El Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) —también conocido como la megacárcel de Bukele— es el lugar que alberga a delincuentes pertenecientes a las organizaciones más peligrosas del continente, como los Mara Salvatrucha, que han cobrado miles de vidas en El Salvador y el resto del continente.
La cárcel fue inaugurada por el gobierno de Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, y anunció que “podrá alojar a 40.000 terroristas, quienes estarán incomunicados del mundo exterior”.
Esta edificación fue construida en un tiempo récord de siete meses a partir del trabajo de 3.000 personas, mientras que está ubicado en un valle cercano al volcán Chichonpontec, en Tecoluca.
Además, el recinto cuenta con un sistema de máxima seguridad para evitar posibles maniobras o técnicas de escape por parte de los reclusos.
Se inauguró hace 11 meses y, para Navidad, el periodista de la BBC Roberto Valencia gestionó una visita.
Lo primero que le sorprendió al periodista fue el tamaño del lugar. “236.000 metros cuadrados, el equivalente a cinco veces el Zócalo de Ciudad de México. Muy pocas cárceles en el mundo ocupan más espacio”, comentó.
Belarmino García, el director de la megacárcel, fue quien le hizo el tour con lujo de detalles. El hombre le contó que el muro principal tiene 9 metros de altura y otros 3 de barda electrificada con 15.000 voltios.
“Con solo acercarse ahí, uno muere de un solo toque”, dijo.
El centro penitenciario de máxima seguridad cuenta con ocho módulos gigantes, de los cuales seis están ocupados por emeeses (miembros de la banda Mara Salvatrucha) y dieciocheros (de las pandillas Barrio 18-Sureños y el Barrio 18-Revolucionarios).
En los otros dos hay prisioneros que están en “fase de confianza”, pues no están enjuiciados por delitos graves. Ellos son quienes se ocupan de mantener la limpieza del recinto y por cada ocho horas que trabajen, reducen dos días de su condena.
El tamaño de las celdas es de aproximadamente 100 metros cuadrados y cuenta con dos piletas de agua y dos inodoros para cubrir las necesidades de aseo básicas de las decenas de reclusos, quienes deben dormir en camarotes hechos a partir de hierro, sin colchones.
La cena de Navidad para los reclusos
El periodista llegó a la megacárcel a ver qué cenaban los reos en Noche Buena. Grande fue su sorpresa cuando se dio cuenta que los pandilleros no salen de sus celdas a un comedor común.
En cambio, les llevan su porción de comida tres veces al día y las entregan a través de las rejas: es un táper y un vaso de plástico por cada uno.
“Creí que, por ser una fecha tan señalada, el menú tendría alguna concesión, pero autoridades y pandilleros me dicen que no”, relató Velasco.
El menú de esa noche —y de todas las que le siguen— era lo que solían comer a diario: un puñado de “arroz insípido”, un caldo hecho a base de frijoles y dos tortillas de maíz “finitas, de las que se usan para tacos”. Para el brindis, un café con poca intensidad.
“Eso mismo comen todos los días, de desayuno, almuerzo y cena. La única alteración (...) es que el arroz se sustituye por espaguetis”.
A veces, los familiares de los pandilleros les llevan alimentos distintos, como azúcar, avena, leche y suplementos en polvo. No obstante, Belarmino le confirmó al periodista que menos de la mitad de todos los encerrados tiene familia que los apoya.