Cuando la tensión entre Israel y el Líbano, puntualmente con el grupo militante islamita Hezbolá, parecía no poder escalar más luego de numerosos enfrentamientos grandes y pequeños en las últimas semanas, un evento amenaza con hacer estallar la frágil situación en Medio Oriente: la explosión de cientos de buscapersonas, o beepers, en un sofisticado, letal y preocupante ataque a gran escala.
De momento, el movimiento bélico no ha sido reclamado por Israel, pero tanto en la zona como su mayor aliado en Occidente, Estados Unidos, se lo han atribuido. Hezbolá rápidamente se lo atribuyó a Israel, postura que fue confirmada por funcionarios norteamericanos a The New York Times, mientras que CNN aseguró que se trató de una operación conjunta del Mosad, los servicios secretos israelíes destinados al exterior del país, y el Ejército del mismo país. Y no fue solo una. Al primero, ocurrido durante el martes, se sumó un segundo ataque dirigido a equipos personales de radio, abriendo dudas sobre hasta dónde los equipos en manos de Hezbolá han sido intervenidos por la inteligencia -presuntamente- de Israel.
A la espera de que se aclare el número final de afectados, autoridades libanesas han cifrado en 12 los muertos del primer ataque, con dos menores incluidos, y cerca de 3.000 heridos en distinto grado. El de este miércoles, en tanto, cobró la vida de 12 personas y dejó cerca de 450 heridos hasta el cierre de esta edición.
Fuentes citadas por distintos medios globales apuntan a una posible intervención en la cadena de producción de los localizadores, esos artefactos de comunicación escrita que parecían obsoletos, para insertar pequeñas cargas explosivas, pero lo suficientemente grandes como para matar o lesionar seriamente a quien sea que lo porte.
Desde ojos y dedos hasta extremidades perdidas, la operación también generó críticas debido a lo indiscriminado de su rango. Si bien se sabía que Hezbolá estaba utilizando estos artefactos de comunicación para saltarse la intervención telefónica de Israel, al ser detonados todos los buscapersonas al mismo tiempo, no se sabía quién -niño, civil o miliciano- era el objetivo final.
¿Cómo se materializó la operación?
Los calificativos sobre el ataque abundan. “Sofisticado”, dicen algunos analistas; “peligroso”, dicen otros; “audaz”, se lee también. Sea como fuere, fue un hecho que sorprendió al mundo. Y su ejecución es digna de una película de acción.
Según The New York Times, citando a fuentes reservadas estadounidenses y de otros países al tanto de la operación, Israel llevó adelante su operación ocultando material explosivo de mediana intensidad dentro de un lote nuevo de localizadores fabricados en Taiwán, los que luego fueron importados a El Líbano. Esto descarta la teoría de una intervención vía malware (como un virus informático o un derivado), y pone el foco en una intromisión física en los equipos que estallaron.
Hezbolá encargó sus beepers (y los Walkie-talkies que explotaron este miércoles) hace cinco meses a la empresa Gold Apollo, de la isla autodeclarada como independiente de China, y los artefactos habrían sido manipulados antes de llegar a El Líbano, país que colinda con Israel por la frontera norte de este último.
Es en esa zona donde la mayor parte de los ataques de Hezbolá han sido lanzados, y también donde se han efectuado respuestas israelíes, aunque el Estado judío también ha llevado adelante incursiones al interior de su vecino. Vale recordar que la organización islamista ha atacado a Israel en “solidaridad” por la ofensiva en Gaza destinada a destruir a Hamas.
La mayoría de los localizadores eran el modelo AR924 de la compañía, pero también se enviaron otros tres diseños.
Según el periódico neoyorquino, incluso se sabe de las dimensiones del explosivo añadido a los equipos: entre una y dos onzas de material, el que se habría añadido a la batería de cada beeper, explicaron dos funcionarios. Y para detonarlos, un interruptor que se podía activar de forma remota.
Sin embargo, antes de llegar a la hora de la explosión, cerca de las 15:30 hora local, otro hecho ocurrió. Minutos antes de que iniciara el ataque, en Hezbolá empezaron a sospechar sobre la posible intervención de sus equipos de comunicación, confirmaron fuentes de inteligencia al medio El Monitor, lo que fue citado por el periódico israelí Haaretz.
El plan original, aseguró este último, no incluía detonar los localizadores en ese momento, pero debió modificarse luego de que los funcionarios islamistas notaran la operación. En un principio, dijo Haaretz, las fuerzas israelíes querían llevar adelante un gran ataque sorpresa para dañar severamente las capacidades de comunicación de Hezbolá, que cuenta con el apoyo directo de Irán. La teoría fue respaldada por el medio Axios, que citó a otras tres fuentes estadounidenses que estaban al tanto de las decisiones tomadas en los últimos dos días.
La agencia de noticias Reuters señaló que un total de 5.000 dispositivos que han llegado a El Líbano en los últimos meses podrían haber sido intervenidos por el Mosad, todo esto según una fuente de seguridad libanesa.
