En una suerte de cambio de su postura en la guerra en Gaza, tras cinco meses de una devastadora campaña israelí que ha dejado 32 mil muertos, según fuentes sanitarias palestinas, el secretario de Estado norteamericano Antony Blinken se reunió el jueves con el presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, continuando su sexto recorrido por Medio Oriente en busca de un alto el fuego temporal en Gaza, que Estados Unidos también quiere a llevar adelante a través de una resolución de la ONU.
El proyecto de resolución de la ONU, que podría votarse esta semana según tres diplomáticos de Naciones Unidas que conversaron con The Wall Street Journal, probablemente sea en gran medida simbólico, pero representa la divergencia pública más significativa entre los gobiernos de Joe Biden y Benjamin Netanyahu desde que comenzó la guerra.
Se espera que otros miembros del Consejo de Seguridad se opongan a la resolución debido a la redacción que contiene sobre el reinicio de las operaciones en Gaza después de una pausa, dijeron los diplomáticos.
Los observadores de la ONU señalaron que el mensaje enviado por el borrador probablemente sería escuchado por Israel.
“Estados Unidos está abriendo ahora la puerta a que la ONU dé forma al marco político para poner fin a las hostilidades. Eso en sí mismo puede provocar escalofríos en los tomadores de decisiones israelíes”, dijo al diario Richard Gowa, quien supervisa el trabajo de promoción de la ONG Crisis Group en Naciones Unidas.
Blinken se reunió con varios ministros de Asuntos Exteriores árabes para discutir cómo se podría gobernar y mantener segura Gaza una vez que Israel termine su campaña militar allí.
El secretario de Estado llegó desde Yeda, Arabia Saudita, donde mantuvo una reunión con el príncipe heredero Mohammed bin Salman Al Saud, en la que enfatizó el objetivo final del gobierno de Biden de “el establecimiento de un futuro Estado palestino con garantías de seguridad para Israel”, dijo el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, en una declaración el jueves.
Blinken y el príncipe heredero también “continuaron las discusiones sobre cómo lograr una paz y seguridad regionales duraderas, incluso a través de una mayor integración entre los países de la región y una mayor cooperación bilateral entre Estados Unidos y Arabia Saudita”, agregó Miller.
El Times indicó que lo anterior se encuentra relacionado con las discusiones entre la administración Biden y Arabia Saudita sobre un posible acuerdo en el que Riad “establecería relaciones diplomáticas normales con Israel por primera vez”. A cambio, “los sauditas han pedido a Estados Unidos garantías de seguridad, venta de armas y respaldo para un programa nuclear civil. Un acuerdo así probablemente también requeriría el apoyo israelí para un camino hacia un Estado palestino”.
Blinken planea viajar a Israel, donde discutirá el posible acuerdo de normalización saudita, dijo The New York Times, así como los planes de guerra de Israel y las formas de proteger y entregar más ayuda a los civiles en Gaza.
Los esfuerzos de Blinken por lograr un acuerdo para un cese el fuego ocurren en medio de las críticas que ha recibido el gobierno de Biden por no haber logrado detener la campaña de represalia de Israel en Gaza. Todo esto con miras a las elecciones presidenciales de noviembre en EE.UU., ya que su actitud frente al conflicto le podría costar votos.
Según Foreign Policy, el mandatario demócrata y sus asesores están alarmados por el creciente número de muertos en el enclave palestino y se encuentran frustrados por la negativa de Israel a permitir que llegue un suministro adecuado de asistencia humanitaria, en momentos en que crecen las advertencias de una hambruna.
Sin embargo, dice la publicación, Biden no ha detenido el flujo de armas estadounidenses, y Estados Unidos ha vetado tres resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que pedían un alto el fuego. A diferencia de Canadá -que el miércoles anunció que cesaría el envío de armas a Israel-, Washington todavía tiene que revertir su decisión de suspender el financiamiento de la Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas (UNRWA), a pesar de que las acusaciones de que el personal de la UNRWA en Gaza estaba lleno de partidarios de Hamas ahora parecen dudosas.
