Un cambio de las políticas hacia Cuba no está entre las prioridades del gobierno demócrata de Joe Biden, pero la nueva administración estadounidense va a revisar las decisiones adoptadas por su predecesor, Donald Trump, dijo este martes la Casa Blanca.
La secretaria de prensa, Jen Psaki, reiteró que la política del gobierno va a estar encaminada a que los derechos humanos y el apoyo a la democracia sean el eje central y afirmó que “van a revisar cuidadosamente los cambios realizados por la anterior administración”.
El gobierno de Trump revirtió la apertura hacia La Habana lanzada por el gobierno de Barack Obama e impuso una escalada de sanciones. En los últimos días de su mandato, el republicano metió a Cuba en el grupo de países “patrocinadores del terrorismo”, una categoría de la cual el país había sido retirado en 2015.
Durante la campaña, Biden afirmó que se necesita una “nueva política hacia Cuba”, y dijo que la isla “no está más cerca de la libertad y la democracia que hace cuatro años”.
La política de Washington hacia La Habana -que está bajo un bloqueo estadounidense desde 1962- fue endurecida por el gobierno de Trump, que prohibió que los cruceros estadounidenses paren en la isla y decretó sanciones contra empresas estatales y dirigentes cubanos. Además limitó los envíos de remesas.
Según La Habana, el endurecimiento de las sanciones impuestas bajo el gobierno de Trump tuvieron un impacto de 20.000 millones de dólares en la isla.
El movimiento de protesta San Isidro (MSI) -que reclama más libertad de expresión en la isla- recibió importantes apoyos en el Congreso estadounidense. Los senadores Bob Menéndez, presidente demócrata del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, y el republicano Marco Rubio, firmaron un proyecto de resolución a favor de los artistas cubanos.