El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anunció este martes una batería de sanciones económicas contra dos bancos rusos, la prohibición de comprar deuda rusa y realizar tratos financieros con las regiones separatistas en respuesta al reconocimiento ruso de las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk.

“No se equivoquen, esta es una nueva invasión de un estado soberano y es absolutamente inaceptable”, ha recalcado Trudeau, ante la decisión del presidente ruso, Vladimir Putin, de anunciar la independencia de las autoproclamadas repúblicas en la región del Donbás.

A su juicio, “las provocaciones descaradas de Rusia son una amenaza para la seguridad y la paz en el mundo”, por lo que estas sanciones permanecerán vigentes hasta que se restablezca la integridad territorial de Ucrania.

La “primera ronda de sanciones” anunciadas por Trudeau incluye prohibir a los canadienses todos los tratos financieros con Lugansk y Donetsk, no permitir comprar deuda soberana rusa, así como la prohibición de tratar con dos bancos rusos respaldados por el Estado. Ottawa también interpondrá sanciones contra los miembros del parlamento ruso que votaron para reconocer las regiones separatistas.

Este mismo martes, el gobierno de Canadá convocó al embajador ruso en Ottawa, Oleg Stepanov, para abordar la situación tras reconocimiento por parte de Rusia de la independencia de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk.

La ministra de Exteriores canadiense, Melanie Joly, remarcó en un mensaje de Twitter el apoyo del Gobierno de Canadá a Ucrania y anunció que impondría “severas sanciones” en respuesta a los últimos acontecimientos sucedidos en Europa del Este.

Con estos anuncios, Canadá se suma a otros países como Estados Unidos, Reino Unido y Alemania que ya impusieron sanciones contra bancos rusos. Alemania, además, ha cancelado la apertura prevista del gasoducto Nord Stream 2 de gas natural, que conecta Rusia con su territorio.

Rusia reconoció el lunes la independencia de Donetsk y Lugansk y ordenó horas después la entrada de las Fuerzas Armadas rusas en el marco de una “misión de mantenimiento de la paz”, decisiones criticadas duramente por la mayoría de la comunidad internacional.