Por Alison Brysk, cientista política y académica del Departamento de Estudios Globales de la Universidad de California en Santa Bárbara.

El giro del Partido Demócrata de pasar del presidente Joe Biden a Kamala Harris representa un cambio del pasado al futuro. La elección de Harris como candidata para oponerse a Donald Trump reubica la elección de Estados Unidos desde una contienda entre dos pasados: el liberalismo agotado de finales del siglo XX de Biden frente al retorno de Trump hacia una era imaginada de grandeza nacional, característica del fascismo. En la identidad e ideología de Harris, la vicepresidenta representa el futuro, y el futuro es femenino.

Harris representa el futuro feminista y el rechazo de la reacción patriarcal de Trump -señalada crudamente por su selección del nacionalista cristiano J.D. Vance como candidato a la Vicepresidencia- más claramente en la política de reproducción. Ella lleva la antorcha feminista en su defensa proactiva de la libertad reproductiva, pero también en la política de su identidad como madre no tradicional en una familia mixta, y como feminista negra interseccional integrada en una poderosa red de hermandad de la sociedad civil.

Hasta el momento, ha logrado esquivar los reveladores ataques patriarcales que intentaban deslegitimar su identidad: negar su validez como madre, su ciudadanía y sus cualificaciones profesionales. En menos de una semana, la candidata Kamala ha movilizado un apoyo y un respaldo sin precedentes precisamente porque se parece al futuro de Estados Unidos: una madre trabajadora, mestiza, pragmáticamente progresista y defensora de la opción “yo decido”, que se siente cómoda y competente en funciones de autoridad.

La representación feminista con visión de futuro de Kamala ya ha demostrado ser más eficaz a la hora de movilizar a una nueva generación de estadounidenses que la versión liberal más histórica de Hillary Clinton. Sus llamados a la libertad y al futuro contrastan con la retórica del miedo y la pérdida de control de Trump. Harris no es una política perfecta, y muchas de sus políticas son bastante limitadas. Pero la candidata Kamala, alzando su faro de esperanza como la Dama de la Libertad, representa la mejor oportunidad de Estados Unidos para superar una década de división y desesperación y defender nuestra democracia.