A medida que los padres y los estudiantes en Estados Unidos comienzan a considerar cómo será el colegio en el otoño (boreal), los niños en algunas partes del mundo ya volvieron al colegio. Los establecimientos estaban casi irreconocibles, con nuevos diseños y rutinas adaptadas para la pandemia del coronavirus. Las cafeterías parecen como salones de exámenes, tienen los escritorios espaciados, se revisa la temperatura, los computadores compartidos están desenchufados y no hay actividades deportivas. Las medidas son consideradas necesarias para reabrir los colegios que cerraron gradualmente los primeros meses del año a medida que la pandemia se extendía en China. Tres estudiantes, de enseñanza básica y media, en diferentes países hablaron con The Wall Street Journal sobre cómo se están adaptando a los cambios.
Después de cuatro meses de hacer lecciones usando la aplicación Zoom en la mesa de la cocina con su mamá, Rhys Jones, de 10 años, estaba ansioso de ver a sus compañeros de nuevo cuando su colegio ESF Kennedy School, un establecimiento internacional de enseñanza básica, reabrió a fines de mayo en Hong Kong. “No podía esperar a que ya no hubieran más clases en la casa para volver jugar con sus amigos”, dijo su madre, Jennifer Jones, el día antes de que volviera a clases. Él le había contado cómo planeaba mostrarle a sus compañeros un nuevo juguete que le habían regalado -la pelota anti estrés snowball crunch- e hizo una lista larga de niños con los que planeaba juntarse en su primer día de vuelta a clases.
Aunque el colegio resultó ser no tan divertido cómo él esperaba. El establecimiento está tratando de mantener a sus 900 estudiantes separados a varios metros de distancia en todo momento. El almuerzo, que antes se comía en la sala de clases, ahora tienen que hacerlo mediante turnos en otro salón. Las sillas están colocadas a un metro de distancia y los niños deben traer su almuerzo desde la casa, los utensilios están prohibidos.
Después de almuerzo, Rhys puede jugar en uno de los tres lugares que para ello tiene el establecimiento, pero debe quedarse en un determinado lugar una vez que escogió uno y no puede cambiarse a otro como estaban acostumbrados. Rhys dice que eso significa que está separado de sus amigos si no saben en qué lugar de juegos encontrarse. Se prohibieron todos los deportes que involucran una pelota, como el fútbol o el rugby. Tampoco pueden jugar en la cancha durante la hora de almuerzo. No hay equipamiento deportivo. Los profesores se pasean por los lugares advirtiendo a los estudiantes que estén a más de dos metros de distancia.
“Extraño los juegos porque no podemos practicar la mitad de ellos. No puedes jugar fútbol o a la pinta”, dijo Rhys, que asiste al colegio días alternados en la semana. Dice que en lugar de eso han jugado otras cosas, incluyendo uno que se llama Bulldogs, donde ellos corren en un campo sin ser capturados por los otros estudiantes, o también se sienta manteniendo la distancia con sus amigos y solo habla con ellos. Los juegos de mesa en la sala de clase, con los que jugaban durante el almuerzo cuando llovía, fueron removidos, lo que hace más aburridos los almuerzos durante los días de lluvia, dice su compañera Bella Chappell.
Además de lo irritante que es usar mascarilla todo el día, sus clases han sido divididas en dos salas y la profesora divide su tiempo entre ellas. Algunos de sus amigos ahora están en otras clases y Rhys tiene que esperar al recreo para verlos. Cada día al almuerzo, él tiene un amigo con el que se sienta con un metro de distancia, para poder conversar. Incluso con todos los cambios dice que prefiere estar en el colegio que aprendiendo desde su casa todos los días. “Puedo ver a mis amigos, algunos de ellos no los he visto en más de tres meses”, dijo.
Nueva Zelandia erradicó el coronavirus después de que el gobierno impuso uno de los confinamientos más estrictos a nivel mundial, aunque el retorno al colegio sigue siendo opcional para Jess. Su colegio cambió hacia el uso de tecnología y herramientas online para que los alumnos puedan asistir a clases en la casa o en el colegio.
Bream Bay College, que enseña a estudiantes de enseñanza media, ha reemplazado las pizarras blancas por pantallas planas de televisión que transmite la información de la tablet de los profesores y todas las clases son transmitidas por internet en vivo, lo que permite que los niños sigan todo desde sus casas.
