El último mes, Médicos Sin Fronteras ha estado siguiendo en terreno el desarrollo de la guerra en Ucrania: intentando llevar medicamentos, formando en cirugía de guerra a los profesionales presentes e, incluso, trasladando gente enferma de gravedad a mejores hospitales. La organización humanitaria despliega sus grupos de especialistas tanto en las ciudades como en rincones apartados del país invadido por Rusia.
Franz Luef, coordinador de emergencias de Médicos Sin Fronteras en Ucrania, habló con La Tercera desde Eslovaquia. En un principio, se encontraba en la ciudad de Ivana-Frankivsk, al oeste de Ucrania, desde donde ayudaba a organizar el destino de los distintos equipos médicos que avanzan por el país.
¿Qué está haciendo ahora en Eslovaquia?
Ocurre que hoy tenemos nuestras líneas de aprovisionamiento logístico en Europa, y están pasando principalmente vía Polonia, pero queremos asegurarnos para tener una línea alternativa de reserva. Hemos decidido pasar otra línea, vía Eslovaquia, por el suroeste de Ucrania, para asegurarnos de tener siempre una línea abierta para llevar suministros necesarios a los hospitales más necesitados. Así, podemos llegar a Uzhhorod (Ucrania) y podemos mantener una línea de aprovisionamiento.
Hasta entonces, estaba en Ivano-Frankivsk.
Sí, nuestra idea es seguir con esa línea de aprovisionamiento hasta Ivano-Frankivsk, donde queremos tener nuestra base principal, y de ahí, con equipos más pequeños, avanzar más hacia el este.
¿Qué le ha tocado ver en Ivano-Frankivsk?
Nosotros llevamos más o menos dos semanas, yo personalmente 10 días. Esto es al oeste en Ucrania, y tiene alrededor del 40% de la población desplazada internamente. La gente está buscando refugio, desde las zonas de guerra hacia el oeste del país. Por el momento, la respuesta de las autoridades en las regiones es muy buena, y nosotros intentamos estar donde hace falta.
La verdad, mientras no haya una sirena o alarma que obligue a bajar a los sótanos y búnkeres, se podría pensar que hay vida normal. Pero claro, si pasas un par de horas en el día y un par de horas por la noche en el búnker, la población sufre un desgaste tremendo a nivel físico y emocional. Están ahí, a las tres de la mañana en el búnker, familias enteras, con los niños pequeños sin dormir, y que no entienden por qué tienen que salir de sus camas y bajar al sótano. Se me rompe el corazón viendo a esos niños en el búnker pasando frío y se sienten mal al no entender qué pasa.
¿Cada cuánto suenan las sirenas?
Hay zonas en el oeste, hay ataques a la infraestructura estratégica, militar, aeropuertos, depósitos de combustible, y claro, con esos ataques o misiles lanzados se activa la alarma en toda la región. El tiempo que he estado, creo que no ha pasado ni un día sin alarma. Normalmente la primera es a media tarde y, si tienes suerte, solo hay una alarma en la noche, y si no, hasta tres o cuatro en 24 horas.
Con las alarmas e ir a los refugios, eso tiene sus operaciones, hay que preparar las formaciones, implicaciones en los movimientos. Hay un toque de queda entre las 22.00 y las 6.00 horas. Realmente hay unas directrices por parte de las autoridades que ordenan que toda la población se debe dirigir al búnker una vez activada la alarma.
¿Llega mucha gente de las otras ciudades a Ivano Frankivsk?
En esa región de Ucrania está un 40% de toda la población desplazada internamente, alrededor de siete millones en total en toda Ucrania, según los últimos números de Acnur. En Ivano-Frankivsk, hay que reconocer, la respuesta y solidaridad de la población y de las autoridades es muy buena. Sin embargo, intentamos apoyarlos quizás en centros de acogida, fuera de los núcleos urbanos, donde hacen falta mantas, hacen falta productos, pero también apoyando a los doctores, con formaciones con medicamentos, donaciones. No se debería olvidar aún que Ivano-Frankivsk no está en una zona de guerra, y no se puede comparar a la situación en la ciudad de Mariupol, pero las líneas de aprovisionamiento están muy afectadas. No funciona como anteriormente. Hay necesidades muy específicas, nosotros como MSF intentamos cubrir o apoyar en estas necesidades.
Tengo entendido que hay equipos de MSF que ya están en ciudades críticas, como Kharkiv y Mariupol. ¿Qué ha podido saber de esos grupos, en un contexto tan difícil?
