Una iglesia armenia de Shusha, a unos 15 kilómetros al sur de Stepanakert, resultó muy dañada en unos bombardeos el jueves por la mañana, según Ereván, si bien Azerbaiyán negó estar implicado en ese ataque.
El “ejército azerbaiyano no apunta contra los edificios y monumentos históricos, culturales ni, especialmente, religiosos”, aseguró el Ministerio de Defensa azerbaiyano.
Sin embargo, poco después, el gobierno armenio volvió a acusar a Azerbaiyán de un segundo bombardeo contra la misma iglesia, que habría herido a varios periodistas “rusos y locales”.
Tras el primer bombardeo, un corresponsal de la AFP constató importantes daños en el lugar: un gran agujero en el techo del edificio, vidrieras reventadas y los bancos y varios objetos religiosos, volcados entre el polvo y los escombros.
La catedral de Shusha había sido reconstruida en los años 1990 tras la primera guerra de Nagorno Karabaj, y se convirtió en un símbolo para los armenios.
Por otro lado, Azerbaiyán acusó el jueves a los separatistas de haber “disparado contra zonas habitadas” por civiles, citando los distritos de Bardinsk, Agdjabedin, Goranboy, Terter y Agdam. “Hay muertos y heridos”, según el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán.
En el frente, el Ministerio de Defensa de Karabaj indicó que “los combates se reanudaron [por la mañana] en el norte y el sur”.
Reunión secreta en Ginebra
Por su parte, representantes de Rusia, Estados Unidos y Francia, copresidentes del llamado Grupo de Minsk dentro de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) debían reunirse este jueves en Ginebra con el ministro de Relaciones Exteriores de Azerbaiyán, Ceyhun Bayramov.
El Grupo de Minsk actúa como mediador en este conflicto desde los años 1990. La primera guerra entre separatistas armenios y fuerzas azerbaiyanas en los años 1990, tras la caída de la Unión Soviética, dejó 30.000 muertos.
La reunión se celebraba a puerta cerrada.
Azerbaiyán dice estar decidido a reconquistar Nagorno Karabaj, una región separatista poblada principalmente por armenios, aunque sea por la fuerza de las armas y sostiene que solo una retirada de las fuerzas separatistas y armenias podría poner fin al conflicto.
En este contexto, una portavoz de la diplomacia armenia descartó una reunión de ministros azerbaiyanos y armenios en Ginebra, porque “no se puede negociar con una mano y realizar operaciones militares con la otra”, y denunció la agresión de Azerbaiyán contra Nagorno Karabaj.
Sin embargo, el jefe de la diplomacia armenia debía reunirse el lunes en Moscú con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov.
El ministro francés de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian, afirmó que esperaba que los encuentros de Ginebra y de Moscú puedan “desembocar en la apertura de las negociaciones”.
Tensiones regionales
Según las autoridades separatistas, la mitad de los aproximadamente 140.000 habitantes de Nagorno Karabaj han sido desplazados por el conflicto en los últimos doce días.
El balance oficial de los combates desde el 27 de septiembre es de entre 300 y 400 muertos, entre ellos unos 50 civiles.
Pero sigue siendo muy parcial y Azerbaiyán no anuncia sus pérdidas militares. Ambos bandos afirman haber eliminado cada uno a miles de soldados enemigos.
En el extranjero, el temor es que el conflicto se vuelva internacional, en una región donde Rusia, Turquía, Irán y los países occidentales tienen sus propios intereses.
Turquía ya fue acusada de participar con hombres y material en el conflicto en apoyo de Azerbaiyán.
En este contexto, Azerbaiyán decidió el jueves llamar a su embajador en Grecia en respuesta a una decisión similar de Atenas. Bakú había pedido a Atenas que investigara unas informaciones acerca de la llegada a Nagorno Karabaj de un grupo de armenios procedentes de Grecia, deseosos de combatir.
El presidente ruso, Vladimir Putin, que tiene un papel de árbitro regional, advirtió que si las hostilidades se extienden fuera de Karabaj al territorio armenio, Rusia cumplirá con sus “obligaciones” derivadas de su alianza con Armenia.