Los demócratas que lideran la acusación contra Donald Trump seguirán presentando su caso este jueves, tras mostrar crudas imágenes de la toma del Capitolio por la cual el expresidente es sometido a un juicio político, señalado de haber incitado a una insurrección.
Los legisladores demócratas que actúan como fiscales argumentarán por segundo día consecutivo que el asalto fue promovido deliberadamente por el expresidente, e insistirán en recordarle a los senadores -y a los estadounidenses que siguen el proceso- lo violenta que se tornó la situación en el Capitolio el 6 de enero.
El miércoles, el equipo mostró a los senadores -muchos de los cuales se dejaron ver claramente perturbados- horas de presentaciones gráficas y videos inéditos obtenidos de cámaras de seguridad y cámaras corporales de policías.
La asonada dejó cinco personas muertas, entre ellas un policía que falleció a manos de la turba.
El episodio ocurrió luego de que Trump dijera a sus seguidores reunidos cerca de la Casa Blanca que no había ganado la reelección debido a un fraude.
No obstante, los abogados defensores del expresidente -que presentarán sus argumentos más adelante esta semana- dicen que el expresidente no puede ser culpado personalmente por lo ocurrido y que el juicio es inconstitucional porque ya no está ejerciendo el cargo.
Las imágenes mostradas el miércoles, muestran al entonces vicepresidente Mike Pence, quien se encontraba en el Capitolio para presidir una sesión de certificación de la victoria electoral de Joe Biden, mientras es guiado rápidamente por unas escaleras por guardias de seguridad para ponerlo bajo resguardo, junto a su familia.
El jefe de la mayoría demócrata, Chuck Schumer, aparece esquivando por poco a una multitud desenfrenada.
Y también se muestra cómo el senador Mitt Romney, un republicano que frecuentemente se oponía a Trump y había sido convertido en blanco de su odio, es alejado en el último minuto por un agente cuando ya la turba se le acercaba.
En otro segmento, se muestra a los invasores entrando en la oficina de la líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, también blanco frecuente de la retórica incendiaria de Trump.
“Nancy, ¿dónde estás, Nancy?”, gritaban los manifestantes mientras buscaban por el lugar, sin saber que ocho miembros del equipo de la legisladora estaban escondidos detrás de una puerta situada en ese mismo pasillo. Mientras, Pelosi ya había sido evacuada de urgencia.
“Sabemos por los mismos manifestantes que si hubieran encontrado a Pelosi, la habrían matado”, dijo Stacey Plaskett, una de las fiscales demócratas y delegada en la Cámara de Representantes por las Islas Vírgenes.
En la segunda jornada del proceso, los legisladores demócratas que actúan como fiscales acusaron también a Trump de regocijarse con la violencia perpetrada por sus simpatizantes, argumentando que esto fue la culminación de meses de estrategia para desacreditar el proceso electoral.
Después de atizar a sus partidarios, Trump “renunció a su rol de comandante en jefe y se convirtió en el incitador en jefe de una peligrosa insurrección”, afirmó el legislador demócrata Jamie Raskin, que funge como líder de los fiscales en el proceso en el Senado.
Republicanos se mantienen leales
Trump -que está en Florida tras dejar la Casa Blanca- no comparecerá en el proceso y se ha mantenido en silencio.
Pero el juicio ha puesto nuevamente al polarizador expresidente en el centro de la conversación nacional y destacado la influencia que aún tiene sobre las bases republicanas.
Algunos republicanos han expresado su molestia con los manifestantes pro-Trump, criticado abiertamente la negativa de Trump a reconocer su derrota ante Biden.
La senadora republicana Lisa Murkowski, que es una crítica habitual del exmandatario, afirmó que la evidencia presentada hasta ahora parece bastante “inculpatoria”.
“Por supuesto que son poderosas”, dijo a su vez sobre las imágenes el senador Bill Cassidy, quien junto con Murkowski se encuentra entre los seis republicanos que se sumaron a los demócratas para apoyar la constitucionalidad del juicio.
Los demócratas deben convencer a 17 senadores republicanos de que Trump es culpable del cargo de incitación a la insurrección si quieren reunir la mayoría necesaria para condenarlo, algo que por el momento parece improbable.
Marginado de Twitter y otras redes sociales, Trump tiene pocas vías para expresar sus opiniones sobre el juicio.
Además, es probable que sus abogados le hayan pedido que se mantenga al margen para evitar que algunos republicanos se vuelvan en su contra.
Pero reportes de prensa apuntaron a que el exmandatario se mostró furioso con su entorno el martes durante la apertura del proceso por lo que él mismo consideró una deslucida actuación de sus propios abogados.
A diferencia del primer juicio político contra Trump hace un año, que se extendió por tres semanas, se espera que este proceso culmine en cuestión de días.