"Soy lo que se puede considerar como una historia de éxito como inmigrante brasileño en Canadá. Actualmente soy coordinador de proyectos científicos de Compute Canada. También hago trabajo voluntario en la comunidad brasileña de Ottawa ayudando a los compatriotas que recién llegaron al país y necesitan información para establecerse y encontrar empleo".

El testimonio corresponde a Jean Roberth Souza, un joven brasileño que relata a La Tercera su experiencia como inmigrante en Canadá. Como él, cada vez más compatriotas evalúan dejar Brasil en busca de mejores horizontes. Y las cifras de este fenómeno son elocuentes. Si pudieran, cerca de 70 millones de brasileños con 16 años de edad o más dejarían el país. Esto es toda la población de los estados de Sao Paulo, Río de Janeiro y Paraná juntos. Y si solo se centrara en el segmento de 16 a 24 años, el éxodo sería el equivalente a 19 millones de personas. Es decir, todos los habitantes de Minas Gerais.

Son las magnitudes que arrojó una encuesta realizada por Datafolha el mes pasado en todo el país, según la cual el 43% de la población adulta manifestó su deseo de salir del país. Porcentaje que se eleva al 62% en el segmento de 16 a 24 años.

Pero no sólo los jóvenes quieren irse de Brasil. El sondeo muestra que también hay una mayoría entre los que tienen enseñanza superior (56%) y en los pertenecientes a las clases alta y media-alta (51%).

"Es la primera vez que Datafolha aplica esta pregunta. El alto porcentaje, incluso sin evolución, traduce el sentimiento de pesimismo actual de los brasileños, especialmente en un segmento como el de los jóvenes, generalmente asociado a la esperanza", explica a La Tercera Alessandro Janoni, director de encuestas de Datafolha (ver entrevista).

Y este éxodo no se queda sólo en la intención, según destaca el diario Folha de Sao Paulo. Ello, a la luz del aumento en el número de visas para inmigrantes brasileños en Estados Unidos, país preferido de los que quieren mudarse. En 2017 éstas alcanzaron a 3.366, el doble de 2008, año en que se inició la crisis global.

Asimismo, consigna el diario paulista, las solicitudes por ciudadanía portuguesa se aceleraron. Sólo en el consulado de Sao Paulo hubo 50.000 concesiones desde 2016. En el mismo período, se duplicó el número de visas para estudiantes, empresarios y jubilados que deseen establecer su residencia en Portugal.

Después de EE.UU. y Portugal, Canadá figura como el tercer país más apetecido por los brasileños para emigrar. Es el caso de Diego Leme Moschetti de Fabio, quien al igual que Jean Roberth Souza, también actúa como voluntario para los nuevos inmigrantes en Ottawa que trabajan en tecnologías de la información. "En mi trabajo pude percibir que los jóvenes brasileños tienen mucho interés en venir a Canadá", cuenta a La Tercera. "Opté por cambiarme a Canadá porque la situación económica y de seguridad en Brasil no era buena y no veía perspectivas de mejoras a corto plazo", detalla sobre las razones que lo llevaron a emigrar.

Janoni coincide con Diego en las razones para este fenómeno. "Brasil vive hoy marcado por la suma de varias crisis", dice, enumerando las crisis de representación política, económica y de seguridad pública. "Los jóvenes componen el estrato más victimizado en estas crisis", asegura.

Un clima de desesperanza que es determinado especialmente por el rumbo económico de Brasil. Otro sondeo realizado a principios de este mes por Datafolha mostró la caída de las expectativas de los brasileños. Así, al evaluar la situación económica del país como un todo, el 32% piensa que va a empeorar. En abril, sólo el 26% de los entrevistados manifestó similar opinión.

En tanto, un 46% cree el desempleo va a aumentar. En el trimestre finalizado en abril de este año, la cesantía volvió a crecer y llegó al 12,9%, alcanzando los 13,4 millones de brasileños, según informó el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, el 29 de mayo.

Para Rodolfo Araújo, director de movilización de Todos Pela Educação, una ONG que busca contribuir a que, en 2030, el país asegure educación Básica pública de calidad a todos los niños y jóvenes, los resultados de la última encuesta de Datafolha -sobre los deseos de los brasileños de dejar el país- constituyen "una pésima señal para la democracia y, por consiguiente, para el desarrollo social y económico del país en los próximos años".

"Existe, sin duda, un desencantamiento en relación al futuro inmediato y de largo plazo", explica Araújo a La Tercera. Sin embargo, aclara que esta "angustia" puede ser dividida en dos aspectos: la productiva y la ciudadana. "Desde el punto de vista productivo, los jóvenes imaginan que hay más oportunidades de desarrollo profesional en el exterior, además, claro, de considerar una vivencia extranjera como algo positivo en sus trayectorias. La crisis económica refuerza este sentimiento nebuloso en cuanto a los próximos años", dice.

En cuanto al tema de la ciudadanía, en tanto, Araújo recalca que "desgraciadamente, el protagonismo de los jóvenes sigue siendo una utopía en gran medida". "En vez de sentir poder en sus voces, (los jóvenes) se ven como clientes de una solución y no parte de la solución. Esperan de las instituciones las respuestas a los problemas, cuando, en el fondo, deberían formar parte de estas soluciones", asegura. Así, agrega, "lo que más preocupa no es sólo la fuga de cerebros, sino la fuga de ciudadanos que pueden muy bien ser protagonistas de una reinvención del país".