Cada vez más divididos después del intento de secesión de 2017, los independentistas catalanes quieren medir sus fuerzas este miércoles con una gran manifestación en Barcelona a pocas semanas de la sentencia judicial contra sus dirigentes.
La marcha será la octava organizada consecutivamente desde 2012 en ocasión de la Diada del 11 de septiembre, fiesta regional de Cataluña que recuerda la caída de Barcelona en 1714 ante las tropas del rey Felipe V durante la guerra de Sucesión española.
Con el lema "Objetivo independencia", esta manifestación, que en años anteriores había superado el millón de participantes, empezará a las 17.00 horas (12.00 horas en Chile) en la plaza España de Barcelona.
En un llamado a la unidad, los manifestantes deberán formar una estrella gigante que "representa la pluralidad del independentismo en ponerse de acuerdo en un objetivo común", según la Asamblea Nacional Catalana (ANC), organizadora de esta protesta.
Horas antes del comienzo, numerosos militantes paseaban ya por las calles con banderas y camisetas separatistas a pesar de la lluvia caída durante toda la mañana.
Con el día dominado por la agenda independentista, los detractores se mantienen apartados de la jornada festiva.
El último sondeo público del gobierno regional, en julio, mostró que un 48,3% de los encuestados no quería la independencia, contra un 44% que sí.
Por ello, desde el Congreso español, el jefe de gobierno en funciones Pedro Sánchez deseó que "llegue un día en que la Diada sea la fiesta de todos los catalanas y no de una parte".
"Deberíamos pararlo todo"
La manifestación es un termómetro del poder movilizador del independentismo para cuando en octubre se publique la sentencia contra los doce dirigentes juzgados este año en el Tribunal Supremo por el intento de secesión de 2017.
Algunos llevan casi dos años en prisión preventiva por presunta rebelión y se arriesgan a duras penas de cárcel. En el caso del principal acusado, el exvicepresidente regional Oriol Junqueras, la fiscalía pide 25 años.
"A las puertas de esta sentencia, es importante que se nos vea con fuerza y movilizados de manera masiva", dijo a la agencia AFP Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC.
Aunque desencantado por el contexto, Marc Casanova viajó desde los Pirineos, a dos horas y media de Barcelona, con su mujer, sus hijos y su perro, con una bandera independentista atada en el lomo.
"Si nosotros, el pueblo, no nos movemos, todos estos años habrán sido una pérdida de tiempo", asegura este profesor de 37 años, reclamando protestas más contundentes para después de la sentencia.
"Deberíamos pararlo todo, hacer como los chalecos amarillos franceses pero sin violencia ni vandalismo: bloquear carreteras, puertos aeropuertos, escuelas...", opina.
Superar las divisiones
El ánimo es muy distinto al de octubre de 2017, cuando impulsaron un referéndum de autodeterminación, marcado por la violencia policial, y proclamaron una efímera república en esta región nororiental de 7,5 millones de habitantes.
Sus líderes están encarcelados o en el extranjero, como el expresidente Carles Puigdemont que, desde Bélgica, tuiteó: "Hoy volveremos a enseñar al mundo que persistimos a pesar de la represión".
Y las discrepancias se multiplican entre las dos formaciones separatistas que comparten el gobierno regional sobre cómo impulsar nuevamente la secesión.
Juntos por Cataluña, de Puigdemont y su sucesor Quim Torra, llama a la "confrontación" con Madrid si el Supremo emite una sentencia condenatoria.
En cambio, el partido de Junqueras, Izquierda Republicana (ERC), apuesta por el diálogo con el gobierno español, menos hostil desde la llegada en 2018 de Pedro Sánchez.
El vicepresidente regional Pere Aragonés, de ERC, dijo el martes que "cuanto más dura sea la condena (...) más necesidad de volver a encauzar políticamente este asunto".
En este contexto, existen temores de una caída en la participación.
Quim Alvarado, un historiador de 47 años, dudaba si asistir: "Estamos en una situación de impás que me temo que puede ser eterna", lamentaba días antes.
Además, los militantes más radicales convocaron a protestar por la inacción de sus dirigentes ante el Parlamento regional, incluso llamando a ocuparlo.