Claudia Sheinbaum asumió el martes como la primera mujer presidenta en la historia de México prometiendo continuar el legado de su mentor político y predecesor, Andrés Manuel López Obrador, poniendo énfasis en atender la pobreza que alcanza al 40% de los 127 millones de mexicanos.
En su primer discurso como mandataria, Sheinbaum ofreció disciplina fiscal, autonomía del banco central del país y elevar la relocalización de empresas durante su sexenio. Además, aseguró que las inversiones nacionales y extranjeras están seguras en la segunda mayor economía de Latinoamérica.
“Soy madre, abuela, científica y mujer de fe y, a partir de hoy, por voluntad del pueblo de México, la presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos”, dijo ante los vítores de “presidenta, presidenta”.
“Gobernaré para todos y para todas y tengan la certeza que pondré mi conocimiento, mi fuerza, mi historia, y mi vida misma al servicio del pueblo y de la patria. Tengo la certeza que consolidaremos juntos un México cada día más próspero, democrático y justo (...) no les voy a defraudar”, agregó.
La exalcaldesa de Ciudad de México entre 2018 y 2023 se comprometió a continuar con los programas sociales que le granjearon una elevada popularidad a López Obrador, conocido como AMLO. En el pasado, ha insistido en que será ella quien gobernará a pesar de las críticas de que el saliente mandatario tendrá un peso importante en el próximo sexenio.
La primera presidenta en 200 años de historia de México asume un país con una economía que apenas se ha expandido, inmerso en una espiral de violencia ligada al crimen organizado y con el déficit fiscal más alto desde la década de 1980.
Pero analistas coinciden en que el reto más apremiante que tendrá la científica de 62 años será calmar a los inversionistas, preocupados por la diligente aprobación de una reforma judicial aupada por AMLO, que han visto como una amenaza para la democracia y el clima de negocios.
“El principal desafío para la presidenta Claudia Sheinbaum será reforzar la confianza del mercado y ofrecer un marco regulatorio y de políticas predecibles y favorables a la inversión”, dijo el jefe del equipo de Investigación Económica para América Latina de Goldman Sachs, Alberto Ramos.
Por ello, en un primer guiño a los mercados, Sheinbaum intentó poner paños fríos tras la aprobación de la reforma judicial.
“Promoveremos la inversión pública y la inversión privada. Lo digo con toda claridad: tengan la certeza que las inversiones de accionistas nacionales y extranjeros estarán seguras en nuestro país”, sostuvo.
Los primeros meses de su gestión podrían ser de alta volatilidad para los mercados financieros locales por las votaciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos -vecino y mayor socio comercial de México-, sobre todo, si el expresidente Donald Trump logra el triunfo.
Además, el mercado seguirá muy de cerca la presentación del primer presupuesto nacional del Gobierno entrante antes del 15 de noviembre, para analizar si podrá cumplir con la promesa de reducir el déficit fiscal al 3,5% del Producto Interno Bruto (PIB) desde el 5,9% estimado para el cierre de este año.
Cuesta arriba
Durante su mandato, que inició en diciembre de 2018, López Obrador duplicó el salario mínimo, redujo la pobreza y el desempleo, amplió la base de los programas sociales y supervisó el fortalecimiento del peso, éxitos que impulsaron su popularidad y ayudaron a Sheinbaum a obtener una aplastante victoria en las elecciones de junio.
Pero más allá de su promesa de “continuidad con cambio”, Sheinbaum hereda un fuerte déficit presupuestario y un PIB que, en términos reales, se expandió apenas un 0.9% en el gobierno de López Obrador. Según expertos, la segunda economía más grande de América Latina deberá implementar algún tipo de reforma tributaria que aumente los ingresos fiscales.
Sin embargo, la propia Sheinbaum ha dicho que no tiene en mente una “reforma fiscal profunda”, por el contrario, sostiene que buscará reducir la burocracia y mejorar la eficiencia de la recaudación de impuestos en las aduanas, entre otras propuestas.
“Tendrá que llevar a cabo una importante consolidación fiscal si quiere mantener la visión positiva que los mercados tienen hoy de ella”, dijo el economista del banco de inversión Bradesco BBI, Bernardo Keiserman.
“Creemos que el Gobierno está comprometido con un ajuste, pero lograr uno de la envergadura suficiente no va a ser una tarea fácil. La economía está más débil y es probable que se debilite aún más”, agregó.
Recientemente, el banco central recortó su previsión de crecimiento del PIB para este año al 1,5% desde el 2,4% previo y rebajó su estimación para 2025 al 1,2%. Además, la entrante administración recibe una pesada carga de la altamente endeudada petrolera estatal Pemex.
Luego de la pandemia del coronavirus, el nearshoring -el traslado de los procesos productivos o comerciales de una empresa a países cercanos a su mercado principal para reducir costos- ha colocado a México en el centro de las inversiones.
Uno de los desafíos para Sheinbaum será incrementar la Inversión Extranjera Directa mientras implementa las polémicas reformas constitucionales heredadas de AMLO, como la elección de jueces por voto popular o la eliminación de organismos autónomos, que han enfrentado a México con sus socios en el tratado comercial de Norteamérica: Estados Unidos y Canadá.
Ambos países han alzado su voz de protesta asegurando que los cambios constitucionales generan incertidumbre sobre el Estado de Derecho y la fortaleza de las instituciones gubernamentales. Y la calificadora Moody’s advirtió que la reforma judicial podría tener repercusiones significativas en la calificación crediticia soberana del país.
La nueva mandataria gobernará un país donde cada día son asesinadas, en promedio, 10 mujeres, de acuerdo a cifras de la ONU, y le tocará lidiar con un repunte de la violencia en la recta final del gobierno de AMLO, que ha acumulado casi 200.000 homicidios dolosos durante su mandato, el más violento de la historia reciente.