Lo más complicado es, y lo hemos visto justo este lunes, que uno de nuestros equipos que está en Mykolaiv, un equipo pequeño, había ido a visitar un hospital que justo estaba ahí, para saber cómo ir a apoyarlos, y justo durante esa visita han caído bombas. Ni siquiera los hospitales ni las zonas residenciales están seguros. Eso nos está limitando mucho para llegar más cerca para apoyar, y peor para la población que vive lejos de estructuras estratégicas, y vive en zonas residenciales, y que no cuentan con lugares como hospitales que sean seguros. No se respeta la ley internacional humanitaria que protege estas estructuras tan esenciales.
Más cerca del frente, del combate activo, lo que hacemos es intentar brindar apoyo en zonas que se puedan considerar más o menos seguras, como las estaciones de Metro, para establecer puntos de atención médica en los lugares donde se busca refugio.
Lo otro que nuestro trabajo intenta, y se hace muy difícil en esas zonas como Mariupol o Kharkiv, es hacerles llegar a los equipos sanitarios los medicamentos y materiales médicos que se precisen. Hay que buscar canales de aprovisionamiento, intentamos todo lo posible para que lleguen. Nuestro trabajo diario también es buscar vías alternativas, y evacuar pacientes que ya no se pueden atender en zonas tan complicadas. Hace un par de días pudimos modificar un tren, y logramos evacuar pacientes de las zonas más complicadas hacia el oeste, porque ya no se les podía atender en las estructuras del este del país.
¿Qué ha visto en Mariupol?
En zonas como Mariupol sabemos que toda el área está sin agua ni luz hace semanas, y no llegan medicamentos, no hay cobertura telefónica. Hay zonas incomunicadas, y se presenta como un agujero negro donde no se sabe lo que hace falta, honestamente no se llega, y a pesar de todos nuestros esfuerzos y de las ONG, no hemos logrado hacerles llegar por lo menos algo.
Desde hace mucho tiempo había equipos de MSF en la región del Donbás. ¿Cómo lo han visto ahora con el inicio de la guerra?
Efectivamente, tenemos equipos en ambas regiones, en Luhansk y Donetsk, desde 2014. Principalmente programas verticales de salud, de la asistencia de tuberculosis resistencia, y VIH, la mitigación y el asegurar que las personas con VIH puedan conseguir los medicamentos necesarios. ¿Cómo ha cambiado la atención en este contexto? Por un lado, en una fase inicial, hemos podido reorientar nuestros medicamentos y materiales médicos, y hacerlos llegar a los hospitales más cercanos en el frente. Había un componente muy complicado, que era garantizar la seguridad de nuestro personal en esas zonas, e intentar apoyarlos si han querido huir de esas zonas después del 24 de febrero.
Ahora, a través de los empleados y compañeros, hemos intentado establecer esos vínculos y líneas de aprovisionamiento para hacerlos llegar.
¿Qué entrenamientos y formaciones hacen en MSF para zonas de guerra?
Hay dos componentes. Por un lado, y es diferente con la guerra en Siria, donde había escasez de médicos y personal sanitario, y ahí intentábamos llevar médicos extranjeros para atender la población. Aquí en Ucrania es distinto. Por un lado, vemos que la mayoría del personal médico de Ucrania es muy bien formado, la mayoría se ha quedado en el país, e intentamos apoyar en lo que lo requieran. Como MSF apoyamos con formaciones en cosas muy específicas, cosas que como médico “normal” no se aprende, como la cirugía de guerra. Si no has estado en una guerra, hay prácticas muy específicas en el contexto de guerra que hay que aprender y aplicar.
En la cirugía de guerra, uno de los problemas más grandes es que la herida en sí es muy sucia. Por eso, hay que dedicar tiempo en que la herida se limpie, y no cerrar la herida directamente después de una intervención. Estas cosas quizás no se hacen en intervenciones normales, pero en una herida de bala o granada hay muchas partículas sucias que deben limpiarse antes de cerrar. Son conceptos muy conocidos en el mundo de la cirugía de guerra, que estamos tratando de enseñar.
Hay un cirujano y un anestesista de MSF que están trabajando con ellos en Kharkiv. Es una mezcla de formaciones, de enseñanzas in situ, vía online, y estamos intentando utilizar la gran capacidad que ya tiene el país. Hay que reconocerlo, las formaciones, las universidades y capacidades de los médicos aquí son muy elevadas, y acá transmitimos cosas muy específicas, pero no hay tanta necesidad de traer o apoyar con médicos y sanitarios extranjeros, sino más bien estar con ellos.