A medida que la “operación militar especial” impulsada por el Kremlin contra Ucrania pasa por su tercer mes, la censura en la televisión estatal comienza a ceder, y distintos expertos rusos han podido dar sus pareceres respecto del presente y futuro de la invasión, no necesariamente optimistas, como lo es la propaganda rusa. Precisamente la noche anterior a la celebración del Día de la Victoria, Mikhail Khodarenok, un coronel retirado y editor del medio Independent Military Review, evaluó los aspectos negativos de la guerra en Ucrania.
“Solo imaginemos que suenan las fanfarrias y se declara una movilización general. ¿Cuándo tendremos el primer regimiento aéreo? Para Año Nuevo. No tenemos ni reservas, ni pilotos, ni aviones”, señaló el exmilitar.
Khodarenok es solo uno de los expertos militares que han mostrado su crítica a la invasión rusa. A medida que el “Día de la Victoria” se acercaba, y viendo cómo las tropas rusas se estancaban en Ucrania, distintos personajes discutieron sobre la pertinencia de una movilización general, en miras a reclutar a la población masculina total o parcial, en edad y capacidad de combatir.
La opinión de Khodarenok, sin oponerse frontalmente a la “operación militar especial”, ponía paños fríos en la posibilidad de escalar aún más el conflicto. “Mandar a millones de hombres, armados con equipos soviéticos que han estado por años en nuestras bodegas, contra un Ejército armado por la OTAN, con estándares globales, no es ni militar ni moralmente justificable”, evaluó el exmilitar en la televisión rusa. Khodarenok es un experto en asuntos militares, habiendo trabajado años en la plana mayor del Ejército ruso y, de hecho, antes de la invasión, ya había advertido los problemas que la institución está enfrentando hoy.
Ahora bien, no es solo el equipo el que falla, sino la voluntad y fuerza humana tras la invasión. Kirill Mikhailov, del Conflict Intelligence Team, un grupo de investigación especialista en asuntos militares, señaló al diario británico The Telegraph: “Las fuerzas que están actualmente en Ucrania están mermadas por el retiro de reclutas y los soldados profesionales que se están negando a ir. Esto es casi peor que las pérdidas reales”, apunta el experto. El resultado de esto, apunta Mikhailov, es el desgaste de batallones sin suficientes hombres, en largas secciones del frente, y frente a un Ejército ucraniano cada vez más agresivo y mejor equipado.
“Lo otra posibilidad es una derrota catastrófica en pocos meses. Dudo que puedan mantener Kherson ocupada sin movilización, por ejemplo. Y en cierto punto, las repúblicas de Luhansk y Donetsk, y hasta Crimea, pueden estar en juego”, apuntó el experto.
La idea de “apostarlo todo” con una movilización general fue abiertamente discutida, en miras a poder conseguir algún tipo de triunfo militar en Ucrania, sobre todo después de que las tropas rusas se retiraran de la región de Kiev y comenzaran la “segunda parte” de la operación especial. Igor Girkin, un excoronel del FSB (la agencia de inteligencia heredera del KGB), escribió el 20 de abril en Telegram que continuar la guerra sin al menos una movilización general parcial podría ser “tanto imposible como extremadamente peligroso”.
Con el pasar de los días, Nikolai Patrushev, el presidente del Consejo de Seguridad Nacional Ruso, dio una entrevista en la misma dirección en el diario oficial del gobierno ruso, a favor de una movilización de escala total, como hubo en la Segunda Guerra Mundial. Dmitry Rogozin, el jefe de la agencia espacial rusa, dijo el domingo que la victoria solo sería posible “con la solidaridad entera del país con las FF.AA., la movilización de la economía estatal y con la transferencia de todos los complejos militares industriales y relacionados a una base militar”.
En contra de esta idea, el primer ministro ruso, Mikhail Mishustin, y la jefa del Banco Central ruso, Elvira Nabiullina, han intentado contener la movilización, que podría ser una catástrofe para la ya golpeada economía rusa. La transferencia repentina de un gran número de hombres de sus puestos de trabajo a la guerra, se evalúa, no valdría la pena.
En la opinión de Mikhailov, del Conflict Intelligence Team, Putin no tiene otra opción si pretende ganar la guerra que movilizar más personas. “Los ucranianos probaron que pueden efectuar ofensivas, hace poco hicieron una en Kharkiv. No creo que las tropas rusas vayan a colapsar rápido, pero a la larga es un juego perdido”.
Otra voz crítica con mucho que decir es la de Marat Gabidullin, un exmercenario ruso que combatió con el Grupo Wagner en Siria y en conflictos previos en Ucrania. Gabidullin se retiró de la empresa el año 2019, pero había sido contactado unos pocos meses antes de la invasión del 24 de febrero, para reincorporarse al grupo. En entrevista con Reuters, el soldado señala que se negó, en parte, porque sabía que las fuerzas rusas no estaban a la altura del trabajo, a pesar de haber publicitado sus éxitos en Siria, cuando apoyaron al Presidente Bashar Al-Assad a detener una rebelión armada.
“Les agarró completamente por sorpresa el hecho de que el Ejército ucraniano resistiera tan ferozmente, no esperaban enfrentarse a un Ejército real”, apuntó Gabidullin, que además dijo que, a la hora de ser llamado, le indicaron del lado ruso que pelearían con “milicias desorganizadas”.
Ahora mismo, Gabidullin se encuentra en Francia, donde se publico su libro de memorias Yo, Marat, excomandante del Ejército Wagner. Ahí, cuenta sus experiencias en casi una década trabajando como mercenario para la empresa. El Grupo Wagner es una entidad informal, al menos en el papel, sin oficiales ni equipo. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos y la Unión Europea han indicado que el grupo está relacionado con el oligarca ruso Yevgeny Prigozhin, pero él mismo ha negado esto. Si en un principio se hablaba de la presencia de Wagner en Siria y Ucrania, hoy por hoy también combaten en el centro de África, donde se les ha acusado de crímenes de guerra.