Con resultados muy ajustados, Keiko Fujimori mantiene liderazgo en presidenciales de Perú pero Castillo estrecha la diferencia

Peruvians vote to elect president
Reuters

Con cerca del 90% de los votos escrutados, Fujimori alcanza un un 50,5% y Castillo un 49,5%. La diferencia se está reduciendo, sin embargo, ya que se espera que los votos contabilizados al final provengan de áreas rurales, más favorables al candidato de izquierda.


La derechista Keiko Fujimori lideraba el lunes la carrera presidencial frente al socialista Pedro Castillo en Perú, pero su rival estrechaba la diferencia en un final de fotografía en la elección más polarizada en décadas en el país.

El recuento oficial muestra a Fujimori con un 50,5% y a Castillo con un 49,5%, con cerca del 90% de los votos escrutados, y la diferencia se está reduciendo ya que se espera que los votos contabilizados al final provengan de áreas rurales, más favorables al candidato de izquierda.

Un recuento rápido no oficial realizado por Ipsos Perú a última hora del domingo daba a Pedro Castillo una pequeña ventaja después de que una encuesta a pie de urna dijera que su rival Keiko Fujimori conseguiría la victoria, dejando al país, a los inversores y a las empresas mineras en una situación de elevada incertidumbre.

El probable final de fotografía podría dar lugar a días de incertidumbre y tensión, ya que la votación pone de manifiesto la fuerte división entre la capital, Lima, y el interior del país, que ha impulsado el inesperado ascenso de Castillo.

Lucía Dammert, académica peruana radicada en Chile, predijo que los próximos días serían febriles, con posibles impugnaciones de los votos y solicitudes de recuento. Dammert pronostica protestas sobre todo si Fujimori ganaba.

“Lo que está claro es que si Keiko gana va a tener que encerrarse en una fortaleza en Lima y aguantar lo que pase en el resto del país”, dijo.

El domingo por la noche, Castillo, de 51 años, hijo de campesinos y quien ha prometido reformar la Constitución y la legislación minera de Perú, convocó a sus partidarios a “defender el voto”, aunque luego llamó a la calma.

Fujimori, de 46 años, hija del expresidente Alberto Fujimori, encarcelado por abusos contra los derechos humanos y corrupción, también pidió “prudencia, calma y paz a ambos grupos”.

Incertidumbre agudizada

J.P. Morgan dijo en una nota que podrían pasar días antes de que se aclare el resultado final de las elecciones y que los dos candidatos podrían optar por esperar a que termine este proceso antes de declarar la victoria o conceder la derrota.

El lunes por la mañana, Fujimori tenía 8,1 millones de votos frente a los 8 millones de Castillo, con una diferencia de 135.116 que se iba reduciendo. Se espera que el voto rural, más lento de contar, ayude a Castillo, aunque los votos no contados en el extranjero podrían ayudar a Fujimori.

“A no ser que el ajustadísimo escenario que muestran el conteo rápido resulte erróneo, parece que se avecinan varios días de gran incertidumbre”, afirma el informe.

La tensa elección, que se produjo después de que Perú pasara por tres presidentes en una semana el año pasado, ha sacudido sus mercados de divisas y de deuda, mientras que las empresas mineras temen que Castillo pueda dar paso a una mayor intervención estatal en el sector.

Sin embargo, los analistas también afirman que quien gane tendrá un mandato debilitado, dadas las fuertes divisiones existentes en Perú, y se enfrentará a un Congreso fragmentado en el que ningún partido tendrá mayoría, lo que podría paralizar cualquier reforma importante.

Los dos candidatos prometieron remedios muy diferentes para un país que ha sufrido escándalos de corrupción en los últimos años y una fuerte caída económica provocada por el brote de Covid-19 más mortífero del mundo por cantidad de habitantes.

Fujimori ha prometido seguir el modelo de libre mercado y mantener la estabilidad económica en Perú, segundo productor mundial de cobre, con “mano dura de madre”.

Castillo, que se ha convertido en un paladín de los pobres, ha prometido reformular la Constitución para reforzar el papel del Estado y quedarse con una mayor parte de los beneficios de las empresas mineras.

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