Los manifestantes marcharon por Venice Beach, cantaron el nombre de George Floyd en el centro y se arrodillaron en el medio de Sunset Boulevard. Los grafitis y los vidrios rotos cubrieron un distrito de tiendas de modas. Las tropas de la Guardia Nacional, que portaban rifles de asalto, bloquearon el acceso a los negocios que habían sido saqueados. Los toques de queda comenzaron tan temprano como a las 13.00.

La agitación civil ha cubierto el área metropolitana de Los Angeles esta semana a una escala que no se había visto desde los disturbios de 1992.

En ese entonces, la chispa que detonó las protestas fue el video de la golpiza a Rodney King por parte de cuatro agentes blancos de la policía de Los Angeles. Ahora, fue grabado el asesinato de Floyd a manos de un agente de Minneapolis, lo que ha sido considerado como un doloroso recordatorio para los habitantes de LA de que la violencia policial contra los negros continúa.

Pero comparada con 1992, la nueva agitación en Los Angeles ha sido más organizada, más pacífica y, en gran parte, centrada en las áreas más adineradas de la ciudad, también en el centro, donde se encuentra el gobierno de la segunda ciudad más poblada de Estados Unidos.

“Solo cuando esos espacios son alterados es que aquellos que actualmente tienen poder se despiertan ante el dolor y la rabia que estamos experimentando”, dijo Melina Abdullah, profesora de Estudios Panafricanos en la Universidad Estatal de California en Los Angeles y que es organizadora del movimiento Black Lives Matter (Las Vidas de los Negros Importan).

Los disturbios de 1992 comenzaron después de que cuatro agentes blancos de la policía de Los Angeles fueran absueltos de usar violencia excesiva en el centro sur de Los Angeles, entonces un barrio mayoritariamente negro, y se extendieron por la ciudad. Más de 60 personas murieron, incluyendo 10 a manos de la policía y la Guardia Nacional. Miles de edificios fueron destruidos. La policía de Los Angeles salió del centro sur y dejó que se quemara.

Las últimas protestas, por el contrario, han sido organizadas y ocurrieron en toda la ciudad, atrayendo a gran cantidad de personas de forma pacífica. Aunque varias tiendas han sido saqueadas, comparativamente la violencia ha sido limitada. Nadie, hasta ahora, ha muerto. El sur de Los Angeles tal como el centro sur, fue cambiado de nombre en un intento por reparar la reputación del área, ha sido en gran parte segregado.

La policía detiene a dos sospechosos de saqueos, durante los disturbios en 1992. Foto: AP

Connie Rice, una abogada de derechos civiles que ha estado involucrada con las reformas en el Departamento de Policía de Los Angeles, dijo que la relación de la policía con los residentes, aunque no es perfecta, ha mejorado sustancialmente a medida que los últimos jefes de policía han buscado cambiar una cultura en la que muchos agentes se veían a sí mismos como soldados y las comunidades de minorías las veían como zonas de guerra.

Los disparos de parte de agentes de la policía de Los Angeles cayó a un mínimo de 30 años el año pasado. Los oficiales dispararon a 26 sospechosos, comparado con 115 en 1990. Doce personas murieron a manos de la policía en 2019, el cuarto año consecutivo de descensos desde que 21 personas fueran asesinadas en 2015.

Sin embargo, abundan todavía las tensiones entre la policía y las comunidades de las minorías. El lunes, el actual jefe, Michel Moore, dijo que más personas estaban capitalizando la muerte de Floyd y que “su muerte está tanto en sus manos como en esos agentes”. Él se disculpó rápidamente y ha denunciado el tipo de vigilancia policial que llevó a la muerte de Floyd, pero los manifestantes han pedido su renuncia.

“Las dinámicas no son las mismas a las que había” en 1992, dijo Rice. “Pero el tóxico metaproblema de la vigilancia continúa existiendo”.

Esos problemas se han agravado, dijo Rice, por una falta de oportunidades económicas para las minorías, que también se han visto más afectadas por el coronavirus y la recesión que lo acompaña.

“Si dejas a las personas en un desierto de oportunidades, sin esperanza, aún así tendrás los disturbios”, señaló Rice.

A diferencia de 1992, los manifestantes en esta ocasión tienen demandas concretas, incluyendo recortes a la policía de Los Angeles. El alcalde Eric Garcetti respondió a la presión el miércoles en la noche, al decir que él y la municipalidad habían identificado US$ 250 millones en recortes a departamentos incluyendo la policía, un dinero que sería invertido en trabajos, educación y salud, con un foco en las comunidades de minorías. También anunció cambios a las políticas de la policía incluyendo que se requiera que los agentes intervengan cuando ellos vean un uso inapropiado de la fuerza.

“Este es un momento que cuando miremos hacia atrás en 20 años más, podamos decir que hicimos lo correcto”, dijo el demócrata en un discurso transmitido online.

En una manifestación el martes en el Hollywood Boulevard abundaban los carteles que decían “desfinancia a la policía”.

“Estoy complacido de que todos, sin importar el color, se estén uniendo”, dijo Brandon Allen, un afroamericano de 30 años, que señaló que había salido a protestar por “cómo la gente negra ha sido oprimida por cientos de cientos de años”.

Las personas el martes, tanto en Hollywood como en el centro, eran racialmente diversas, un factor que algunos activistas dijeron que era necesario para hacer que el cambio sea duradero.

Debra Scharwath, de 62 años, que asistió a las protestas del centro con su esposo, indicó que ella había respaldado desde lejos al movimiento Black Lives Matter, pero este fue el primer evento al que concurrió. “Fue un honor arrodillarse con todos”, dijo Scharwath, que es blanca.

Garcetti ha dicho que respalda a los manifestantes pacíficos y sus objetivos e indicó que la Guardia Nacional no debería ser desplegada en el sur de Los Angeles,“en memoria de 1992”. El martes, Garcetti se arrodilló junto con los manifestantes fuera de la alcaldía, algo que varios agentes de la policía habían hecho.

Pero Garcetti también dijo que el cumplimiento de la ley no apoyará la violencia o el saqueo, destacando que había negocios que recién habían abierto sus puertas después del confinamiento por el coronavirus.

Una de las tiendas que fue atacada es la optometría Sunny, en Santa Monica. Los propietarios, Alice Sun y su esposo Daniel Sjolund, miraron desde su casa el video de las cámaras de seguridad que mostraba cómo los saqueadores patearon la puerta, robaron los marcos de los lentes e incendiaron el lugar, el que puede que no sea seguro reabrir por meses.

“Tenemos muchos préstamos estudiantiles. Tenemos un montón de deuda que nos ayudó a comprar este negocio”, dijo Sun, de 30 años. “Sin ingresos, no sé de dónde va a salir el dinero”. Abdullah, organizadora del movimiento Black Lives Matter, dijo que los medios y los funcionarios públicos estaban prestando mucha atención al daño de la propiedad y criticó la respuesta “muy violenta” de la policía contra los manifestantes. La policía de Los Angeles disparó balines de goma y agitaron sus bastones contra los manifestantes el fin de semana.

El Departamento de Policía ha cambiado poco desde 1992, dijo Abdullah, que destacó que los asesinatos cometidos por policías en Los Angeles no comenzaron a caer sino después de que el movimiento Black Lives Matter se volvió activo en 2013.

El Departamento de Policía de Los Angeles no respondió a la petición de hacer comentarios.

“Creo que estamos en un punto cúlmine”, dijo Abdullah. “Bajo esta pandemia, las comunidades de los negros en particular han sido sobre vigilados. Todavía no hay responsabilidad”.