La revista dice que “los líderes israelíes, desde David Ben-Gurion hasta Benjamin Netanyahu, han resistido la presión estadounidense en numerosas ocasiones (aunque no siempre), lo que sugiere que la cantidad de influencia que Estados Unidos posee en un momento dado depende de algo más que la mera magnitud de su generosidad. No debemos asumir automáticamente que una llamada telefónica de Biden y una amenaza de cortar la ayuda estadounidense harían que Israel cumpliera las órdenes de Estados Unidos”.
En este sentido, la relación entre Biden y Netanyahu ha sido tensa en este tiempo. De hecho, el lunes pasado tuvieron una conversación por teléfono, que fue la primera en más de un mes. Durante la llamada, la Casa Blanca dijo que los líderes discutieron dos áreas clave donde ha surgido tensión en la relación, incluida la necesidad de llevar más ayuda humanitaria a Gaza y la operación israelí pendiente en Rafah, donde se refugian más de un millón de civiles palestinos. El asesor de Seguridad Nacional de Biden, Jake Sullivan, dijo a los periodistas más tarde que el presidente expresó “profundas preocupaciones” sobre los planes de Israel para la operación en Rafah durante su conversación con Netanyahu.
Biden pidió a Netanyahu que envíe una delegación de alto nivel de líderes militares a Washington para discutir más a fondo el tema y diseñar un enfoque alternativo para perseguir a Hamas en Rafah. El premier israelí acordó enviar dicho grupo y Sullivan dijo que la reunión probablemente tendría lugar a finales de esta semana o principios de la próxima.
“Un plan militar no puede tener éxito sin un plan humanitario y un plan político integrados. Y el presidente ha señalado repetidamente que las operaciones militares continuas deben estar conectadas a un final estratégico claro”, afirmó Sullivan en la Casa Blanca, señalando que habían muerto más civiles en Gaza que cualquier conflicto anterior en el enclave y que “la anarquía reina” en partes de la franja.
Cambio de postura
Para muchos observadores, serían las elecciones presidenciales del 5 de noviembre próximo lo que habría obligado a Biden a este cambio de postura. La llamada telefónica del lunes se produjo días después de que uno de los principales aliados de Biden en Washington, el líder de la mayoría del Senado y el judío de más alto rango en el Congreso, el demócrata Chuck Schumer, pidiera nuevas elecciones israelíes que resultarían en el derrocamiento de Netanyahu.
Biden calificó el discurso de “bueno” y dijo que reflejaba las preocupaciones de muchos estadounidenses, aunque no respaldó ni condenó explícitamente la convocatoria de nuevas elecciones en Israel.
El movimiento que llamaba a votar por los candidatos “no comprometidos” en las primarias de Michigan a fines de febrero alertó a los demócratas del enojo de algunos votantes por la guerra en Gaza. Más de 101.000 demócratas de Michigan, alrededor del 13% de los que votaron, emitieron su preferencia por los no comprometidos, ganando dos delegados para la convención nacional demócrata y despertando un moderno movimiento contra la guerra que obligó a que el presidente centrara su atención en Gaza, indicó The Guardian.
“La crisis en Gaza está causando un daño real a la imagen de Estados Unidos en todo el mundo y haciendo que la administración Biden parezca desalmada e ineficaz. Las contradicciones en la política estadounidense serían cómicas si los resultados no fueran tan inquietantes: Washington está lanzando alimentos desde el aire a los residentes desplazados y hambrientos de Gaza y al mismo tiempo suministra armamento militar que los ha obligado a huir y los ha puesto en riesgo de morir de hambre. Esta situación también puede poner en peligro las posibilidades de reelección de Biden, lo que da a la Casa Blanca otra razón para ponerse dura”, escribió Foreign Policy.
¿Puede, entonces, Estados Unidos hacer que Israel cambie de postura? Washington ha podido lograr que Israel modifique su comportamiento cuando sus propios intereses estaban más comprometidos, como fue a menudo el caso durante conflictos anteriores en Medio Oriente.
Foreign Policy recordó que el presidente Dwight D. Eisenhower presionó con éxito a Israel para que se retirara del Sinaí después de la Segunda Guerra Árabe-Israelí en 1956, y los funcionarios estadounidenses pudieron ayudar a persuadir a Israel a aceptar acuerdos de alto el fuego durante la Guerra de Desgaste de 1967-70 y la Guerra Árabe de 1973.
