El ejército chino inició este viernes su segundo día de maniobras bélicas en torno a Taiwán, con ejercicios para poner a prueba su capacidad de “tomar el poder” y controlar zonas clave, ejercicios que, según ha dicho, se han puesto en marcha para castigar al nuevo presidente taiwanés, Lai Ching-te por sus “actos separatistas”, mientras la ONU ha instado a ambas partes a evitar a una escalada del conflicto.

El portavoz del secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Stéphane Dujarric, dijo que “sobre China, puedo decirte que estamos siguiendo de cerca el desarrollo de los acontecimientos en el estrecho de Taiwán. Instamos a las partes implicadas a que se abstengan de realizar actos que puedan agravar las tensiones en la región. (...) Sobre la cuestión de China, nos guiamos por la resolución de la Asamblea General de 1971″.

La norma a la que se refiere Dujarric es la resolución 2758 de la XXVI Asamblea General, de 1971, por la cual se sustituyó a la República de China, con capital en Taiwán, por la República Popular de China, con capital en Beijing, como único representante legítimo de China en el organismo.

Los dos días de ejercicios en el estrecho de Taiwán y en torno a grupos de islas controladas por Taiwán cerca de la costa china comenzaron sólo tres días después de la toma de posesión de Lai.

China, que considera Taiwán como territorio propio y denuncia a Lai como “separatista”, censuró su discurso de investidura del lunes, en el que instó a Beijing a poner fin a sus amenazas y afirmó que las dos orillas del estrecho “no están subordinadas la una a la otra”.

El Mando del Teatro Oriental del Ejército Popular de Liberación dijo en un breve comunicado que sus fuerzas continuaron este viernes con sus ejercicios, denominados “Espada Conjunta”.

El objetivo de los ejercicios es “poner a prueba la capacidad de tomar el poder conjuntamente, lanzar ataques conjuntos y ocupar zonas clave”.

Rechazo al diálogo

En tanto, Lai ha ofrecido en repetidas ocasiones mantener conversaciones con China, pero ha sido rechazado. Afirma que sólo el pueblo de Taiwán puede decidir su futuro y rechaza las reivindicaciones de soberanía de Beijing.

Las autoridades chinas han reiterado en numerosas oportunidades que la independencia de Taiwán no será tolerada y que no descartarán el uso de la fuerza para impedir la secesión.

Los vínculos entre China y la isla de Taiwán, a la que considera una provincia más bajo su soberanía, se rompieron en 1949, después de que las fuerzas del partido nacionalista Kuomintang sufrieran una derrota en la guerra civil contra el Partido Comunista y se trasladaran al archipiélago. Las relaciones se restablecieron solo a nivel empresarial e informal a fines de la década de los 80.