Con el recorte de la ayuda de emergencia, el repunte de la inflación y la insuficiente recuperación del mercado laboral, el número de personas en situación de pobreza en Brasil saltó a 19,8 millones en las principales ciudades del país en 2021.
Se trata del nivel más alto en una serie histórica de 10 años, que comenzó en 2012, según el 9º Boletín Desigualdad en las Metrópolis elaborado por la Pontificia Universidad Católica de Río Grande del Sur, el Observatorio de las Metrópolis y la Red de Observatorios de Deuda Social en América Latina en base a estadísticas oficiales.
El estudio analiza estadísticas de las 22 principales áreas metropolitanas del país. Al llegar a 19,8 millones, el número de pobres pasó a representar el 23,7% -casi una cuarta parte- de la población total de estas regiones. Hasta ahora, el porcentaje nunca había llegado al 20%, según destaca el diario Folha de Sao Paulo. El grupo en situación de pobreza aumentó en 3,8 millones de personas con respecto a 2020, cuando rondaba los 16 millones.
El boletín también constató un crecimiento de los niveles de pobreza extrema: unos 5,3 millones de brasileños están en esa situación en las grandes ciudades analizadas, lo que representa el 6,3% de su población. En la última medición de 2020, la cifra de pobreza extrema había sido de 3,7 millones de personas.
Para los responsables del estudio, Brasil ya señaló dificultades en el combate a la pobreza desde la transición de 2014 a 2015. A partir de la llegada de la pandemia, en 2020, el problema se agravó.
“La crisis ya se estaba gestando. Estábamos en muy mala racha. Además, vino la pandemia”, dijo André Salata, profesor del posgrado en Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Río Grande del Sur y uno de los coordinadores del boletín.
El salto de la pobreza en 2021, sostienen los investigadores, puede estar relacionado con al menos tres factores: recuperación incompleta del mercado laboral, inflación disparada y el retiro abrupto de la ayuda de emergencia a principios del año pasado. “Esto (los cambios en la ayuda) hizo que los indicadores de pobreza saltaran”, afirmó Salata en declaraciones a Folha de Sao Paulo.
Para este año, según los investigadores, puede haber una mejora en estos indicadores tanto por la caída de la tasa de desempleo como por el impacto que tendrá el nuevo Auxilio Brasil de 600 reales (US$ 117) en las familias inscritas en el programa gubernamental.
El Auxilio Brasil de agosto comenzó a pagarse este martes con este nuevo valor -600 reales hasta diciembre- e incluye 2,2 millones de familias en la nómina. Con el ingreso de miles que estaban en la lista de espera del programa, el beneficio será pagado a 20,2 millones de familias y el valor promedio será de 607,88 reales (casi US$ 119), según la prensa local.
Sin embargo, Marcelo Ribeiro, investigador del Observatorio de las Metrópolis, dijo al diario O Globo que los avances en el mercado laboral aún no serán suficientes para retomar el escenario previo a la pandemia. “Creo que la población más pobre seguirá pasando por una situación muy complicada en términos de ingresos medios y poder adquisitivo hasta el fin de año”, afirmó.
Salata, por su lado, reconoce que el Auxilio Brasil ayudará en una reducción de la desigualdad hasta fin de año, pero advierte que las políticas de transferencia de ingresos requieren atención. “Estamos perdiendo el foco en este programa. Como todos reciben 600 reales, trata a los pobres como si fueran todos iguales, y no lo son. Ese dinero podría estar mejor dirigido. Otro tema es la sostenibilidad a largo plazo, que es fundamental”, comentó a O Globo.
Ei diario carioca también destacó este martes que el número de familias brasileñas endeudadas y morosas viene creciendo: casi el 80% tenía deudas en julio y el 29% tenía alguna cuenta vencida. Al mismo tiempo, uno de cada cuatro brasileños no puede pagar las facturas. El aumento del endeudamiento y la morosidad se dan en un escenario de inflación y tipos de interés elevados. Y la reanudación de la actividad económica debería ser aún más difícil el próximo año, apuntó el medio.
