Superando los 270 votos electorales, Donald Trump esta jornada salió electo presidente de los Estados Unidos, y con esto, entrará de nuevo a la Casa Blanca.
La investidura presidencial, programada para el próximo 20 de enero como es tradición, dará inicio al segundo mandato de Trump, convirtiéndolo así en el segundo presidente en la historia del país en tener dos mandatos no consecutivos, después de Grover Cleveland.
Entre las múltiples promesas que hizo durante su campaña, la que más resuena entre el público es la de terminar con la inmigración ilegal y restringir la inmigración legal, para lo que se comprometió llevar a cabo planes de deportaciones en masa y con la ayuda del ejército.
Para esto, indicó que llevaría a cabo “la operación más grande de deportación interna en la historia de Estados Unidos”, lo que significaría el retiro de cerca de 11 millones de personas que están en el país sin permiso.
Para esto, entre las promesas de campaña del republicano, señaló que restaurará su programa “remain in Mexico” del 2019, el cual obliga a los que buscan asilo de ciertas nacionalidades esperar en México la resolución de sus casos.
Asimismo, en una entrevista con Times Magazine, indicó que restablecerá una política de la época del Covid-19 que permite a las autoridades fronterizas rápidamente expulsar a los migrantes de regreso a México sin oportunidad de pedir asilo.
Trump, “dictador por un día”
Durante un evento en Iowa en diciembre pasado, Trump afirmó que de ser reelecto, sería un dictador, pero solo el primer día de su mandato, “Quiero cerrar la frontera y quiero perforar, perforar, perforar”, señaló en ese entonces, en referencia a las políticas por el cambio climático que busca también terminar.
Junto con esto, prometió que despediría a Jack Smith, el fiscal especial que ha presentado dos casos federales contra él, “en dos segundos”, y liberaría algunas personas condenadas involucradas en el asalto al Capitolio.
En octubre pasado, señaló que solicitaría al Congreso financiar 10 mil agentes adicionales de la Patrulla Fronteriza, aumento sustancial respecto de la fuerza existente. Si bien indicó que no descartaba construir nuevos centros de detención para migrantes, esto “no se necesitarían tanto”, ya que los migrantes serían rápidamente removidos del país.
Entre todas las promesas sin embargo, la que más resonó fue la anunciada durante su evento final de campaña en Georgia, cuando prometió tomar medidas más agresivas para deportar a inmigrantes con antecedentes penales y sospechosos de pertenecer a pandillas. Para esto, indicó que utilizará la Ley de Enemigos Extranjeros (Alien Enemies Act) de 1789.
Esta ley permite que el presidente detener, reubicar o deportar a no ciudadanos de un país considerado enemigo de Estados Unidos durante tiempos de guerra.
La medida solo ha sido utilizada tres veces en la historia de Estados Unidos, la última siendo bajo el mandato de Franklin Roosevelt tras el ataque en Pearl Harbor, designando a los ciudadanos japoneses, alemanes e italianos enemigos extranjeros durante la Segunda Guerra Mundial.
“Siempre que haya una guerra declarada entre los Estados Unidos y cualquier nación o gobierno extranjero (...) y el Presidente de los Estados Unidos haga una proclamación pública del evento, todos los nativos, ciudadanos, moradores o súbditos de la nación o gobierno hostil, que sean varones de catorce años de edad o más, que se encuentren dentro de los Estados Unidos y no estén realmente naturalizados, estarán sujetos a ser detenidos, restringidos, asegurados y expulsados como enemigos extranjeros”, indica la ley. Posteriormente, se modificó para también incluir a mujeres en 1918.
Al finalizar la guerra, cerca de 31 mil presuntos extranjeros enemigos y sus familias, incluyendo refugiados judíos, habían sido internados en campos de internamiento del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) e instalaciones militares en todo Estados Unidos. Miles fueron repatriados a su país de origen.