Cuando aún los norteamericanos no se reponen del impacto de dos recientes tiroteos ocurridos en California, el Servicio Secreto de Estados Unidos publicó un informe en el cual se investigan distintos ataques masivos ocurridos en el país en los últimos años y las motivaciones tras estos, entre las que se encuentran las disputas personales y laborales, antecedentes de salud mental y la relación de los atacantes con la violencia doméstica y la misoginia.
Este informe aparece poco después de los dos tiroteos consecutivos que azotaron al estado californiano en la última semana, los cuales forman parte ahora de los ataques más sangrientos en la historia del Estado Dorado.
El día sábado, un hombre entró armado y mató a 11 personas en Star Ballroom Dance Studio, un salón de baile ubicado en Monterey Park, centro de la comunidad asiática-estadounidense, durante la celebración del Año Nuevo Lunar. El sospechoso, Huu Can Tran, de 72 años, fue encontrado muerto en su camioneta poco después del tiroteo, quien se habría suicidado durante un control de tráfico, según los reportes forenses.
Dos días después, el lunes, se reportaría un nuevo tiroteo en dos granjas ubicadas en la ciudad costera de Half Moon Bay, que cobró la vida de siete personas. Zhao Chunli, sospechoso de 67 años, fue detenido por la policía del condado de San Mateo, al ser encontrado en su vehículo estacionado frente a una comisaría, lo cual levantó las sospechas de que Chunli buscaba entregarse.
“Ataques masivos”
Dentro del informe, realizado por el Centro Nacional de Evaluación de Amenazas (NTAC) del Servicio Secreto, se analizaron 173 ataques masivos entre enero de 2016 y diciembre de 2020, aspecto que lo diferencia de reportes anteriores, los cuales abarcaban únicamente un año en específico. En el estudio se considera como “ataque masivo” aquellos en los que al menos tres personas, sin incluir al atacante, resultaron heridas, los cuales fueron perpetrados en su mayoría en lugares públicos, como colegios, iglesias y empresas.
Lina Alathari, directora del NTAC del Servicio Secreto, declaró en una conferencia de prensa poco antes de la publicación de la investigación que aunque no se abarcaron los casos de tiroteos recientes en California, existen temas y patrones que se repiten constantemente en cada ataque, los cuales pueden identificarse antes de que ocurran, razón por la que se realizó el estudio.
En cuanto a estadísticas, el informe detalló que casi todos los ataques fueron perpetrados por una sola persona, en los cuales en un 73% de los casos se usaron armas de fuego ilegales y donde el 96% de los atacantes fue hombre, cuyo rango etario va entre los 14 y 87 años.
Respecto del perfil de los atacantes, la investigación señaló que más de la mitad de ellos presentaron antecedentes de problemas de salud mental, como depresión, síntomas psicóticos y pensamientos suicidas. En relación a esto, al menos dos tercios de ellos tuvieron comportamientos preocupantes, relacionados al interés por la violencia e incluso casos de tiroteos anteriores, lo cual alertaba a su entorno, ya sea su familia o lugar de trabajo, aunque en una quinta parte de los casos estos problemas no se comunicaron, lo cual, según el informe, evidencia que debe fomentarse la denuncia de las comunidades.
Al respecto, se indicó que casi la mitad de los atacantes tenía antecedentes de comportamientos agresivos y violencia doméstica, evidenciado por arrestos y cargos criminales previos, lo cual se relaciona a que un cuarto de ellos tenía un sistema de creencias basado en conspiraciones y/o ideologías de odio, entre las cuales destacan ideas antisemitas, misóginas y antigubernamentales.
Por otro lado, aproximadamente la mitad de los ataques sucedieron en algún lugar comercial: las empresas vinculadas a esos lugares tenían una relación previa y directa con el perpetrador, quienes, en la mayoría de los casos, eran empleados, exempleados o incluso clientes.
Lo anterior se relaciona con los datos del informe que destacan el papel de las disputas dentro del entorno personal o laboral como agente detonante de los ataques, ya que, según la investigación, cerca de la mitad de los atacantes se vieron motivados por agravios o represalias en contra de ciertas personas/grupos, sumado a que gran parte de ellos sufrió algún evento estresante relacionado a problemas personales, laborales y legales, algunos de los cuales supusieron un detonante a la hora de cometer el ataque.
Bajo este escenario, el informe expresó la necesidad de las empresas de trabajar en la detección de este tipo de comportamientos, junto con fomentar los programas de prevención de violencia laboral: los lugares de trabajo deben establecer programas de evaluación de amenazas conductuales como un componente de sus planes de prevención de la violencia en el lugar de trabajo, y las empresas también deben establecer relaciones proactivas con las fuerzas del orden del área para que puedan trabajar en colaboración para responder a incidentes que involucren una preocupación por la violencia, ya sea que esa preocupación surja de un empleado actual, un exempleado o un cliente”, señaló el informe.
“Todos en la comunidad juegan un papel en la prevención de la violencia”, dijo Alathari. “El último informe de NTAC proporciona un análisis sin precedentes para apoyar a nuestros socios de seguridad pública y afirma que la violencia dirigida se puede prevenir si las comunidades tienen la información y los recursos adecuados para reconocer las señales de advertencia e intervenir”, agregó.
Los tiroteos en California
Sin embargo, un detalle que marcó las recientes masacres ocurridas en California fue la edad de ambos atacantes, quienes eran adultos mayores, de 67 y 72 años, lo cual es un factor poco común dentro de este tipo de atentados. Según una base de datos de The Violence Project, que registra este tipo de ataques desde 1966, solo existe un caso anterior que involucre a una persona de 70 años, que corresponde a un atentado ocurrido en Kentucky en 1981.
Esto contrasta con la edad promedio de los atacantes. Según datos de la misma organización, si se consideran todos los casos, la edad de los perpetradores fluctúa entre los 23 y 43 años. En tanto, un estudio de la organización RAND señala que el 27% de los tiradores en casos entre 1976 y 2018 son menores de 25 años.