Damnificados y presionados: las razones de los líderes de los países asistentes a la COP27
Si bien el foco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se desarrolla en Egipto, está en las soluciones y propuestas al problema medioambiental, no deja de ser una arena política tanto al interior de los países como en el escenario internacional.
La edición número 27 de la conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebra desde el 6 hasta el 18 de noviembre en Sharm el-Sheikh, Egipto, ha dejado imágenes que darán que hablar en la política interna y externa de numerosas naciones.
Desde el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, saludando cálidamente al mandatario venezolano, Nicolás Maduro -en un acto luego repetido por el primer ministro de Portugal y el enviado presidencial especial de Estados Unidos para el Clima-, hasta un aparente ataque de ira del aún Presidente brasileño, Jair Bolsonaro, por la invitación del ahora electo mandatario Luiz Inácio Lula da Silva al evento de la ONU, son algunos de los momentos que han marcado esta edición de la COP27.
Sunak y la sombra de Johnson
Cuando el recientemente electo primer ministro británico, Rishi Sunak, afirmó que no asistiría a la COP27, tanto la oposición laborista como algunos aliados de su propio partido vieron la decisión con malos ojos. Un comunicado de Downing Street afirmaba que el premier no iría a Sharm el-Sheikh a causa de los “deprimentes desafíos internos”.
La oportunidad de codearse con líderes de calibre mundial, dijeron a The Guardian algunos parlamentarios, se desperdiciaría con la potencial ausencia de Sunak. Desde el Partido Conservador incluso temían perder protagonismo en la contienda por tener el timón de la lucha climática, la que fue impulsada por el expremier Boris Johnson en su política Estrategia Cero Neto, que busca una drástica reducción en la dependencia de combustibles fósiles para 2050.
La lectura de Sunak sobre la importancia de su asistencia pareció un primer paso en falso en su corta administración, por lo que, sin referirse a su inicial ausencia, anunció a través de Twitter que formaría parte de la cita internacional.
“No hay prosperidad a largo plazo si no se actúa sobre el cambio climático. No hay seguridad energética sin invertir en energías renovables. Por eso asistiré a la COP27 la semana que viene: para cumplir el legado de Glasgow de construir un futuro seguro y sostenible”, dijo el 2 de noviembre.
La cumbre no es solo un evento donde se discute el cambio climático. También es un momento en que la diplomacia a gran escala se desarrolla, y en un contexto de guerra, donde los intereses del gas y el petróleo están en juego, era previsible el arribo de distintos líderes mundiales.
La breve administración de Liz Truss puso en duda la emblemática política de Johnson, e incluso torpedeó la intención del rey Carlos III de asistir a la COP27, pese a sus esfuerzos de hace décadas por levantar una agenda medioambiental. Con el cambio de postura de Sunak, no solo se destrabó la llegada del monarca, si bien previamente se informó que existía un “acuerdo unánime” para que no asistiera -a pesar de que tenía programado celebrar una reunión en el Palacio de Buckingham previo a la cumbre junto a líderes empresariales, activistas y políticos, incluido el enviado estadounidense para el cambio climático, John Kerry-, sino que forzó un discurso del premier frente a cientos de naciones presentes.
Sin bien sus críticos aseguraron que fue “vacío” a la cumbre, lo cierto es que Reino Unido se comprometió a “triplicar el financiamiento para la adaptación al clima como parte de ese presupuesto, pasando de 500 millones de libras en 2019 a 1.500 millones en 2025″, detalló un comunicado del gobierno de Sunak.
Johnson, por otro lado, se adelantó considerablemente a su exministro de Hacienda y ahora primer ministro. Mientras Sunak se debatía si asistir o no, el líder conservador confirmaba que había sido invitado por “los egipcios”, y adelantaba que quería hablar “sobre cómo veo las cosas y cómo las vemos en Reino Unido”. La jugada no solo le permitió hablar en el cónclave, sino que lo hizo incluso horas antes que el primer ministro británico.
La reaparición de Maduro
Los videos fueron rápidamente difundidos por los periodistas presentes en la COP27. Primero fue el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien durante el lunes saludó de forma afectuosa al cuestionado mandatario venezolano, Nicolás Maduro. “Estaré encantado de que podamos hablar más tiempo, que podamos emprender un trabajo bilateral útil para la región”, le dijo Macron en el encuentro de un minuto y medio.
Luego, un nuevo registro, esta vez con el primer ministro portugués, António Costa, apareció entre los medios. “Siempre lo veo en televisión”, dijo el sucesor de Hugo Chávez. “Ahora ya estamos en vivo”, respondió Costa. La conversación se alargó unos segundos más, donde Maduro lo invitó a visitar tierras venezolanas, asegurando que “tenemos muchos portugueses”.
Pero quizás el más sorpresivo de todos los cruces del mandatario latinoamericano, fue el que tuvo con el enviado presidencial especial de Estados Unidos para el Clima, John Kerry, quien se desempeñó como secretario de Estado durante la administración de Barack Obama. Si bien algunos medios sostienen que Kerry habría intentado esquivar al Presidente de Venezuela, lo cierto es que este último lo saludó con especial efusividad. Años atrás, cuando el funcionario estadounidense se desempeñaba como uno de los principales colaboradores de Obama, la Casa Blanca imponía duras sanciones contra Maduro.
