En mensajes publicados en su cuenta de Twitter, el director ejecutivo de la División de las Américas de Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco, ha sido claro en su condena a la polémica política de "tolerancia cero" del Presidente estadounidense, Donald Trump. "El decreto de Trump se aplica para el futuro y no hay una palabra sobre los niños que ya fueron separados.
Continúa la crueldad y la mentira del gobierno de Trump", escribió el miércoles, poco después de que el inquilino de la Casa Blanca, ante la ola de críticas, cediera y anunciara -por medio de una orden ejecutiva- que no separará a familias de inmigrantes. "Es tan grande la crisis que lo está obligando a dar marcha atrás", comenta el abogado chileno y experto en DD.HH. en esta entrevista con La Tercera.
¿Qué se puede interpretar de la decisión de Trump de firmar un decreto para mantener unidas a las familias de indocumentados?
El hecho que Trump se viera forzado a dictar un decreto ejecutivo demuestra dos cosas. Lo primero, que esto no era, como él mintió sistemáticamente, una ley que habían hecho los demócratas y que él tenía que simplemente hacer cumplir. No, esta es una crisis creada, fabricada por él con dos objetivos. Primero, al arrancar a los hijos de sus padres, su intención es reducir el flujo de inmigrantes indocumentados desde Centroamérica. Y lo segundo, era conseguir presionar al Congreso, sobre la base de las mentiras a las que acostumbra su gobierno y él personalmente, y confundir y convencer a la opinión pública norteamericana de que esto era un problema generado por los demócratas. Al lograr que el público se fuera en bandada contra los demócratas buscaba conseguir que éstos le aprobaran una ley que contempla casi US$ 40.000 millones para construir el muro. Esa era su estrategia. Todo esto, felizmente, se le ha ido al tacho de la basura, porque la gente no se ha dejado confundir.
En su cuenta de Twitter, usted escribió que "solo un déspota puede impulsar una política tan brutal". ¿Contravenía acuerdos internacionales, en especial en materia de derechos del niño?
Por cierto. Aquí hay, por los menos, tres violaciones claras. Una, el derecho interno y el derecho internacional obligan a los Estados a procurar la unificación familiar siempre. Es decir, ahí no hay ambigüedad. Lo que hacía la política de Trump era garantizar exactamente lo opuesto, es decir, separar las familias. Históricamente en EE.UU. se entiende que los inmigrantes indocumentados que ingresan al país cometen una falta migratoria, no un delito federal. En segundo término, está lo que es el generar una situación que constituye un trato cruel e inhumano y creo que, sobre esa materia, no necesito extenderme en absoluto, porque cualquier persona con un mínimo de decencia entiende que esto es una barbarie, que no se puede por la fuerza arrancar un niño de los brazos de su padre o de su madre y mantenerlos a uno en una cárcel federal, donde además se está violando un último principio que es fundamental en el derecho internacional, específicamente en el campo de refugiados, que es el derecho al asilo. A los padres que están detenidos en prisiones federales se les advierte que el tormento que están sufriendo puede terminar en un par de minutos si renuncian a la solicitud de asilo político. Entonces para que no lo soliciten les mantienen a los niños como verdaderos rehenes y tratan de influir en esa decisión. Deliberadamente han construido esta política para lograr reducir el flujo de inmigrantes indocumentados. Pero toda la evidencia muestra que el flujo no ha sido reducido, que siguen llegando los padres desesperados de unas condiciones muy difíciles en Centroamérica. Huyen con lo puesto con sus hijos y confían en que en EE.UU. pueden tener una vida mejor, a pesar del trato cruel que hoy están recibiendo del gobierno de Trump.
¿Y es casual que justamente EE.UU. haya anunciado su salida del Consejo de DD.HH. de la ONU?
No, no creo que sea casual. Dada la arrogancia con que se conduce, con la que opera Trump, no está dispuesto a rendirle cuentas a nadie. Es la primera vez que sufre una derrota fuerte, importante, donde se le ha generado una grieta yo diría inmanejable desde el punto de vista de lo que es la reputación de este gobierno ante los ojos de la mayoría de los norteamericanos y, por supuesto, del resto del mundo. Es la primera vez que se le genera una crisis de esta naturaleza y es tan grande que lo está obligando a dar marcha atrás.
¿Cree que puede ser un tiro en el pie de cara a las elecciones legislativas de noviembre?
No lo sé, pero lo espero. Creo que es absolutamente vital para la democracia norteamericana contar con un Congreso que no sea simplemente un apéndice del Ejecutivo como lo es hasta ahora.