“El Mosad incluyó una placa dentro del artefacto que tiene material explosivo”, relató al medio internacional, lo que hace que sea “muy difícil de detectarlo a través de cualquier medio. Incluso con cualquier dispositivo o escáner”, añadió.
Así llegamos a las 15:30 hora local, momento en que cientos de personas recibieron un mensaje, aparentemente, de los líderes de Hezbolá, dijeron dos de los funcionarios consultados por el NYT. No era un llamado ni un anuncio, era lo que desencadenaba las explosiones. Si bien fueron varias las zonas del país que se vieron afectadas, gran parte de las explosiones se registraron en los suburbios del sur de Beirut, la capital libanesa y un sector conocido como bastión de Hezbolá.
Reacciones en cadena
Toda la operativa, según el periódico español El País, también demuestra “el verdadero poder de los servicios secretos israelíes”. Esto porque, si bien la nación de Medio Oriente ha demostrado a lo largo de los años una gigante gama de posibilidades (ha lanzado bombas de una tonelada -matando a decenas de personas- y ha hecho explotar teléfonos personales), la coordinación e intervención a gran escala de miles de equipos aparece como una nueva estrategia en un repertorio ya muy amplio.
Sin embargo, la operación ha estado lejos de quedar exenta de críticas. Así lo hizo saber el alto comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos, Volker Türk, quien criticó el rango indiscriminado del ataque.
“Atacar simultáneamente a miles de personas, ya sean civiles o miembros de grupos armados, sin saber quién estaba en posesión de los dispositivos, su ubicación y sus alrededores en el momento del ataque, viola el derecho internacional de los derechos humanos”, planteó en una declaración.
En línea similar, Ronen Bergman, analista del diario israelí Yediot Aharonot, advirtió que “si Israel es realmente responsable, el ataque de los localizadores ha sido sin duda uno de los movimientos más originales, sorprendentes y dolorosos de esta guerra en la sombra. Este es el tipo de operación que está reservada para su uso solo en casos de emergencia”.
Analistas advierten que pese a que el ataque avergonzó a Hezbollah y parece haber incapacitado a muchos de sus miembros, poco moverá en el plano bélico local, e incluso insta a una eventual escalada militar. “Este es un evento táctico sorprendente”, dijo al New York Times Miri Eisin, miembro del Instituto Internacional de Contraterrorismo, una organización de investigación con sede en Israel. “Pero ni un solo combatiente de Hezbollah se moverá (de su línea de combate) debido a esto (…). Tener capacidades militares asombrosas no constituye una estrategia”, cerró, refiriéndose al plan a largo plazo de Israel.
En CNN, Nick Paton aseguró en una columna que el momento del ataque “es revelador. El lunes mismo, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, declaró durante una reunión con el enviado estadounidense Amos Hochstein que el tiempo de la diplomacia con Hezbolá había pasado y que el poderío militar podía ser el protagonista. Literalmente horas después, toda la infraestructura de comunicaciones de su enemigo fue alcanzada con un ataque que, según una fuente de seguridad libanesa, utilizó localizadores adquiridos por Hezbolá en los ‘últimos meses’, lo que hizo necesario un largo plazo de tiempo en la planificación de la operación”.
Al mismo tiempo, este hecho “sitúa a Hezbolá en otro momento poco envidiable de fragilidad: sumida en el caos, con una gran presión sobre ellos para que vuelvan a proyectar fuerza. El mismo dilema se les planteó tras el asesinato del alto comandante Fu’ad Shukr en agosto. Hezbolá se sintió obligada a contraatacar y mantener una sensación de disuasión. Sin embargo, poco a poco fue quedando claro que carecían de entusiasmo para un conflicto de mayor envergadura. Su líder, Hassan Nasrallah, retrasó su respuesta al momento que él eligiera y permitió que el apagado intercambio de disparos de cohetes y ataques aéreos que siguió el 25 de agosto no se les fuera de las manos”.
De hecho, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, aseguró en una base de la fuerza aérea que estaban “abriendo una nueva fase en la guerra: requiere coraje, determinación y perseverancia de nuestra parte”, según comentarios publicados en el sitio web del Ejército israelí.
Quienes también reaccionaron fueron los apuntados como proveedores de los equipos, la empresa Gold Apollo. Estos negaron haber fabricado los buscapersonas, y, en cambio, aseguraron que fue otro el fabricante de los equipos, y que usaron su marca como parte de un acuerdo de entrega de licencia.
“Ese producto no es nuestro. Solo se adhieren en nuestra marca de la empresa”, aseguró Hsu Ching-Kuang, fundador y presidente de la compañía taiwanesa. Luego, mediante un comunicado, la empresa añadió que “solo brindamos autorización de marca registrada y no participamos en el diseño o fabricación de este producto”, pese a que el modelo del beeper que estalló era promocionado en el sitio web de Gold Apollo, en una imagen que fue eliminada este miércoles.