Según el diario El País, el lobby de las empresas petroleras, encabezadas por Chevron, ha solicitado y empujado a Washington a flexibilizar las sanciones comerciales para poder empezar a negociar el crudo venezolano, considerando la crisis energética mundial originada por la guerra en Ucrania y el intercambio de presos entre la Casa Blanca y el Palacio de Miraflores.
El acercamiento del Presidente de Colombia, Gustavo Petro, habría otorgado a Maduro cierta legitimidad internacional. No sería un intercambio gratis, por cierto. El izquierdista colombiano ha fomentado la inclusión diplomática con Caracas en múltiples ocasiones, pero también ha criticado el uso del petróleo como moneda única en el régimen venezolano. Es más, tanto Washington como Bogotá le han exigido a Maduro la reintegración del país a organismos de control en derechos humanos, a lo que el chavista habría aceptado, pese a que críticos dudan que la medida realmente sea puesta en marcha.
España, Senegal y la sequía de la región
“Ningún país, rico o pobre, es inmune a la sequía y sus efectos. El Cuerno de África ha registrado cinco años seguidos sin apenas lluvias, exponiendo a 26 millones de personas al hambre, la lucha por la sobrevivencia y los desplazamientos forzados. Europa ha sufrido este verano la sequía más grave de los últimos 500 años”, fueron las palabras de advertencia del jefe de gobierno de España, Pedro Sánchez.
Su país, junto a muchas naciones africanas, han sufrido devastadoras sequías en el último período. Este 2022 ha sido el tercer año más seco en España desde que se iniciaron los registros de dicha medida, en 1964. Al mismo tiempo, experimentaron el verano más caluroso documentado jamás, lo que dio paso a colosales incendios en toda la región, incluyendo a Francia y Portugal.
Según científicos, desde el año 2000, las sequías se han vuelto un 29% más frecuentes, y meteorólogos afirmaron a Reuters que en el Cuerno de África es probable que se repita por sexta vez consecutiva una fallida temporada de lluvias, lo que marcaría un lamentable precedente.
Movidos por dichas preocupaciones, España y Senegal impulsaron la creación de la Alianza Internacional para la Resiliencia a la Sequía (IDRA) junto a 29 países, entre ellos China, Estados Unidos, Portugal, la Unión Europea y 30 organizaciones civiles.
Si bien la motivación es relativamente nacional, la masividad de los países afectados gatilló la acción conjunta, la que fue celebrada por activistas medioambientales. Entre los objetivos de IDRA destaca el intercambio de tecnología, financiamiento y prácticas innovadoras ante la sequía, así como hacer de esta problemática una prioridad en los programas de desarrollo y cooperación.
La ira de Bolsonaro
Brasil, quien recién sale de la fiebre electoral tras el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones presidenciales, también vio inmiscuida su política interna por la COP27. Así lo reveló el portal UOL, asegurando que la invitación que el presidente egipcio otorgó a Lula para que este asistiera a la cumbre medioambiental no cayó nada bien en Jair Bolsonaro.
Según el medio brasileño, el aún mandatario se desahogó con sus allegados, calificando a su sucesor de “usurpador” y acusándolo de querer llevar la banda presidencial antes de tiempo. “¡Sigo siendo el presidente, maldita sea!”, habrían sido sus palabras, pese al evidente desprecio demostrado por las medidas medioambientales a lo largo de su administración.
El programa Plan de Acción de Prevención y Control de la Deforestación, levantado por Marina Silva en 2004 -quien nuevamente es una estrecha colaboradora de Lula-, fue desmantelado por Bolsonaro. “Es hora de unir esfuerzos para desregular todo lo que necesitamos, tanto las (políticas) del Ministerio de Agricultura como las del Ministerio de Medio Ambiente”, dijo en 2020 el exministro de esta última cartera, Ricardo Salles, haciendo referencia a la emergencia del Covid, donde buscaba aprovechar el caos para cerrar el programa.
Abdel Fattah el-Sisi, el mandatario egipcio, le hizo llegar la invitación a Lula solo un día después de que el líder del Partido de los Trabajadores obtuviera su victoria en las urnas que lo tendrá de vuelta en el Palacio de Planalto a partir de enero.
Los grandes ausentes
Dos grandes ausentes marcaron la COP27, ambos de la región asiática: Japón y China. Mientras el primer ministro nipón, Fumio Kishida, se excusó alegando la urgencia dentro de su propio país, Xi Jinping, el reelecto líder chino para un inédito tercer mandato, no ha dado muestras de llegar a la cumbre. La versión anterior, realizada en Glasgow, tampoco contó con su presencia.
Según detallaron cercanos al premier japonés, Kishida “quería ir a la COP27, pero no pudo”, detalló el medio Asahi Shimbun. La discusión de políticas relevantes en sesiones extraordinarias no le habrían permitido salir del país. En la COP26, el gobernante prometió la entrega de una ayuda adicional de unos 10.000 millones de dólares a los países en desarrollo.
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