Por Paulo Pacheco, embajador de Brasil en Chile
Al cumplirse 187 años de relaciones diplomáticas, Brasil y Chile pueden enorgullecerse de haber construido una sólida, diversificada y dinámica relación. Esta amistad -que es “sin límites”, como bien definió el principal referente de la diplomacia brasileña, Barón de Rio Branco-, se expresa no solo en los contactos entre gobiernos y empresarios, sino que también en la rica relación establecida durante décadas entre artistas e intelectuales de ambos países.
En el plano político, la “amistad sin límites” es conocida y abarca una variada agenda en los ámbitos bilateral, regional y multilateral. En ella, predomina una fuerte convergencia y una creciente cooperación en temas del siglo XXI, como la preservación del medioambiente y la lucha contra el cambio climático; el desarrollo de fuentes de energía limpias y renovables; la mitigación de las desigualdades sociales y el avance en los temas de género; el fortalecimiento de las instituciones democráticas y la promoción y protección de los derechos humanos; la cooperación en temas antárticos, y los esfuerzos en ciencia, tecnología e innovación.
Esta cooperación se expresó en el apoyo otorgado por Brasil para combatir los recientes incendios forestales en el centro sur del país. La ayuda significó el envío de aviones C-130 de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) y la actuación en tierra de equipos de la FAB y de la Fuerza Nacional de Seguridad Pública (FNSP). En 2019, Chile brindó un soporte similar en Brasil.
Este año se conmemora un importante hito de estas relaciones políticas. El 22 de abril de 1963, el entonces presidente João Goulart aterrizó en Santiago para la primera visita de un jefe de Estado brasileño a Chile. Medios de la época registraron el cálido recibimiento, que movilizó a una multitud de medio millón de personas en las calles de la capital chilena, cerca de la cuarta parte de la población de Santiago en la época. Este fervor recordó el cariño y reconocimiento de los chilenos al exitoso desempeño de Brasil en el Mundial del 62, cuando se coronó bicampeón del mundo.
En la economía, las cifras de comercio e inversiones entre Brasil y Chile también sobresalen. En 2022, tras sucesivos récords, el comercio alcanzó nuevamente su nivel histórico más alto, de US$ 13.700 millones. Brasil es el principal destino de la inversión extranjera chilena en el exterior, con un stock de alrededor de US$ 38.000 millones, y es el tercer socio comercial de Chile en el mundo. Chile es el segundo mayor aliado comercial de Brasil en América Latina y Brasil es el principal inversor latinoamericano en Chile.
Pero la relación va mucho más allá de los lazos políticos y económicos. Es también la dimensión humana de esta intensa relación la que une a ambas naciones en un ámbito más profundo, perenne y multifacético. El turismo es parte de estos lazos. Solo en enero y febrero de 2023, más de 52 mil brasileños visitaron Chile. Se trata de un crecimiento de más del 470% en comparación con el mismo período de 2022, lo que muestra la reanudación gradual de los flujos afectados por la pandemia. En 2019, antes de la emergencia sanitaria, Brasil era el segundo principal emisor de turistas a Chile, con más de 540 mil visitantes al año. Chile fue el cuarto país con el mayor número de visitantes a Brasil, con 300 mil viajeros anuales.
Esta dimensión humana se compone también de los inquebrantables lazos de cultura y amistad entre intelectuales de ambos países, que se remontan a un pasado relativamente lejano.
La poeta y diplomática chilena Gabriela Mistral, quien vivió en Brasil entre 1940 y 1945, estableció lazos con intelectuales como Cecília Meireles, Mário de Andrade, Manuel Bandeira, Jorge de Lima, Vinícius de Moraes, Carolina Nabuco, Assis Chateaubriand y Henriqueta Lisboa, su principal traductora al portugués. Fue allí donde recibió la noticia de su Premio Nobel de Literatura, mientras se desempeñaba como cónsul de Chile en Petrópolis.
Pablo Neruda también cultivó amistad con intelectuales brasileños, como Jorge Amado, Clarice Lispector, Rubem Braga, Vinícius de Moraes y Thiago de Mello. Este último, en su condición de agregado cultural en la embajada de Brasil en Santiago, en 1963, publicó el fotolibro El rectángulo en la mano, el primero del reconocido fotógrafo Sergio Larraín. Y no menos relevante fue el aporte del crítico de arte Mario Pedrosa, quien, exiliado en Chile bajo la Ley de Seguridad Nacional de Brasil, y a pedido de su amigo, el presidente Salvador Allende, movilizó sus contactos para crear el acervo del Museo de la Solidaridad Salvador Allende.
Este intercambio cultural se mantiene intenso hasta hoy. En la actualidad, un creciente número de artistas brasileños, de artes escénicas como música, ballet y teatro, así como de las artes visuales, continúan cosechando un gran éxito en sus presentaciones en Chile, atrayendo a una importante audiencia y contribuyendo a fortalecer la imagen de Brasil en la sociedad chilena. Anualmente, en promedio, se presentan más de 40 espectáculos e intervenciones culturales provenientes de Brasil.
El Instituto Guimarães Rosa (IGR), que forma parte de la embajada de Brasil, apoya activamente este intercambio, manteniendo viva una tradición que se remonta a 1939, con la creación del Instituto Chileno-Brasileño de Cultura. Actualmente, el IGR en Santiago imparte la enseñanza de la lengua portuguesa a más de un centenar alumnos por año.
Es a partir de este rico pasado común y de esta simpatía y admiración recíprocas, que permean la política, la economía y abarcan la cultura, que Brasil y Chile podrán avanzar cada vez más en la construcción de una relación cada vez más sólida y diversa, que beneficie al conjunto de sus respectivas sociedades.