A casi tres años del referéndum realizado en Reino Unido para decidir su salida de la Unión Europea (UE), las caóticas disputas en el Parlamento británico y las complicaciones del divorcio han reforzado la unión entre los demás miembros del bloque, efecto muy contrario al esperado.

Que los "Brexiters" han colmado hace tiempo la paciencia de la UE es más que evidente, pero el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, rompió las líneas habituales de prudencia la semana pasada al lanzar de lleno un ataque a todos aquellos que en Reino Unido impulsaron el salto hacia adelante sin tener la menor idea de qué hacer después, de las consecuencias para su país y los otros 27. "En el infierno hay un lugar especial para aquellos que promovieron el Brexit sin tener siquiera un boceto de plan sobre cómo sacarlo adelante con seguridad", señaló.

Cuando Reino Unido votó para salir de la Unión Europea, en junio de 2016, no solo los dirigentes británicos entraron en pánico. La propia UE, según recuerda The New York Times, se empantanó en una crisis de migración, mientras las fuerzas populistas antieuropeas seguían su avance. "Parecía que la decisión de Reino Unido anunciaba el comienzo de una gran desintegración", escribió el influyente diario estadounidense.

En sus inicios, el Brexit marcó un precedente y abría la posibilidad de que otros países siguieran el ejemplo de Reino Unido. Sin embargo, pronto se convirtió en un complicado y autodestructivo proceso para los británicos. Por eso, casi tres años después, hay una sensación creciente, incluso en los rincones populistas del continente, de que si la salida de la UE implica todo esto, es mejor no hacerlo.

Así, destaca el Times, incluso los populistas y los nacionalistas exitosos como Matteo Salvini y Luigi Di Maio en Italia, Viktor Orbán en Hungría, Jaroslaw Kaczynski en Polonia y el partido Alternativa para Alemania (AfD) han abandonado la idea de dejar el euro o salirse de la UE y, en cambio, están trabajando para cambiar el funcionamiento del bloque desde adentro. "Los populistas de derecha y de izquierda, incluyendo Syriza de Grecia y Podemos de España, han descartado totalmente la idea de abandonar la Unión Europea y el euro", comentó al diario estadounidense Denis MacShane, escritor y exministro para Europa en el gobierno de Tony Blair.

Retórica suavizada

Una visión similar manifiesta Marcel H. Van Herpen, experto holandés en integración europea y director de la Fundación Cicero, quien considera que el complicado proceso del Brexit ha hecho que el resto de los países de la UE suavice sus posturas al respecto. "Los partidos populistas euroescépticos tradicionales están atenuando su retórica anti-UE. Esto empezó en Francia durante las elecciones presidenciales de 2017, cuando Marine Le Pen ya no hablaba sobre salirse de la UE, sino solamente de la Eurozona", dijo Van Herpen a La Tercera.

En Francia, el cambio de tono de Le Pen en la campaña no fue bien recibido por los votantes. Actualmente hay solo un partido en ese país que está a favor de la salida de la UE, que es la Unión Popular Republicana (UPR), liderada por François Asselineau. Este partido busca, según su propia definición, la reunión de todos los franceses de izquierda y de derecha para salir del euro, la construcción europea y la OTAN. Sin embargo, según Van Herpen, la UPR corresponde a un "grupo marginal".

En 2016, poco después del Brexit, el nuevo fantasma que se instaló en Europa fue el "Quitaly" (Quit+Italy). Por entonces, el populista y euroescéptico Movimiento 5 Estrellas (M5S) abogaba por una consulta para que Italia dejara la moneda única. Pero en octubre pasado, los vicepresidentes de Italia, Luigi Di Maio y Matteo Salvini, líderes del M5S y la Liga, respectivamente, afirmaron que el país no quiere salir de la UE ni del euro.

"Salvini dejó de hablar sobre el Italexit, y habla solo sobre una 'Europa de los Pueblos', lo que sea que quiera decir con eso", dijo Van Herpen.