Ya van más de dos semanas desde que empezó la guerra entre Israel y Hamás, y la situación de los habitantes de Franja de Gaza empeora considerablemente. De partida, el bloqueo de agua, electricidad y combustible que impuso el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu golpea a una región particularmente pobre, obstaculizando las atenciones médicas. Para peor, el ultimátum que hizo su administración, obligando a evacuar el norte del enclave palestino ante una inminente operación terrestre, pone a los gazatíes en una dura encrucijada.
Desde las Naciones Unidas indican que tal operación, la evacuación de más de un millón de personas al sur de la Franja, es “imposible”, y traería consigo “consecuencias humanitarias devastadoras”. En tanto, Hamás insta a los gazatíes a que sigan en sus viviendas, señalando las amenazas israelíes como “mensajes propagandísticos”.
Luego de 16 años de bloqueo israelí, y habiendo vivido una serie de guerras, la situación previa de la Franja ya era de emergencia humanitaria: además de la gran dificultad para salir de ahí, la supervivencia de sus habitantes depende de la ayuda extranjera.
La Franja de Gaza comprende 40 kilómetros de costa, con 15 kilómetros de ancho. En ese pequeño espacio viven actualmente 2,3 millones de personas, conformando así uno de los lugares más densamente poblados del mundo. El 65% de las personas que viven ahí son refugiados o hijos de refugiados de las guerras de 1948 y 1967.
Tal densidad se traduce en 6.507 personas viviendo en cada kilómetro cuadrado: para comparar, en la Región Metropolitana chilena hay 461,7 habitantes en esa misma superficie. El lugar más densamente poblado del mundo, Dhaka, la capital de Bangladesh, tiene 34 mil personas por kilómetro cuadrado.
La población de Gaza, además, es particularmente joven: la edad media en la Franja es de 18 años, mientras que el 40% de los habitantes no superan los 14 años. Al respecto, la ONU indica: “Más de 800.000 niños en Gaza han conocido sólo la vida bajo el bloqueo, y cuatro de cada cinco viven con depresión y miedo”.
Las Naciones Unidas indican que en Gaza se vive una “situación de emergencia humanitaria permanente”: el 81,5% de la población del enclave palestino vive en la pobreza, y el 63% sufre inseguridad alimentaria. Durante el período post pandemia, entre 2021 y 2022, un 78% de las familias tuvieron que reducir el número de comidas diarias. El desempleo, en tanto, alcanza al 46,6% de los gazatíes en edad de trabajar.
Limitando al norte y al este con Israel, con 59 kilómetros de frontera, el segundo vecino de la Franja de Gaza es Egipto, por el sur: 13 kilómetros en común con el paso de Rafah como principal salida posible.
La Franja ha vivido una serie de guerras que han diezmado su infraestructura, empezando en 1967, durante la guerra de Seis Días. Luego de la victoria electoral de Hamás en 2006, al año siguiente el grupo expulsó a la otra gran fuerza política palestina, Al-Fatah, teniendo así el control total de la zona. Desde entonces, Israel y Egipto establecieron el bloqueo que continúa hasta hoy, controlando la entrada y salida de productos, y sólo permitiendo la salida de personas en determinadas condiciones.
El secretario general de la ONU, António Guterres, se refirió a este bloqueo y a la restricción de movimientos de los locales, asegurando que “contravienen la legislación humanitaria internacional porque tiene como objetivo e imponen duras condiciones a los civiles, penalizándoles de hecho por actos que no han cometido”.
Aunque asegura que no ocupa Gaza, luego de que los últimos colonos y tropas israelíes salieran del sector en 2005, Israel sí controla y delimita la frontera de la zona, además de vigilar una zona de seguridad alrededor y la costa. También, con el control de la frontera, Israel decide quién entra y sale del lugar.
El terreno de Gaza, que lleva años en control de Hamás, cuenta con un “metro”: no una red de transporte público, pero un entramado de túneles de kilómetros de largo de uso militar, considerado como el “arma secreta” frente a una invasión. Si ocurre la operación terrestre que plantea Israel, se prevé que busquen en aquellos túneles a los líderes políticos de Hamás.
En 2014, Israel intentó destruir esas galerías, sin conseguirlo del todo. A el diario El País, el historiador Harel Chorev-Halewa comenta: “Hamás afirma que hay 500 kilómetros de túneles, pero creo que es una forma de desincentivar a Israel para que no irrumpa en Gaza. Lo que sí es cierto es que hay docenas de kilómetros construidos, desde donde se lanzan cohetes y se almacena armamento”. A diferencia de otras redes de túneles, como las de Al Qaeda en Afganistán, estas galerías discurren bajo zonas urbanas densamente pobladas.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) informó de las consecuencias que ha traído a la Franja el bloqueo: el 80% de la población depende de la ayuda internacional, en un lugar donde el 90% de agua no es apta para el consumo humano. La situación sólo ha empeorado en los últimos años: si antes del bloqueo, en el 2000, la agencia atendía a 80 mil personas, hoy son 800 mil las que necesitan de la ayuda del organismo.
El 80% de los residentes de Gaza están registrados como refugiados de conflictos anteriores, y el lugar cuenta con ocho campos de refugiados. Desde el inicio de las hostilidades entre Hamás e Israel, la agencia ha perdido ya a 29 trabajadores humanitarios.