Considerado el gran heredero de los grupos paramilitares colombianos, Dairo Antonio Úsuga David, alias “Otoniel”, era el jefe narco más buscado del país. Ello, porque el líder del Clan del Golfo fue capturado en una operación conjunta entre el Ejército, la Policía Nacional y la Fuerza Aérea en la región de Urabá, en Antioquia. El Presidente Iván Duque calificó su arresto como el mayor golpe al narcotráfico en este siglo en Colombia desde la muerte de Pablo Escobar.
“Me vencieron. Me ganaron”, afirmó “Otoniel” tras su captura el sábado, según relató el ministro de Defensa de Colombia, Diego Molano. Un artículo publicado por la revista Semana recoge las primeras palabras del narcotraficante de 50 años tras su arresto: “Tranquilo, soldado, soy yo, ‘Otoniel’”.
El comandante de las Fuerzas Militares, general Luis Fernando Navarro, indicó que la operación fue planeada el 15 de octubre en una guarnición militar en Bogotá y ejecutada en la madrugada de este viernes por más de 500 integrantes de las fuerzas especiales respaldados por 22 helicópteros, que se desplegaron en el municipio de Necoclí (noroeste) para llevar a cabo el operativo, que dejó un policía muerto.
“Fuimos develando los anillos de seguridad, entendiendo de mejor manera los corredores de movilidad y nos fuimos colocando de manera estratégica en el terreno... cada vez el bandido iba perdiendo más su esquema de seguridad”, dijo Navarro.
La policía detalló que alias “Otoniel” se escondía en las montañas del Nudo de Paramillo, en el departamento de Antioquia, al centro del país, y sus movimientos fueron monitoreados por 50 expertos de inteligencia satelital, incluido el apoyo de agencias norteamericanas y británicas. Duque resaltó que compartieron “información con agencias de Estados Unidos y de Reino Unido, dada la peligrosidad de este delincuente”.
Una de las claves de la larga etapa de prófugo del narcotraficante, que se extendió por siete años, fue que no dormía más de unas pocas noches en el mismo sitio y habitualmente era en la selva. No utilizaba teléfonos móviles y solo se comunicaba mediante una red de correos humanos.
Todo, para evitar la denominada operación Agamenón, puesta en marcha hace más de cinco años para intentar apresar a “Otoniel” y sus lugartenientes. Algunos como “Gavilán” o “El Indio” cayeron en 2017 y 2018, pero él seguía evitando la captura. Los medios colombianos especulan ya con el motivo de su arresto y algunos apuntan a que el deterioro de su salud podría haber limitado su capacidad de movimiento. Desde hace meses sufre hipertensión, diabetes y problemas en los riñones.
Durante las últimas semanas, “Otoniel” “no llegaba a ninguna casa, durmiendo en condiciones de lluvia sin acercarse a residencias”, detalló el director de la policía, general Jorge Vargas. “Se estaba moviendo con ocho anillos de seguridad”, agregó.
Molano confirmó además los rumores sobre la utilización de perros por parte de la seguridad de “Otoniel” para detectar la presencia de policías y militares. “Había entrenado perros para que advirtieran la presencia de la Fuerza Pública y eso nos afectó la incursión, por ejemplo, de las Fuerzas Especiales para ubicarlo. Ese rastreo de los perros logró afectar varios intentos que se hicieron para capturarlo. Los animales le advertían de nuestra presencia”, indicó.
Extradición a EE.UU.
Fue “la más importante inserción en selva que se haya visto en la historia militar de nuestro país”, según Duque. Una transmisión en vivo de la policía en redes sociales mostró al capo de aterrizando en Bogotá esposado y custodiado por una decena de uniformados. Fue llevado a un edificio de la institución en medio de fuertes medidas de seguridad.
La caída del jefe de la banda narco más grande de Colombia representa el principal éxito del gobierno del mandatario conservador en la lucha contra el crimen organizado en el país que más exporta cocaína en el mundo. “Sobre este delincuente existen órdenes de extradición y trabajaremos con las autoridades para lograr también ese cometido”, anticipó el mandatario.
“Contra ‘Otoniel’ pesa una orden de extradición. Esa orden de extradición es la que corresponde, la que sigue en curso y corresponde al tratamiento y manejo que le está dando el Ministerio de Justicia”, explicó Molano en una entrevista con el diario colombiano El Tiempo.
Desde hace mucho aparecía en la lista de prófugos más buscados por la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA), para cuya captura había ofrecido una recompensa de US$ 5 millones. “Otoniel” es solicitado por el Distrito Sur de Nueva York por delitos asociados al narcotráfico, cargos levantados en su contra en 2009. También tiene otras acusaciones pendientes en cortes federales en Miami, Tampa y Brooklyn, donde lo señalaron de enviar 73 toneladas de cocaína a Estados Unidos entre 2003 y 2014 a través de varios países, incluyendo Venezuela, Guatemala, México, Panamá y Honduras.
