La crisis socioeconómica en Venezuela no es ajena a los sectores populares, que constituyen la principal base de respaldo de Nicolás Maduro y los que más sufren la acelerada inflación y la escasez de alimentos y medicinas. Así, tras las "elecciones" del domingo quedaron también en evidencia las fisuras del chavismo y la pérdida de apoyo popular del gobernante.
De un caudal de apoyo de 7,5 millones de votos con los cuales resultó electo en 2013, tras la muerte de Hugo Chávez, Maduro obtuvo 6,1 millones de votos en los comicios del domingo, desconocidos por la coalición opositora y parte importante de la comunidad internacional. Al mismo tiempo, la participación descendió en cinco años de 79,68% a 46,02%, algo devastador para el gobierno. La oposición, por su parte, asegura que las cifras anunciadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE) están manipuladas y abultadas.
Pero ¿dónde están los 1,3 millones de simpatizantes del chavismo que apoyaron a Maduro en 2013? Esta era una de las grandes interrogantes de hoy en Venezuela. Una de las tesis es que simplemente no fueron a sufragar, hastiados por la crisis.
Igualmente, si se toman en cuenta las "elecciones" de la Asamblea Nacional Constituyente de julio de 2017, proceso del cual la oposición también se restó, Maduro incluso perdió dos millones de votos. Ello, porque en aquella ocasión votaron ocho millones de venezolanos para escoger sólo alternativas chavistas para la ANC, mientras que el domingo seis millones optaron por Maduro. El Presidente venezolano incluso se había autoimpuesto una meta de 10 millones de votos de un total de 20,5 millones de electores, una cifra que ni siquiera Hugo Chávez logró en su última elección de 2012.
"Vamos a ganar, sí que sí, pero tenemos que ganar por 10 millones de votos para darle una lección al imperialismo y la oligarquía traidora", dijo Maduro durante un acto de campaña electoral, desde el estado Trujillo. Pero lo cierto es que incluso en las manifestaciones chavistas se observan mucho menos simpatizantes del gobierno.
Los chavistas fieles atribuyen la pérdida de respaldo popular a la crisis económica, de la que el gobierno culpa a la derecha, el sector productivo privado y el gobierno de Estados Unidos. "Hubo abstención de parte y parte por la guerra económica. Hay muchos chavistas que se han dejado llevar por las circunstancias, que se han dejado envolver por la crisis. Ellos prefirieron abstenerse, pero no votar por la oposición", analizó la dirigente comunitaria del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Ana Carella, considerando a la par el respaldo del único contendiente apoyado por unos pocos partidos opositores, Henri Falcón, que logró 1,9 millones de votos. "Los que salimos a votar es porque realmente nos duele el país", agregó.
"Muchos chavistas se han dejado llevar por el discurso y no votaron", coincide Orlando Chávez, uno de los organizadores en San Félix, al sur del país, de la entrega de comida subsidiada por el gobierno. Asegura, sin embargo, que los venezolanos "siguen votando por el proceso porque es la única forma de salir de esto. Esta es una oportunidad para que el Presidente Maduro siga apretando las tuercas para estabilizar la economía", confió. Sin embargo, la gran mayoría se restó del proceso electoral, visto como un fraude del chavismo.
Agudización de la crisis
El no haber alcanzado los 10 millones de votos y, además, haber perdido más de un millón de sufragios de respaldo tiene parte de su anclaje en la crisis económica, que los economistas endosan a la intensa emisión de dinero inorgánico, a las distorsiones cambiarias y el desorden fiscal, que alimentan una inflación que obliga a los venezolanos a contar con más de cuatro salarios mínimos diarios para subsistir y ha provocado una contracción económica de 13,2% al cierre de 2007, según datos de la Asamblea Nacional.
"Hay un desgaste natural de un gobierno que ya tiene 20 años y una crisis económica, social, política e institucional que perturba a los venezolanos. Lo extraño y difícil de explicar es que en medio de esta crisis haya seis millones de personas que voten por Maduro, por eso dudamos de que esos sean los resultados reales", aseguró el economista y militante del partido Primero Justicia, Fidel Hernández.
A su juicio, que de uno a dos millones de personas no hayan apoyado la reelección del Presidente venezolano es lógico en el actual escenario de hiperinflación y crisis social y que no se resiste ni siquiera con los bonos otorgados por el gobierno.
"El Presidente tiene que volver a enamorar al chavismo no con bonos ni sopas, sino poniendo mano dura a la reventa de alimentos, la usura y los alcaldes flojos que no hacen nada", simplifica la oficialista Carella, dando cuenta de que hasta los más chavistas reconocen la dimensión de la crisis venezolana.
La pérdida de respaldo popular y la decisión de no votar de la mayoría de los venezolanos se convirtió en un fuerte mensaje y oportunidad para la coalición opositora, en un país ávido de dirección política, según coinciden los analistas políticos. Además, la oposición cuenta con el respaldo de parte importante de la comunidad internacional, especialmente en América Latina a través del Grupo de Lima.
"Las condiciones están dadas para empujar un país distinto, recomponer la unidad, construir un liderazgo y convertir el músculo electoral en un músculo de unidad y resistencia social desde abajo. La pelota la tiene la oposición y si no entiende el mensaje que le ha lanzado el país, tiene que ser sustituida por otra forma de hacer política", sostuvo el diputado a la Asamblea Nacional y dirigente del partido La Causa R, Américo De Grazia.
El parlamentario resaltó que las prioridades no se pueden lograr con magia, pues la oposición está frente a un régimen con el monopolio de las armas, aunque la ruta es clara: unidad, un proyecto de país distinto y la presencia de un liderazgo "que salga de su posición de confort" y motorice las exigencias del pueblo venezolano.