Una airada llamada telefónica del presidente Ronald Reagan al primer ministro israelí Menachem Begin también puso fin a una masiva campaña de bombardeos israelíes en el oeste de Beirut durante su invasión de Líbano en 1982. En cada uno de estos casos, los líderes estadounidenses actuaron con fuerza y éxito porque creían que intereses estadounidenses más amplios estaban en riesgo.
La revista indica que la principal razón por la que los anteriores presidentes estadounidenses tuvieron menos influencia de la que cabría suponer fue el poder del lobby israelí, que hacía políticamente arriesgado amenazar con reducciones significativas del apoyo estadounidense. Dada la influencia que ejercieron el Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí (AIPAC) y otros grupos en el Capitolio, un presidente que quisiera ejercer una presión seria sobre Israel enfrentaba invariablemente duras críticas, incluso de miembros de su propio partido.
“El presidente Gerald Ford aprendió esta lección en 1975, cuando respondió a la prolongada intransigencia israelí amenazando con reevaluar la relación y rápidamente recibió una carta firmada por 75 senadores denunciando su medida. Barack Obama aprendió la misma lección durante su primer año como presidente, cuando intentó presionar a Netanyahu para que dejara de construir asentamientos y enfrentó una reacción similar tanto de republicanos como de demócratas. La influencia del lobby también explica por qué los negociadores estadounidenses sólo pudieron utilizar incentivos positivos para tratar de obtener concesiones israelíes durante el largo y finalmente infructuoso proceso de paz de Oslo”, dice Foreign Policy.
La campaña de Rafah
Rafah, ubicado al sur de Gaza, se ha transformado en el foco de tensión de Biden y Netanyahu. El lenguaje endurecido se produce antes de un viaje a Washington de altos funcionarios israelíes, incluido el ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer, y el jefe del Consejo de Seguridad Nacional, Tzachi Hanegbi, para conversar sobre alternativas a una invasión terrestre de Rafah.
“Lo que no queremos ver es una operación terrestre importante porque no vemos cómo se puede hacer sin causar un daño terrible a los civiles”, dijo Blinken en una entrevista el miércoles con la televisión Al Hadath.
Hay razones de peso para que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lancen una campaña importante en Rafah, dijo el columnista británico-israelí Anshel Pfeffer, en un artículo en el diario Haaretz.
En la columna señala que es el último gran bastión de Hamas en la Franja de Gaza y es allí donde mantiene a decenas de rehenes israelíes. “Y sin ocupar Rafah, no hay manera realista para que Israel interrumpa y ponga fin al contrabando de armas desde Egipto a Gaza”, indicó, pero agregó que también existen razones de peso para no lanzar una operación militar, debido a que en los 64 kilómetros cuadrados se concentran 1,4 millones de civiles, la mayoría de los cuales han sido desplazados del norte de Gaza, y no hay instalaciones que les proporcionen refugio en otro lugar.
“La conclusión es que, si bien aún es posible que se lance una operación a gran escala en Rafah, no se llevará a cabo en las próximas semanas, y probablemente al menos no hasta dentro de un par de meses. No mientras todavía exista la posibilidad de un alto el fuego temporal y un acuerdo de liberación de rehenes e Israel espera evitar una escalada durante el Ramadán. No hasta que se pueda llegar a entendimientos con la administración Biden y el régimen egipcio. Mientras tanto, las FDI aún tienen que empezar a movilizar y redesplegar el personal y las unidades necesarias y no han pedido a los civiles de Rafah que se trasladen a ‘enclaves humanitarios’ que aún no existen”, añadió.
El gobierno de Israel dice que expulsar a los militantes de Rafah, su último bastión, es fundamental para sus objetivos de guerra. “Si dejas cuatro batallones en Rafah, has perdido la guerra, e Israel no va a perder la guerra”, dijo el jueves el ministro de Asuntos Estratégicos de Israel, Ron Dermer.
“Con o sin Estados Unidos, no lo vamos a hacer. No tenemos otra opción”, aseguró, hablando en el podcast de Dan Senor “Call Me Back”.