Pese a esto, solo cerca del 10% de los 520 estudiantes entre 11 y 18 años han permanecido en sus casas. Jess dijo que esto significa que siempre hay uno o dos niños que ingresa a clases desde sus casas y que muestran su imagen en la pantalla. “En educación física estamos haciendo ejercicios con tres personas y uno de nuestro grupo todavía está en casa, así que lo que hicimos fue llamarlo y él hizo los ejercicios frente al aparato”, dijo Jess.
La madre de Jess, Selina Gordon, dijo que ella le dio a sus niños la opción de no volver. “Pero ellos estaban listos. Extrañaban a sus amigos”.
En los colegios en Nueva Zelandia las mascarillas son opcionales y pocos las usan, pero hay sanitizador de manos en cada puerta de las salas para que usen cuando se suben o bajan del bus. Los estudiantes tienen que usar un spray antiséptico para limpiar sus propios escritorios y equipamiento deportivo. Los computadores en las salas han sido desconectados. Se removieron los asientos del estilo peras para los estudiantes y ahora hay mesas de plástico que pueden ser utilizadas como separación cuando los niños se sientan muy juntos.
Song Eun-jo, una estudiante de 17 años en el Colegio de secundaria Daewon Foreign Language no podía esperar ver a sus amigos cuando Corea del Sur reabrió su colegio después de unas 12 semanas de aprendizaje a distancia.
El encuentro con sus amigos le subió el ánimo, pero durante los primeros días ella se contuvo de dar abrazos, en caso de que alguien pudiera estar contagiado con coronavirus. El colegio no es como lo recuerda. Sin embargo, si bien la rutina de Eun-jo todavía es extenuante para los estándares globales, es muy diferente.
Después de despertar a las seis de la mañana, ella tiene que llenar un cuestionario matutino del sitio web del ministerio de Educación antes de ir al colegio. Algunas de las preguntas son: ¿Tienes fiebre de más de 37,5 grados Celsius? ¿Tienes dolor de cabeza?
Una vez que llega el bus, el conductor revisa la temperatura de cada estudiante que sube. Los estudiantes deben sentarse por separado manteniendo el distanciamiento social, algo que era inimaginable en los días previos al virus, cuando sentarse junto con los amigos era la norma. El sistema de rotación del gobierno limita a un tercio los estudiantes que pueden ir al colegio todos los días.
Al llegar a la escuela en su primer día de regreso, estaba como aturdida por el ejército de profesores que la saludaba y sus amigos. Cerca de 30 profesores se para diariamente, manteniendo el distanciamiento, a lo largo de la calle que lleva hacia la entrada principal del colegio. Los profesores retan a los estudiantes que conversan o que no mantienen la distancia de un metro de sus compañeros. Los funcionarios escolares incluso marcaron con señales amarillas el piso para mostrarles dónde los alumnos más grandes deberían caminar y dónde deben pisar los más pequeños.
“Pensé, que ellos realmente están tratando de asegurarse que no hay un brote aquí”, dijo Eun-jo. Ella es uno de los más de dos millones de estudiantes surcoreanos que volvieron al colegio el mes pasado. En Seúl, los funcionarios retrasaron la reapertura cinco veces a medida que surgían nuevos brotes, aunque las infecciones han disminuido desde el peak en febrero.
Volver a clases es un gran alivio después de meses de estudiar sola, señaló Eun-jo. Pero ya no tiene tareas grupales en las que se hacían trabajos para debates y proyectos con cinco a seis estudiantes. “Como que extraño eso”, indicó. “Usualmente nadie, excepto el profesor, habla en clases ahora”.
Su día escolar termina a las 16.55 en lugar de las 10.00 que ella soportó durante los días previos al coronavirus. En Corea del Sur, estudiar tarde en la noche se debe a la tradición de imponer sesiones de autoestudio a los alumnos de enseñanza media una vez que las clases terminaban. Un recreo para comer entregaría a los niños el respiro entre las sesiones. “Siento que casi no estuve en el colegio”, dijo respecto de irse a su casa temprano todos los días y agregó que ella se siente nostálgica por los días más largos. “Extraño estar con mis amigos”.