Michelle Bachelet enfrentó hoy su primera crisis como flamante Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. La expresidenta demandó la libertad "inmediata" de los dos periodistas de la agencia Reuters condenados en Myanmar (ex Birmania) a siete años de cárcel por haber investigado una matanza de la minoría musulmana rohingya perpetrada por el Ejército birmano en 2017. Se trató de su estreno en este alto cargo de la ONU.

"Creo que todo (…) el proceso fue una farsa a la justicia. Por lo tanto, exhorto al gobierno a liberarlos lo antes posible, inmediatamente", dijo Bachelet, quien asumió sus funciones el sábado en Ginebra. La detención "envía un mensaje a todos los periodistas en Myanmar de que no pueden trabajar sin temor, sino que, por el contrario, deben elegir entre la autocensura o ponerse en riesgo de ser procesados", agregó, a través de un comunicado.

Al momento de su arresto en diciembre pasado, los periodistas Wa Lone, de 32 años, y Kyaw Soe Oo, de 28 años, estaban investigando las muertes de 10 miembros de la etnia rohingya a manos de efectivos birmanos en las aldeas Inn Din, en el estado de Rakain. Esto, luego de los ataques de insurgentes de esta etnia al norte del estado de Rakain, en el oeste del país en 2017.

Más de 700.000 rohingyas han escapado a la vecina Bangladesh desde entonces, según Naciones Unidas. De ese éxodo se cumplió un año en agosto pasado.

El juez de distrito del norte de Rangún, Ye Lwin, dijo que Wa Lone y Kyaw Soe Oo, incumplieron la Ley de Secretos Oficiales que data de la era colonial cuando recopilaron y obtuvieron documentos confidenciales. Los acusados se declararon no culpables de los cargos. La defensa puede apelar a la decisión ante el tribunal regional y luego ante la Suprema.

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¿Una trampa?

Según Reuters, los reporteros habían declarado al tribunal que dos agentes de policía les entregaron papeles en un restaurante en la ciudad de Rangún momentos antes de que otros oficiales los arrestaran. Un testigo de la policía dijo que la reunión del restaurante era una trampa para atrapar a los periodistas con el fin de impedir su trabajo o castigarlos por informar sobre lo ocurrido en Rakain. El reportaje de los periodistas fue publicado en febrero.

El juez dijo que se había llegado a la conclusión de que los "documentos confidenciales" encontrados en manos de los dos reporteros habrían sido útiles "para los enemigos del Estado y las organizaciones terroristas". Los documentos en su posesión y en sus teléfonos no eran "información pública".

Una vez conocido el veredicto, Wa Lone estrechó la mano de las personas que acudieron a apoyarlos, diciéndoles que no se preocuparan. Con esposas y flanqueado por policías, se dirigió a un grupo de amigos y periodistas.

"Sabemos lo que hicimos. Sabemos que no hicimos nada malo. No tengo miedo. Creo en la justicia, la democracia y la libertad", afirmó.

Kyaw Soe Oo también dijo que no cometió ningún crimen y que seguirían su lucha por la libertad de prensa. "Lo que quiero decirle al gobierno es: nos pueden meter en la cárcel, pero no cerrar los ojos y oídos de la gente", afirmó.

Según el diario The Guardian, la sentencia y la falta de una condena de parte del gobierno civil birmano de la Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, ha llevado que muchos señalen que la reputación de la dirigenta está por el suelo.

El periódico señaló que algunos de los asesores de Aung San Suu Kyi habían sugerido que ella podría otorgar una amnistía al final del juicio, pero se reportó que ella había calificado a los periodistas -en una reunión privada en enero- como traidores.