Los temores de que China utilice una nueva ley para poner fin a la libertad de Hong Kong como un territorio semiautónomo han generado altas expectativas sobre los planes que podría tener Donald Trump para devolver el golpe, posiblemente señalando una mayor confrontación entre las dos superpotencias económicas. Este nuevo punto de conflicto llega justo cuando el propio régimen de Xi Jinping había advertido de una “nueva guerra fría” con EE.UU. por la pandemia.
Sin debate alguno, por 2.878 votos a favor, uno en contra y seis abstenciones, la Asamblea Nacional Popular (ANP) aprobó este jueves imponer a Hong Kong una controvertida Ley de Seguridad Nacional que ha desatado una fuerte oposición en la excolonia británica y entre la comunidad internacional. El motivo es que muchos la consideran una violación del principio de “un país, dos sistemas” que concede a la ciudad autonomía y más libertades que al resto de China, vigente en teoría hasta 2047 por el acuerdo de devolución suscrito con Reino Unido.
La nueva ley buscará “impedir, detener y castigar” cualquier conducta que “ponga en grave peligro la seguridad nacional, como el separatismo, la subversión de los poderes del Estado o la organización y ejecución de actividades terroristas, así como actividades de fuerzas extranjeras que interfieran en los asuntos” de Hong Kong. Su Artículo 4 es uno de los más polémicos, al abrir el camino a que la policía secreta china pueda operar oficialmente en el territorio autónomo: los “órganos del Gobierno Popular Central relevantes para la protección de la seguridad nacional” podrán establecer sedes en la antigua colonia y llevar a cabo actividades allí. Es decir, la nueva ley permite a Beijing emplear en Hong Kong las medidas de seguridad que ya aplica en el resto de China, con más poderes para frenar disidencias.
Ahora corresponderá al Comité Permanente de la ANP, los líderes del Legislativo chino, el trazar, en consultas con las autoridades hongkonesas, los detalles de la legislación. Teniendo en cuenta el calendario del Comité Permanente, se calcula que la ley será promulgada entre fines de junio y agosto.
Su anuncio ha reactivado la revuelta por la democracia que vive desde el año pasado Hong Kong, donde han estallado nuevas protestas en los últimos días. Los opositores demócratas a la influencia del gobierno central afirman que la medida abre el camino a un retroceso sin precedentes de las libertades en esta metrópolis financiera de siete millones de habitantes.
“Es el fin de Hong Kong”, dijo a France Presse Claudia Mo, diputada prodemocracia en el Consejo Legislativo hongkonés. “A partir de ahora, Hong Kong será una ciudad china como las otras”, añadió. Joshua Wong, una de las figuras más destacadas de la oposición, estimó que la futura ley va a “matar los movimientos democráticos” en el territorio autónomo.
Para EE.UU., que está enfrentado con China por su supuesta responsabilidad en la expansión de la pandemia del coronavirus, la iniciativa sobre Hong Kong no hace más que tensionar la relación bilateral. Mientras Trump anunció que este viernes ofrecerá una conferencia de prensa sobre China, el miércoles el secretario de Estado, Mike Pompeo, dijo que Hong Kong ya no disfrutaba de la autonomía prometida por Beijing, y por lo tanto no podía seguir disfrutando de los privilegios comerciales con Estados Unidos. El mismo día, el Congreso norteamericano aprobó un proyecto de ley para castigar a los funcionarios chinos acusados de “internamiento masivo” de musulmanes uigures.
China respondió después, advirtiendo de graves consecuencias, según Reuters. El portavoz del Ministerio de RR.EE., Zhao Lijian, dijo: “No aceptaremos ninguna interferencia extranjera, y ante las acciones equivocadas de las potencias externas al interferir en Hong Kong, tomaremos las medidas necesarias para responder”. En ese sentido, un alto diplomático europeo comentó al diario El Mundo que “se están cruzando unos límites muy peligrosos en las relaciones entre las dos potencias. Nunca habíamos visto usar ese tono tan agresivo”.
En esa línea, durante una reunión del Parlamento, el ministro de Defensa chino, el general Wei Fenghe pidió al Ejército Popular de Liberación “atreverse a pelear y ser buenos en el combate”. Incluso el propio Xi ordenó a sus militares que estuvieran preparados en caso de que fuera necesario luchar. “Es necesario explorar modos de entrenamiento y prepararse para la guerra porque los esfuerzos para controlar la epidemia se han normalizado”, dijo el Mandatario durante un encuentro con oficiales del Ejército.
Sin embargo, el primer ministro chino, Li Keqiang, aseguró que la “supuesta” guerra fría a la que EE.UU. está llevando a China, según Beijing, “no beneficia a ninguna de las partes” y “perjudicaría al mundo entero”. “Rechazamos desde hace tiempo la mentalidad de la guerra fría, porque el desacoplamiento entre las dos mayores potencias económicas no le hará bien a ninguna parte y es también dañino para el mundo”, insistió.
Con todo, el sinólogo español y director del Observatorio Política China en Beijing, Xulio Ríos, considera que la iniciativa legal sobre Hong Kong “abre un nuevo frente de conflicto con EE.UU., que no hará sino empeorar las relaciones bilaterales en los próximos meses con el añadido de la polarización derivada del proceso electoral de noviembre”. “Habida cuenta que en los próximos años la tensión geopolítica irá a más, Xi considera que la estabilidad de Hong Kong, y de toda China, es de importancia vital. Es la precondición para la revitalización nacional. La negociación impulsada por el Ejecutivo local no ha cuajado. El impulso de esta ley, sin embargo, podría tensar aún más los ánimos”, dice Ríos a La Tercera.
“Indudablemente, Xi quiere evitar la reanudación de las protestas a gran escala a medida que la pandemia se pone bajo control”, explica a este medio Bonnie Glaser, consejera senior para Asia y directora del Proyecto el Poder Chino del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). Sin embargo, la experta considera que “los imperativos internos anulan cualquier preocupación sobre el impacto en la reputación global de China y las relaciones con EE.UU., Reino Unido y otros países importantes”.
“Beijing podría haber tomado una acción menos drástica para mantener la fachada de ‘un país, dos sistemas’", estima Victoria Hui, académica del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Notre Dame y experta en las relaciones China-Hong Kong. “Es difícil saber si Xi Jinping está muy preocupado por su control del poder o si está demasiado seguro de poder salirse con la suya”, dijo a La Tercera.
Para Maggie Shum, investigadora asociada de la Escuela Keough de Asuntos Globales de la Universidad de Notre Dame y nativa de Hong Kong, “la introducción enérgica de Beijing de la Ley de Seguridad es extremadamente preocupante y devastadora”. “Esta ley paraliza las perspectivas de democracia en Hong Kong, erosionando la premisa de ‘un país, dos sistemas’, y estableciendo condiciones para la represión de la disidencia”, señaló a este diario.