El teléfono suena, pero las llamadas son desviadas a un buzón de voz. "Mi casa está intervenida. Una vez me llamó una periodista francesa, un desconocido contestó y se hizo pasar por mí. Llámame por WhatsApp", dice a La Tercera Dora María Téllez, de 63 años y conocida como la "Comandante Dos" de la Revolución Sandinista. Téllez es toda una leyenda en Nicaragua, ya que fue la única mujer que estuvo entre los líderes de la toma del Palacio Nacional en 1978. Esta historiadora, exministra de Salud y férrea opositora al régimen de su excamarada, Daniel Ortega, denuncia una "persecución de la dictadura" de Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo, en medio de la crisis en Nicaragua que comenzó en abril y que suma más de 300 muertos, cientos de presos y exiliados. "Desde antes del 14 de octubre paramilitares están afuera de mi casa", denuncia,
¿En qué situación se encuentra Nicaragua hoy?
La situación que vive Nicaragua es una de la crisis de DD.HH. más grandes de la últimas tres décadas en América Latina, porque en corto tiempo y con una población pequeña hay tal cantidad de asesinados, heridos y un exilio que en magnitud puede ser superado solo por el exilio venezolano. Nosotros contabilizamos más de 2.000 detenidos, de ellos más de 600 permanecen en prisión con juicios que se realizan a puertas cerradas y sin defensa. Aquí no es que se abuse de las leyes, sino que no existen. Estamos viviendo en un estado de sitio.
¿Cuál es su posición frente al gobierno que encabeza Ortega y su esposa?
Es una dictadura que ha mostrado su verdadero rostro en estos últimos meses. La dictadura de los Ortega-Murillo la hemos denunciado desde hace más de una década. Lo que vemos ahora es la culminación de un proceso de alienación institucional coronado con una represión brutal. En Nicaragua, a estas alturas, no hay ninguna institución que tenga independencia. Todos están al servicio de la familia Ortega-Murillo, como en una época estuvieron bajo los intereses de la familia Somoza.
¿De qué manera Ortega se está perpetuando en el poder?
Ortega está buscando cómo sostenerse indefinidamente en el poder y convertir su poder personal en una dinastía familiar que pueda ser heredada por sus hijos. Uno de ellos está siendo proyectado como delfín para el continuismo familiar. Esto se debe al anclaje enorme de intereses económicos creados al amparo del fondo de la cooperación venezolana. Más de US$ 4.000 millones de esos montos fueron inyectados al flujo de dinero del bolsillo de la familia Ortega-Murillo, que ahora probablemente son el grupo económico más poderoso del país.
¿Cómo se sale de la crisis?
No veo que esto vaya a muy largo, porque ya en este momento hay resistencia. Todos lo hacemos desde donde estamos y como podemos. La ventaja ahora es que hay una alerta a nivel internacional y un proceso iniciado en la OEA. Es la primera vez en la historia del país que escogimos el camino de la protesta cívica y significa una ruptura del ciclo de dictaduras y revoluciones violentas en Nicaragua. No hay una salida fácil, pero el régimen está en un estado terminal y aislado nacional e internacionalmente.
¿Qué le parecen las comparaciones en cuanto a que Nicaragua sería una nueva Venezuela?
Venezuela tiene una de las reserva de petróleo más grandes del mundo y ese no es el caso de Nicaragua. El régimen de Ortega dependía del flujo venezolano y eso se acabó. Esta dictadura de los Ortega-Murillo es un hijo de ese dinero, así que el debilitamiento del régimen de Maduro influye en el debilitamiento de Ortega. Ya que Nicaragua es un país más vulnerable, carece de esos recursos ilimitados y está en una posición geográfica determinante. Lo que ocurre en el país afecta a toda Centroamérica. En Venezuela no ha habido la crisis de DD.HH. que hay en Nicaragua en el sentido de cantidad de presos, aunque la situación venezolana tiene una pobreza tremenda, pero no es fácil comparar un país con otro.
Este año se cumplen 40 años de la Revolución, ¿cómo lo vivirá Nicaragua?
Es una tragedia. Hubiera aspirado a que ninguna generación de nicaragüenses tuviera que vivir la represión que nosotros vivimos hace más de 40 años porque estamos padeciendo una situación terrible. Muertos, desaparecidos, presos. Para mí, los 40 años de la Revolución Sandinista me hacen reflexionar sobre ¿qué hemos estado haciendo? Porque es lo que no deberíamos seguir haciendo en el futuro. Los Ortega-Murillo son herederos de los Somoza.