Las autoridades colombianas lo consideraban un “objetivo de máximo valor” y ofrecían hasta 3.000 millones de pesos (casi US$ 800.000) por información que ayudara a dar con su paradero. Sobre “Otoniel” pesan 128 órdenes de captura en Colombia, las que incluyen los delitos de “narcotráfico, extorsión, homicidio, desplazamiento forzado, tráfico de armas, conformación de grupos armados, concierto para delinquir y delitos de lesa humanidad”. Según The Associated Press, el capo abusaba sexualmente de menores de edad que llevaba hasta sus campamentos, una práctica que replicaban otros cabecillas e integrantes de menor rango en el Clan del Golfo.
Por ello, según Duque, su captura en el estratégico Urabá, la puerta de entrada de Sudamérica a Centroamérica, “es solo comparable a la caída de Pablo Escobar en los años 90″. Es “el golpe más duro que se le ha propinado al narcotráfico en este siglo”, añadió el mandatario.
“Ya tenía presionada la costa Caribe colombiana, había hecho incursiones en el suroeste antioqueño, tenía planes de expansión en el sur de Chocó, precisamente en confrontaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), con alias Fabián; ya estaba llegando al Casanare y tenía presencia en el Catatumbo. Con su captura se truncan esos planes de expansión” del Clan del Golfo, sentenció Molano.
De guerrillero de izquierda a las AUC
Con su captura se pone fin a la vida de enormes lujos de “Otoniel”, que comenzó paradójicamente en las filas de la desaparecida guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL), que abandonó tras la desmovilización del grupo de ultraizquierda, en 1991, para incorporarse a los paramilitares de extrema derecha de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Allí, junto con su hermano Juan de Dios Úsuga -alias “Giovanny”-, fue líder del Bloque Centauros, que operaba en los Llanos Orientales de Colombia, en el este del país.
Volvió a acogerse a un proceso de desmovilización impulsada entre 2003 y 2006 por el Presidente Álvaro Uribe. Tras esta nueva entrega, “Otoniel” se unió en 2006 en las nacientes Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), fundadas por el narcotraficante Daniel Rendón Herrera, alias “Don Mario”, también integrante de las AUC. Con la detención de “Don Mario” en 2009, los hermanos Úsuga se hicieron con el control de una de las bandas narcotraficantes más grandes del país, también conocidas como Los Urabeños, Clan Úsuga (por el apellido de “Otoniel” y su hermano) o el nombre más generalizado de Clan del Golfo, referente al golfo de Urabá. Su influencia se extendía a los departamentos de Antioquia y Chocó, en el noroeste del país.
El último ascenso de “Otoniel” fue en 2012, con la muerte de su hermano, fallecido en un operativo policial, cuando acabó como líder indiscutible de la organización criminal, compuesta en su mayoría por antiguos paramilitares de ultraderecha que incumplieron un acuerdo de paz de 2005 y regresaron a actividades criminales, principalmente la producción y tráfico de cocaína, según fuentes de seguridad.
El grupo trataba de darse una falsa apariencia de organización política: difundían panfletos y promovían pintadas en los que firmaban como AGC, pero se dedicaba fundamentalmente al narcotráfico. Además, también obtenía dinero de la minería ilegal y de las redes de tráfico de personas.
Nini Johana Úsuga, alias “La Negra”, hermana de “Otoniel”, fue capturada en marzo de este año por la policía colombiana con el apoyo de la DEA y extraditada a Estados Unidos por cargos relacionados con narcotráfico y lavado de activos.
Futuro del clan
Según Europa Press, el grueso del Clan del Golfo funciona como franquicias criminales en cada región, sin unidad de mando y solo unidas por los negocios del narcotráfico, lo que hace temer un resurgimiento de la organización, pese a la caída de “Otoniel”.
“Es una organización muy descentralizada”, con cinco mandos y una red regional de operaciones, comentó Ariel Ávila, analista de la Fundación Paz y Reconciliación, enfatizando que la detención de Úsuga “no cambia mucho el negocio”.
“‘Otoniel’ está destinado a ser reemplazado”, dijo a Reuters Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Analysis. En ese sentido, ya ha surgido un nuevo nombre, la mano derecha de “Otoniel”: Jobani de Jesús Ávila, alias “Chiquito Malo”. Ascendió en el escalafón del Clan del Golfo por la muerte en 2018 del antiguo lugarteniente de Úsuga, Nelson Darío Hurtado Simanca, alias “Marihuano”.
“Es 90% seguro que ahora el mando del Clan del Golfo lo tiene ‘Chiquito Malo’. Si él tomara la decisión de no asumir el mando, lo asumiría alias ‘Siopa’, quien está dominando todo el Suroeste Antioqueño y lidera el Plan de Expansión Pacífico. La estructura va a continuar y va a seguir siendo poderosa, independientemente de la captura de ‘Otoniel’”, destacó el analista y director de la ONG Corpades, Fernando Quijano.
Para el director del Instituto de Estudios para la Paz (Indepaz), Camilo González Posso, la captura de Úsuga “es un golpe importante; se trata de quien ha sido considerado uno de los cerebros, pero hay toda una línea de mandos medios que se van a reorganizar”. Indepaz estima que el Clan del Golfo tiene 1.770 hombres en armas, presencia en 25 departamentos colombianos y 237 municipios.