"En algunos lugares, la piedra caliza era tan friable que al rozarla con un dedo corría como arena en un reloj de arena. En otros lugares, los elementos faltantes habían sido reemplazados por cholguán y tubos de PVC. La cubierta de plomo de la aguja estaba agrietada y el agua había dañado la estructura de madera que la sustentaba". Eso denunció en marzo de este año la revista The New Yorker tras indagar las instalaciones de Notre Dame de París que estaban siendo restauradas. El mal estado en el que se encontraba la catedral, ícono de la cultura y del turismo parisino, ya era tema de debate. En 2017, el semanario Le Point tituló un artículo "¡Debemos salvar a Notre Dame!". El lunes, la peor pesadilla se hizo realidad luego del incendio que derribó la aguja y más de dos tercios del techo de la estructura de estilo gótico, que data del siglo XII.
Desde el verano de 2018 que la estructura superior de la catedral y el ático estaban en proceso de renovación, con trabajos proyectados por los próximos 10 años. Sin embargo, el fuego -controlado totalmente durante la madrugada del martes-, consumió precisamente esa parte. Los fiscales señalaron que probablemente el incendio fue provocado por un accidente debido a los trabajos de renovación y no por una acción intencionada.
Ante esta situación, los expertos sostenían que la reconstrucción será larga y compleja, y que tardaría aproximadamente entre 15 y 20 años, y que incluso podrían ser más. Pero el Presidente Emmanuel Macron, que se dirigió ayer al pueblo francés, se comprometió a que la restauración esté finalizada de aquí a cinco años. "Reconstruiremos la Catedral de Notre Dame, aun más hermosa, y quiero que eso se complete en cinco años, nosotros podemos", dijo el Mandatario en su discurso televisado.
Lo que se perdió
La principal pérdida de Notre Dame tras el incendio es el "bosque", como se le conoce al techado de roble de la catedral. Una joya de la arquitectura medieval y que no era visible para los visitantes. Al menos 21 hectáreas de bosque fueron necesarias para su construcción.
El fuego provocó también el colapso completo de la aguja, una suerte de torre que se elevaba en el centro de la catedral, a 93 metros sobre el suelo y que fue instalada en 1859.
No obstante, varios tesoros importantes de la catedral lograron evadir las llamas. La estructura principal que comprende la fachada, vitrales y las dos torres se salvaron del fuego, aunque los bomberos evaluaban anoche la resistencia del edificio para evitar posibles colapsos.
Las reliquias que se salvaron fueron trasladadas a un lugar seguro, como la Santa Corona de Cristo, el tesoro más preciado de Notre Dame. Según la tradición, esta corona fue colocada sobre la cabeza de Jesús antes de su crucifixión. La túnica de San Luis, prenda que supuestamente perteneció al Rey Luis IX (1226-1270), así como el principal órgano de 8 mil tubos, también se salvaron del fuego. Eso sí, se cree que el órgano sufrió algunos daños.
Las obras de arte que se libraron del desastre serán trasladadas al Museo de Louvre, donde serán deshumificadas, protegidas y restauradas. "Hemos evitado un desastre completo. Pero entre el 5% y el 10% de las obras de arte probablemente han sido destruidas, tenemos que enfrentarnos a eso", reconoció Maxime Cumunel, secretario general del Observatorio de Patrimonio Religioso de Francia.
Donaciones millonarias
El proceso para la reconstrucción fue anunciado el lunes por Macron, cuando señaló que "pondremos en marcha una campaña nacional y más allá de las fronteras de Francia. Y haremos un llamado a los mayores talentos".
Pero las donaciones comenzaron a llegar inmediatamente luego del incendio, de la mano de multimillonarios y grandes empresas francesas. Estas donaciones se acercaban anoche a los 700 millones de euros (US$ 790 millones). Así, los dueños de los dos principales imperios del lujo francés, Francois-Henri Pinault, del grupo Kering, y Bernard Arnault, de LVMH, propietaria de Louis Vuitton, Christian Dior y Givenchy, anunciaron que donarán 100 millones de euros (US$ 113 millones) y 200 millones de euros, respectivamente. El gigante cosmético L'Oreal y la heredera Françoise Bettencourt Meyers anunciaron una donación de 200 millones de euros, mientras que la compañía petrolera francesa Total comprometió 100 millones. Apple también se sumó a la iniciativa, pero no detalló el monto.