Por Jeremy Browne, director ejecutivo de Canning House
Este domingo, los dos nombres más importantes de la política brasileña se enfrentan cara a cara para reclamar el premio más grande de América Latina.
En una elección presidencial plagada de campañas negativas, personalidad política y emociones crudas, el expresidente y principal candidato de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, más conocido simplemente como Lula, y el mandatario de derecha Jair Bolsonaro son enemigos jurados. Es a la vez una telenovela convincente y una competencia de alto riesgo con serias ramificaciones para Brasil y el mundo.
Los dos hombres son muy carismáticos, ambos con distintos defectos e ideológicamente opuestos.
Lula, excarcelado tras la anulación de su condena por corrupción, lidera actualmente las encuestas. Presidente de 2003 a 2010, supervisó un período sin precedentes de crecimiento económico y progreso social, impulsado por el aumento de los precios mundiales de las materias primas, y dejó el cargo con índices de aprobación altísimos.
Su programa de transferencias monetarias condicionadas, Bolsa Familia, sacó a millones de personas de la pobreza, aunque la reputación del Partido de los Trabajadores que fundó se vio empañada posteriormente por una serie de escándalos de corrupción, algunos de los cuales involucraron personalmente a Lula.
Bolsonaro, quien en 2018 hizo una campaña exitosa en una plataforma de libre mercado antisistema, redujo impuestos, trató de vender empresas estatales e intentó y fracasó en introducir reformas muy necesarias en el inflado sistema de pensiones.
Su presidencia se ha visto empañada por acusaciones de corrupción, degradación ambiental y una respuesta inadecuada a la pandemia del Covid-19, exacerbada por los comentarios altamente incendiarios de Bolsonaro sobre las minorías, los medios de comunicación y sus oponentes políticos. Su subversión de las normas de la política y la etiqueta hacen que esta elección sea aún más cargada.
El ganador tomará el timón de una gran potencia económica. Brasil es el mayor exportador mundial de pollo, carne de res, soya, café y azúcar. Eso importa, dado que la población mundial crece rápidamente y la seguridad alimentaria es una preocupación para muchos.
Una fuente vital también de riqueza mineral, Brasil posee importantes reservas mundiales de mineral de hierro, oro y cobre, y está invirtiendo fuertemente en la producción de litio, un elemento crítico para las baterías necesarias para impulsar la revolución de la energía verde.
Brasil también está a la vanguardia de la innovación financiera, con el mercado de tecnología financiera más grande de América Latina y el quinto más grande del mundo. Nubank, un banco en línea fundado y con sede en Brasil, está valorado en US$ 30 mil millones y es una de la más de una docena de empresas emergentes brasileñas valoradas en más de US$ 1.000 millones.
Una de las líneas divisorias más amargas entre los candidatos es su enfoque del medio ambiente. Bolsonaro ha prometido continuar con el desarrollo económico de la vasta región amazónica de Brasil, incluso a costa de la destrucción ambiental. Lula, por el contrario, ha hecho de la protección de la selva tropical y las tierras indígenas uno de sus pilares de reelección.
Sin embargo, cualquiera que sea el resultado de este domingo, Brasil está bien posicionado en la transición energética global, con casi la mitad de la energía del país proveniente de fuentes renovables, particularmente hidroeléctrica y eólica.
Como la economía más grande de América Latina y una democracia líder, Brasil importa en la batalla global más amplia entre los modelos competitivos de democracia liberal y autoritarismo. Gobernado por una dictadura militar hasta 1985, Brasil es ahora firmemente democrático. Es vital para la salud de América Latina que siga así, dado el estatus de Brasil como líder en la región.
América Latina también comparte más ampliamente un código de valores similar al del mundo occidental, buscando promover programas sociales amplios, persiguiendo el desarrollo económico capitalista y siguiendo un orden basado en reglas. La influencia de China se ha disparado debido a la fuerte inversión y la gran demanda de las exportaciones de la región. Un objetivo estratégico de las principales naciones occidentales debe ser mantener relaciones sanas con aliados clave como Brasil, así como con vecinos importantes como Colombia y Argentina.
América Latina tiene todas las condiciones para prosperar económicamente, pero a menudo ha carecido de líderes con la visión y la integridad para impulsar a sus países.
Este domingo dos políticos con grandes visiones y personalidades aún más grandes entran al ruedo para determinar el futuro de una nación con un potencial ilimitado. Las repercusiones de esta titánica competencia se sentirán en toda América Latina y más allá.