
Columna de Carlos Larrea: La victoria de Noboa en Ecuador

Por Carlos Larrea, profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar.
El domingo 13 Ecuador reeligió al magnate Daniel Noboa como presidente, quien se impuso con el 55% de los votos, frente a la candidata Luisa González, de la oposición populista de izquierda. Este resultado frustró al tercer intento de la oposición por retomar el poder, que se ha mantenido en manos de la derecha desde 2017. El expresidente izquierdista Rafael Correa, quien gobernó el país entre 2006 y 2017, años de bonanza económica, introdujo reformas sociales con alentadores resultados. Posteriormente el país ha sufrido una prolongada crisis debido al progresivo agotamiento del petróleo, y los gobiernos de derecha han aplicado con poco éxito políticas de ajuste estructural.
A la crisis económica se ha añadido un dramático incremento del narcotráfico. El Ecuador, tradicionalmente pacífico, ha sufrido durante los últimos 5 años una quintuplicación de las tasas de homicidio, convirtiéndose en el segundo país más violento de América Latina.
Aunque Noboa ha enfrentado el narcotráfico, sus esfuerzos han sido poco efectivos, como lo han sido sus políticas de recuperación económica y generación de empleo. Su victoria se explica por la imagen proyectada en las redes sociales de un líder joven con voluntad y capacidad para pacificar el país, combatir la corrupción y generar empleo.
La imagen de Correa ha caído por escándalos de corrupción durante su gobierno y acusaciones de posibles nexos con el narcotráfico. El propio Correa está condenado por corrupción y exiliado. El tercer fracaso del correísmo por retomar el poder puede llevar al agotamiento de esta posibilidad.
El nuevo gobierno enfrentará la crisis más profunda del siglo, el narcotráfico, que difícilmente se controlará únicamente por métodos represivos, una crisis energética y ambiental y el debilitamiento de la democracia. Ningún candidato presentó propuestas viables frente a esta crisis multidimensional. El país se enrumba a una crisis prolongada con alta conflictividad.
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