La policía de Georgia detuvo a primera hora del lunes a un destacado líder de la oposición tras utilizar cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes antigubernamentales que se concentraron ante el Parlamento por cuarta noche consecutiva.
Las protestas se desencadenaron tras el anuncio del Gobierno la semana pasada de que suspendía las conversaciones para ingresar en la Unión Europea. Los críticos vieron en ello la confirmación de un alejamiento de las políticas prooccidentales promovido por Rusia, algo que el partido gobernante niega.
La Coalición por el Cambio, el mayor partido de la oposición del país, afirmó en una publicación de X que Zurab Japaridze, uno de sus dirigentes, había sido detenido por la policía cuando abandonaba la manifestación.
Las imágenes mostraban a Japaridze siendo introducido en un vehículo no identificado por policías enmascarados. No estaba claro si se le acusará de algún delito.
Estados Unidos y la Unión Europea han expresado su alarma por lo que consideran un retroceso democrático de Georgia, un país de 3,7 millones de habitantes situado en la intersección de Europa y Asia y que formó parte de la Unión Soviética.
Rusia niega haber interferido en la situación de su vecino, pero el expresidente Dmitri Medvédev advirtió el domingo de que Georgia “avanza rápidamente por la senda ucraniana, hacia el oscuro abismo”, y añadió: “Normalmente este tipo de cosas acaban muy mal”.
El domingo por la noche, los manifestantes volvieron a concentrarse en Tiflis, en la céntrica avenida Rustaveli. Algunos lanzaron fuegos artificiales a la policía, que respondió con salvas de cañones de agua y gases lacrimógenos.
“Estoy aquí por una razón muy simple: defender mi futuro europeo y la democracia de mi país”, dijo uno de los manifestantes, Nikoloz Miruashvili.
Finalmente, la policía puso fin al enfrentamiento alejando a los manifestantes del edificio del Parlamento.
El Ministerio del Interior de Georgia informó de que 21 agentes de policía habían resultado heridos durante la protesta nocturna, con lo que ya son 113 los heridos desde el comienzo de los disturbios. El primer ministro, Irakli Kobajidze, acusó a la oposición de “violencia coordinada” para derrocar el orden constitucional.
Decenas de manifestantes también han resultado heridos desde que comenzaron las últimas manifestaciones, y Estados Unidos ha condenado lo que ha calificado de uso excesivo de la fuerza policial.
Cientos de diplomáticos y altos cargos han firmado cartas abiertas en protesta por la decisión de suspender las conversaciones con la UE y dejar de recibir fondos del bloque durante cuatro años. Al menos cuatro embajadores georgianos han dimitido.
La presidenta Salomé Zourabichvili, una figura proeuropea que respalda a los manifestantes, ha pedido que se presione al Tribunal Constitucional para que anule las elecciones ganadas por el partido gobernante, Sueño Georgiano, en octubre. Tanto la oposición como Zourabichvili afirman que los comicios estuvieron amañados.
Zourabichvili, cuyos poderes son principalmente ceremoniales, afirma que no dejará el cargo cuando expire su mandato este mes porque el Parlamento que elegirá a su sucesor es ilegítimo.
La tensión en Georgia ha ido en aumento durante meses al aprobar el partido gobernante leyes sobre “agentes extranjeros” y sobre la restricción de los derechos del colectivo LGBT. Sueño Georgiano afirma que actúa para defender la soberanía del país frente a injerencias exteriores y evitar que Occidente lo arrastre a una guerra con Rusia.