Sanders, exprecandidato presidencial demócrata.
La atención sobre Cameron, el primer republicano en 70 años que se desempeña como fiscal general de Kentucky, solo ha aumentado en las últimas semanas después de que habló en la Convención Nacional Republicana, dirigiéndose al candidato presidencial demócrata Joe Biden para decir: “No puedes decirme cómo votar por el color de mi piel”. En una conferencia de prensa el miércoles, el Presidente Donald Trump llamó a Cameron “una estrella” y leyó la declaración del fiscal afroamericano de 34 años diciendo que “la justicia no es fácil”.
Una decisión judicial que la familia de Breonna no comprende. “Hermana, te falló un sistema por el que trabajaste duro. Nos fallaron como familia”, escribió Juniyah Palmer, la hermana de Taylor, en Instagram.