El crucero lanzamisiles Moskva, llamado así en honor de la capital de Rusia, fue botado durante la Guerra Fría, participó en los conflictos en Georgia, Siria y Ucrania, y ayudó en la realización investigaciones científicas con Estados Unidos en tiempos de paz.
Ahora, el buque insignia de la flota rusa en el Mar Negro se hundió en esas mismas aguas frente a la costa ucraniana mientras era remolcado a puerto tras un incendio a bordo, informó el Ministerio de Defensa en Moscú.
Fue una despedida ignominiosa para un barco que fue bautizado originalmente con el nombre de Slava, o “gloria”.
¿Qué le pasó al buque de guerra?
Según el Ministerio de Defensa de Rusia, el sumamente dañado Moskva se hundió este jueves durante una tormenta mientras era remolcado después de un incendio. La dependencia señaló previamente que el fuego provocó que algunas armas a bordo estallaran y obligó a la tripulación a evacuar. Negó que Ucrania haya atacado al navío, que normalmente tendría unos 500 marinos a bordo.
Maksym Marchenko, gobernador de la región de Odesa, dijo que Ucrania alcanzó el barco el miércoles por la noche con dos misiles Neptune que causaron “daños severos”. Yuriy Sak, asesor del ministro de Defensa de Ucrania, dijo posteriormente que no podía confirmar lo que le sucedió al buque ni si había sido impactado por las fuerzas ucranianas.
De momento no fue posible conciliar las versiones contradictorias, y las nubes imposibilitaron localizar el navío o determinar su estado mediante imágenes satelitales. Estados Unidos no pudo confirmar los alegatos de Ucrania.
El Moskva se ubicaba a unos 110 kilómetros (69 millas) al sur de Odesa cuando surgió el incendio, según un alto funcionario de Defensa estadounidense que habló a condición de guardar el anonimato a fin de poder declarar sobre evaluaciones militares de Estados Unidos.
El Moskva podía portar 16 misiles crucero de largo alcance, y su pérdida reducirá enormemente la capacidad ofensiva de Rusia en el Mar Negro.
Su hundimiento significa un duro golpe para el prestigio militar ruso luego de siete semanas de una guerra que ya es ampliamente considerada un desacierto de proporciones históricas.