Al respecto, datos divulgados este martes por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) revelaron que la inflación interanual en Brasil retrocedió del 11,89% en junio al 10,07% en julio, con una desaceleración de los precios propiciada por la reducción del costo de los combustibles. Se trata de la deflación mensual más intensa desde 1980, según el portal G1 de Globo.
El mismo medio destaca, no obstante, que hacía ocho años que el país no registraba una inflación acumulada tan alta en servicios. La desaceleración, apunta, no logró frenar el alza del indicador en el acumulado de 12 meses, que alcanzó el 8,87%. Se trata de la tasa más alta registrada por el IBGE desde junio de 2014.
“La demanda viene presionando mucho el precio de los servicios, especialmente los relacionados con el turismo. Eso está claramente relacionado con la reanudación del consumo de los hogares”, señaló el gerente de la Coordinación del Índice de Precios del IBGE, Pedro Kislanov.
Juliana Inhasz, profesora de Economía del Insper, cree que el endeudamiento de la población es un obstáculo adicional para el desempeño de la economía el próximo año. En entrevista con O Globo, la académica dijo que, dada la situación actual, el crédito consignado a los beneficiarios de Auxilio Brasil en la línea propuesta por el gobierno es “colocar fuego a la gasolina”. El riesgo es generar un cuadro mayor de insolvencia de las familias en el país, lo que perjudica el consumo, aseguró.
Alza en las encuestas
Pero a dos meses de las elecciones, el Presidente Jair Bolsonaro mejoró su aprobación entre los votantes más humildes tras aumentar el Auxilio Brasil y la tendencia es que continúe subiendo según una encuesta publicada la semana pasada por la consultora Quaest.
El sondeo ubica en primer lugar al expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), con el 44 % de las intenciones de voto, contra el 32 % de Bolsonaro, del Partido Liberal (derecha). Lula perdió un punto frente a la medición de junio y Bolsonaro avanzó uno en la misma comparación tomando en cuenta una muestra que representa al conjunto de los electores de cara a la votación del 2 de octubre.
Pero el avance del presidente es más pronunciado si se hace un recorte en los brasileños más pobres, los que reciben el Auxilio Brasil, que acaba de aumentar de 400 a 600 reales. En junio, Lula tenía el 62% contra el 29% de Bolsonaro en ese segmento de ciudadanos con menores recursos, mientras que en julio el candidato del PT bajó al 52% y el presidente del PL subió al 29%.
El director del instituto Quaest, Felipe Nunes, afirmó que “la encuesta trae una evidencia concreta de que el elector que recibe el Auxilio Brasil comenzó a votar más a Bolsonaro, esto quiere decir que puede haber un efecto mayor en agosto, cuando comenzará a ser efectivo el pago del aumento”.
“El Auxilio Brasil y los otros beneficios deben mejorar la imagen y las intenciones de voto en el presidente, lo que no sabemos es el tamaño del crecimiento, eso lo vamos a ver en las encuestas que vamos a publicar el mes que viene”, precisó.
El mes pasado el Congreso aprobó, por iniciativa del oficialismo, un paquete de “bondades” por unos 41 mil millones de reales (unos US$ 8.000 millones), que además del Auxilio Brasil incluyen el incremento del vale-gas, el pago de un subsidio de 1.000 reales (US$ 195) a los camioneros y otra ayuda a los taxistas. Previamente, el Congreso aprobó la reducción del impuesto a los combustibles, norma que contribuyó a reducir la inflación en la primera quincena de julio, la cual debe seguir en una tendencia de baja.
Nunes, citado por la agencia Ansa, comentó que para el grueso de los 156 millones de electores, las agendas económica y social tienen más peso que las de temas relacionados a la seguridad y la violencia, que tuvieron importancia en los comicios de 2018. En ese sentido, el director del instituto Quaest dijo que “es impresionante cómo aumentó la preocupación con las cuestiones sociales (pobreza, hambre). Para tener una idea, hace dos meses el 11% decía que lo social era la prioridad en la decisión del voto, ahora lo social es lo más importante para el 20%” de los electores.