Pese a que en Washington aún existen dudas sobre las reales intenciones de Kim Jong Un, el gobierno del Presidente estadounidense Donald Trump parece dispuesto a correr el riesgo. Poco después de que el líder norcoreano dijera -según las autoridades de Seúl- que está dispuesto a desmantelar su centro de pruebas nucleares en Punggye-ri, el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, dijo ayer que observa una "verdadera oportunidad" para un acuerdo nuclear cuando Trump se encuentre con Kim en "las próximas tres o cuatro semanas", según anunció el propio inquilino de la Casa Blanca.
Pompeo, que acaba de asumir sus funciones al frente de la diplomacia estadounidense, se reunió con Kim en Pyongyang la pasada Semana Santa cuando aún era director de la CIA, en una misión que se mantuvo secreta.
"Tenemos la obligación de comprometernos en un discurso diplomático para tratar de encontrar una solución pacífica a fin de que los estadounidenses no sean amenazados por Kim Jong Un y su arsenal nuclear. Es la misión, es el objetivo", declaró ayer Pompeo en una entrevista concedida a la cadena ABC News, precisando que habló con el dirigente norcoreano sobre "un mecanismo completo, verificable, irreversible" hacia la desnuclearización. "Mi objetivo era ver si hay una verdadera oportunidad. Y creo que hay una", señaló.
"Yo tenía una clara misión asignada por el Presidente Trump. Cuando me fui, Kim Jong Un entendió esa misión exactamente como la estoy describiendo hoy. Él estuvo de acuerdo con que estaba preparado para diseñar un plan que nos ayude a lograr la desnuclearización", afirmó Pompeo. "Solo el tiempo -continuó- nos dirá si podemos conseguirlo".
"Cuando los dos dirigentes (Trump y Kim), las únicas dos personas que pueden adoptar ese tipo de decisiones, estén juntos en una habitación, podrán definir el curso (de las discusiones). Podrán trazar el contorno de los resultados, dar una dirección a sus equipos para que entreguen esos resultados", agregó.
A la espera de esa cumbre con Trump, Kim sigue haciendo gestos de buena voluntad. En una conferencia de prensa en la Casa Azul, la sede presidencial surcoreana, el portavoz del Presidente Moon Jae-in, Yoon Young-chan, dijo que el líder norcoreano había anunciado durante las reuniones en Panmunjom el viernes que el desmantelamiento de su centro de pruebas nucleares en Punggye-ri tendrá lugar el próximo mes. Incluso, Pyongyang permitirá que periodistas y expertos internacionales se desplacen allí para ser testigos del proceso y demostrar su "transparencia", agregó Yoon.
Además, según funcionarios de Seúl, Kim le dijo a Moon en su histórica cumbre que su país estaría dispuesto a abandonar sus armas nucleares si EE.UU. se compromete con el fin formal de la Guerra de Corea y promete no atacar al Norte. "Si sostenemos reuniones frecuentes y generamos confianza con EE.UU. y recibimos promesas para que se declare el fin de la guerra y un tratado de no agresión, entonces, ¿por qué necesitaríamos vivir en dificultades al conservar nuestras armas nucleares?", agregó el líder norcoreano, según lo citó Yoon.
Pero la respuesta de Washington al anuncio de Kim de que está dispuesto a desmantelar su centro de pruebas nucleares en Punggye-ri fue categórica: EE.UU. mantendrá la estrategia de máxima tensión con Corea del Norte. Así lo aseguró ayer el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, quien aseguró que no habrá rebaja de sanciones económicas ni de la presión militar.
En entrevista con Fox News, Bolton consideró que el congelamiento de las pruebas nucleares y balísticas norcoreanas era una buena señal, pero insuficiente. "Hasta ahora no hemos oído más que palabras. Queremos tener evidencias, no solo retórica", dijo.
Para la Casa Blanca harían falta pasos más concretos, como los logrados a principios de la década pasada en la negociación con Libia. "Superamos nuestro escepticismo cuando Libia permitió a observadores británicos y estadounidenses visitar todos sus instalaciones nucleares. Debe ser algo concreto y tangible. No nos interesa la propaganda de Corea del Norte", insistió Bolton.