Por Paulo Roberto Soares Pacheco, embajador de Brasil en Chile
La promoción de la integración regional, objetivo consagrado en la Constitución brasileña, ha recibido un renovado impulso del gobierno brasileño. Si en el plano interno ese estimulo incluye la movilización de recursos para la conectividad sudamericana, en el plano regional Brasil ha trabajado con Chile y otros socios para viabilizar una nueva agenda de integración. Une a Brasil y a Chile, en ese trabajo conjunto, la intención de sus gobiernos de proyectar la voz sudamericana en el mundo y asegurar que la integración traiga beneficios palpables a sus sociedades.
Fue precisamente la prioridad conferida por Brasil a la integración de América del Sur la que motivó al presidente Luiz Inácio Lula da Silva a convocar, luego en el 5º mes de su nuevo gobierno, un encuentro de los líderes sudamericanos, poniendo fin a un intervalo de casi 10 años sin reuniones presidenciales sobre nuestro futuro regional común. El evento de mayo de 2023 culminó en la adopción del llamado Consenso de Brasilia, dirigido a la integración por medio de iniciativas concretas, como infraestructura y logística, facilitación del comercio e integración financiera.
Lejos de limitarse a un ejercicio solo retórico en el plano externo, la promoción de la integración ha permitido una intensa articulación interna en Brasil. Por medio de la creación de una comisión interministerial en 2024, 12 diferentes ministerios brasileños se han dedicado a examinar proyectos de infraestructura física y digital de América del Sur. En el Nuevo Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) brasileño, que prevé más de US$ 320.000 millones en inversiones, al menos 190 proyectos se refieren justamente a la conexión de Brasil con sus vecinos.
Se destacan las llamadas 5 rutas de Integración y desarrollo sudamericano, en particular el Corredor Bioceánico Capricornio, que conectará, ya a partir del primer semestre de 2025, el centro-oeste de Brasil con puertos del norte de Chile. Regiones chilenas como Tarapacá y Antofagasta visualizan, en este proyecto, un eje estratégico de desarrollo.
En el plano externo, el Consenso de Brasilia demostró, una vez más, la fuerza de la alianza regional entre Brasil y Chile, los primeros en ocupar la presidencia rotativa del mecanismo. En su primer año de existencia, el Consenso logró retomar entendimientos sobre temas urgentes, no solo económicos, sino también relacionados con el combate al crimen organizado transnacional, a las migraciones y a la gestión de riesgos de desastres naturales.
Esta alianza a favor de la integración no se limita, tampoco, al plano bilateral y al Consenso de Brasilia. También ocurre en el ámbito del Mercosur, una de las más exitosas, profundas y longevas iniciativas de América del Sur, que ha continuado beneficiando a sus integrantes y aliados, entre ellos Chile, Estado asociado desde 1996.
La eficacia del Mercosur en el área económica ya está bastante comprobada por los hechos. Desde su creación, hace más de 3 décadas, el comercio entre sus miembros fundadores –Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay– se multiplicó por 10 y suma, actualmente, casi US$ 50.000 millones. El bloque equivale a la 7ª economía mundial, con un PIB de US$ 2.860 mil millones, 70% del PIB de toda la América del Sur. Una de las características del comercio al interior del bloque es su alto valor agregado. Gracias a la red de acuerdos comerciales del Mercosur con sus Estados asociados, tenemos, en América del Sur, desde 2019, un área de libre comercio extensa y que ha adquirido un renovado vigor.
Para Chile, la relevancia económica del Mercosur puede ser fácilmente constatada. Apoyado por el Acuerdo Mercosur-Chile, que ostenta 100% de desgravación arancelaria, el intercambio económico Brasil-Chile continúa siendo relevante y promisorio, alcanzando Brasil la posición de 3º socio comercial de Chile, su 3º mayor proveedor de productos y principal destino de las inversiones de Chile en el mundo. Brasil es también el mayor inversionista latinoamericano en Chile, principal mercado en el mundo para el vino chileno embotellado, además de relevante destino de productos como salmón, cobre, frutas y hortalizas chilenas. En 2023 –y también en los 6 primeros meses de 2024– Chile tuvo más comercio con el Mercosur que con la Unión Europea o con los países de la Alianza del Pacífico. Con la reciente actualización del régimen de reglas de origen Mercosur-Chile, ese intercambio comercial continuará expandiéndose.
Tal vez, sean menos conocidas otras ganancias proporcionadas por el Mercosur a sus Estados partes y asociados. Las reglas del bloque sobre movilidad, para citar solo uno de esos beneficios, son esenciales para que Brasil y Argentina se hayan consolidado como los dos principales proveedores de turistas a Chile. En las palabras de la subsecretaria Gloria de La Fuente, en su participación en la reciente Cumbre del Mercosur, el bloque constituye “una plataforma esencial para la integración regional”, yendo más allá de cualquier sesgo ideológico, con resultados concretos y pragmáticos.
Son esas y otras las credenciales que continúan despertando el interés de países de la región y de fuera de ella por el Mercosur. La reciente adhesión de Bolivia es un ejemplo, al incorporar a un actor que, entre muchas otras fortalezas estratégicas, desempeña un papel destacado en la necesaria transición energética, resaltando la innegable relevancia política, geopolítica y económica del Mercosur.
En paralelo, Brasil ha buscado fortalecer su interlocución en el plano internacional, en pro de la inclusión social, del desarrollo sustentable y de la defensa de la paz en medio de tensiones internacionales. Refuerza esa interlocución, no en detrimento de su compromiso con la integración regional, sino que para complementarla. No es casual que Brasil, al ocupar la presidencia del G-20 en 2024, tuvo el placer de invitar a Chile y a otros países de la región a diversos grupos de trabajo, con el fin de amplificar nuestra voz regional común.
En medio de ese contexto de cooperación bilateral, regional y multilateral, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva realizará, el 5 y 6 de agosto próximo, su visita de Estado a Chile. En la pauta de las conversaciones entre los presidentes Lula y Gabriel Boric deberán estar iniciativas para que Brasil y Chile sigan expandiendo no solo sus relaciones, sino que también su colaboración en favor de una América del Sur integrada, autónoma, próspera, pacífica e influyente.